Imagen cogida de la red
TORMENTA
Desde las acequias del tejado, la
furia del agua. Todos los días pegados
a la boca cerrada del azúcar.
(En el hueco del tragaluz, ebriedad de pesadillas, el vaso lleno
del grito.)
Como un destino desvivido, esta
campana de pan en mi aliento,
el oído al aire de las horas,
ciclos vueltos senderos.
(si la lluvia fuera mi luz, dejaría de andar a oscuras, secreto
pañuelo
entre mis manos, piedra de siempre.)
Si en el vuelo, el rocío moja la
claridad, la boca que habrá de morder la madera,
entre una rama y otra, doble ala
en el agua persistente.
Todo el olor a tierra sin
escindirse: los sentidos mayores en el silencio
este aire que escarba unánime el
polen.
(La ventana desde la mesa deja ver su niebla persuasiva.)
Barataria, 01.III.2013
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