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SEDICIÓN DE
LA LOCURA
A través del ojo el martillo líquido de las gotas y el
humo
de la ciudad. Y el silencio de fango del horizonte.
Nunca he olvidado aquella antigüedad de la luz y el
ocote
cerca de las rodillas y los ojos mitificados de lo
sombrío.
Y los siglos de neblina que pernoctan en los trenes y
las palabras.
Siempre están ahí los barquitos de cariño, la boca
cautiva
de la arcilla, las grietas que ha ido produciendo el
desuso
en las azoteas. O en los telegramas de tabaco de la
tarde.
Siempre los poros abiertos sin borrones ni tachaduras
existenciales
como una promesa incumplida en la cama.
Yo tengo en mis desatinos, un cuarto de temblorosas
piscuchas,
y en mi locura, sudorosos rieles de juguetes de sed.
En el filo del orgasmo, aquella vigilia del lado de la
cobija.
Del libro: Umbral
de la sospecha, 2020.
©André Cruchaga