ALGUNA VEZ, SOLO ALGUNA VEZ
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Alguna vez, entre tantas mutaciones, las horas y los ahoras,
con su camuflaje ávido de extravíos y texturas en el paladar;
alguna vez, el silencio como perro amaestrado y su mística
de ojo desolado, flor oscura en el espejo de las adversidades;
alguna vez, la espera como una cama sedienta de bocanadas,
el desborde de la luz desde un árbol,
desde el carraspeo avergonzado del espejo en la penumbra;
alguna vez, la ropa tirada al suelo y sus lamentaciones de harapo,
el alma en la penumbra como residuo de tortilla,
el cuerpo envenenado y su aritmética empapada de pesadillas;
alguna vez, la angustia afilada frente a las sombras del desuso,
entre la repentina baratija de la tristeza y el pavor del espejo,
y la boca con todos los fríos que propicia la fuga, el cuchillo
de un paraíso incierto, el despertar desnudo a la orilla del sendero
de diálogos confusos y esfinges de atroz ficción;
alguna vez, solo alguna vez, la luz y el agua, las doce noches
de las raspaduras, la mesa en fuga del desmayo, la calle ávida
de irisadas vallas y pancartas, de gestos circulares de espuma.
Alguna vez, el ojo del desmayo en la cama, superado en insomnio.
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De: Como quien pide luz o pide agua, 2021-2022
©André Cruchaga