domingo, 29 de junio de 2014

PÉTALOS NEGROS

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PÉTALOS NEGROS




En el viaje de los sueños,  los techos suspendidos de la melancolía.
La destrucción impune de los pétalos, los trenes negros de lo inmóvil.
A menudo, la telaraña de lo incomprensible avienta güishtes a mis ojos;
a menudo, la asfixia, reitera sus dormitorios fúnebres:
la noche hace sus estragos.
¿Acaso reverberan los paraguas de los despojos y el grito de siempre?
(Nada termina. Todo permanece.) Sobre el ala, la piedra del duelo, el tabanco
y el hollín a quemarropa como un estanque siniestro.
(La herida siempre es más duradera que la propia inmolación.)
—Ahora, el viento huye de las ramas: en el pecho, la infancia deshecha;
dentro del sueño, el pétalo sin el jardín de los ojos contando los minutos
rotos de los caracoles, el cieno que moja los zapatos…
Barataria, 20.VI.2014

sábado, 28 de junio de 2014

HERRUMBRE

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HERRUMBRE




En el umbral del reloj,  los ojos del moho en su apasionado delirio.
A veces es circular la enredadera que levanta la saliva, el párpado endurecido
en los muros, el sarro sin descifrar de las calcinaciones.
—Quizá un día nos alejemos de los vastos espacios de los reinos cóncavos
y caminemos como lo hace todo el mundo.
Distantes de los ídolos, somos nosotros lejos de los cementerios;
En cada palabra, los armarios de la caligrafía, el grafiti obsceno del prostíbulo,
y los llamados a la reconciliación nacional.
¿En qué punto la decadencia se hizo multitud? ¿En qué leyenda el bagatela
es héroe? —Vamos, —me dices— resquebrajado el ofertorio, a nosotros,
las estrías de la salmuera y el olvido…
Barataria, 18.VI.2014

viernes, 27 de junio de 2014

PALABRA ÚLTIMA

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PALABRA ÚLTIMA




En medio del tumulto los peñascos de la claridad y su redondez de pájaro,
las aguas atardecidas deslizándose en los agobios:  resplandecen
los materiales grises de los amantes extenuados ¿qué sentido tienen los diques que presagian la noche?
¿Qué regocijo de piel tienen los páramos, la acumulación de gritos,
la turbiedad de los espacios inasibles? —En el último traspiés de la congoja,
gastamos las ventanas inéditas de la ciudad; desencajamos la escarcha,
mordemos la crispación amarilla de las soledades.
Salvo el ojo del tiempo, sigue la marcha de los funerales, esta fatalidad
que no redime el drama quejoso de la arqueología, la mendicidad dejada
en los ijares. (Por cierto, no hubo nunca una palabra última, sino una lenta
castración de campanas y sombras enfundadas en el espejo.)
Barataria, 16.VI.2014

miércoles, 25 de junio de 2014

VEJÁMENES

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VEJÁMENES




Vos que latís en el zócalo de lo prohibido paladeando la dádiva
de la inequidad, días debajo de los tatuajes y los códigos del terror: siempre
es terrible el lento párpado del estanque, los plurales enajenados
de la pesadumbre y las convicciones en anestesia.
He visto el carnaval de los anillos de sal, y el impar del poniente
transferido al ahogo. Nada me dejas, sino cirios y oraciones y escapularios
y doloridas siemprevivas de ceniza.
Hay cofres vacíos dentro de las aguas amarillas de las heráldicas;
arden los cabellos espectrales del musgo, —en el altar del frío, la densidad
fructuosa de los vejámenes,
las hojas del tiempo que bajan a las sienes como señal manifiesta de la herida.
Después de los abatimientos, muchos rostros ausentes…
Barataria, 14.VI.2014

lunes, 23 de junio de 2014

CORVO

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CORVO




Enmohecida la última sombre de la lámpara, oscuro el letargo seco
de las distancias. (Nada queda sino lo remoto); en el polvo denso de la avaricia,
corvo el parpadeo frente al espejo. Hoy los cataclismos petrificados,
el tiempo rompiendo la boca, vos a la orilla de la partida,
encorvadas de humedad las lejanías.
¿En qué memoria se alzan rectos los caminos, las aguas que graznan
en el vacío? ¿De qué fiebre se alimentan las tormentas, el abismo huracanado
de la garganta? Bebí toda la soledad ahogada en el sueño.
Una puerta y otra, nos vieron con despiadadas y gastadas manos;
una ventana y otra, fue solo mueca en el camino al vacío.
En el sopor de la indiferencia, ninguna sed abre aldabas y alacenas…
Barataria, 12.VI.2014 

viernes, 20 de junio de 2014

DIURNO IMPOSIBLE

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DIURNO IMPOSIBLE




Allá lejos donde las esfinges del mar alzan sus rostros de sal verde
tatuados por el sol
abriendo sus abanicos feroces entre las arenas
cada noche las cuerdas del cristal y las poleas furiosas suspendidas del techo
balancean su péndulo sobre mi cabeza…
Enrique Molina




Todas las formas delatoras en el ojo de la intemperie: es imposible la claridad en la perturbación de los brazos desciendo a la hora tardía náufrago de  lámparas es día o noche el viaje inasible del grito o el suspiro del fuego fugaz del horizonte desentierro los fragmentos infames de los muertos el zumbido de los sueños siempre giran endurecidos el grito me da la secuencia del tiempo y las palabras disueltas en la lengua del polvo en la última sombra de mi vigilia el estruendo amargo de la escritura a veces la súplica con sus harapos la fe que se torna hostil a falta de monedas hacia dónde apunta el hueco de la ventana la punta del puñal los relojes mutilados en el dintel de la puerta ya he dejado de creer ahora todo en mí es una sospecha permanente jamás me he sentado a la mesa del poder amanezco me levanto con la misma herencia de siempre: mi tiempo, conciencia y pájaros algún eco del espejismo de las calles (la hoja y la tinta son mi itinerario) quizá los gatos nupciales que corretean sobre el tejado y el potro del asombro en la semilla del cierzo nada resulta más elocuente que adentrarme a mis grietas limpiar las huellas de mi hambre lavar mi sed lejos de los homicidas (afuera en la calle hay candelabros y rostros inclinados en la chaqueta del espejismo pasamanos fríos ¿recuerdas mi respiración arrastrando vientos? después nos quedamos goteando nostalgias atrás de nosotros la cortina de nuestra sombra los trenes imparables de la extrañeza las demagogias y sus atalayas y los trashumantes del poder) ya no sé qué tiempo fue mejor si el antes o el después ay la tormenta in fraganti permeando el taburete de nuestros ijares el olvido que nos aja la conciencia siempre es severo el sentimiento de culpabilidad la doble caligrafía de los labios la podredumbre condenatoria del cuerpo que nos intriga hay dominios atrás de la noche que nos ven: envidias fotografías en desuso mientras camino siento la pesadez despiadada de los andenes los sombreros sueltos de las expectaciones o los paraguas levantados con rigidez uno nunca puede adivinar la falsedad en la olla de presión de las enemistades ni qué pelajes se levantan de esos cuerpos  podría tragar guijarros de pronto sobre esta tierra y no es extraño después de todo: después de todo ignoro si es el porvenir es pródigo en esperanza o tempestad ¿quién triunfa en un diluvio degollado? hoy —lo sé— despertaron embarcaciones en mi pecho irrepetibles inenarrables como una begonia erecta en mis palabras (guardo las reliquias desnudas de tu revelación las vocales desintegradas ese hallazgo desangrado del fuego el alto grito del destino de tu semilla más promisoria) en la tierra seca de mis salmos la inmundicia que quiere hundirse en el surco del calendario pese a todo estás pero me acerco al  pantano de la muerte solo sombra el alma entre la maleza me mudo nunca fue victorioso el moscardón en el pecho ni mis viejos ojos tratando de abrir el cerrojo del júbilo el atolladero en la garganta es enorme como un matorral difuminado en los retumbos de los pensamientos ante el vahído mis manos en la frente y el temblor súbito de los golpes…
Barataria, 14.VI.2014

jueves, 19 de junio de 2014

IMAGEN Y SEMEJANZA

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IMAGEN Y SEMEJANZA



A César Ramírez Caralvá

De un lado a otro me paseo
la cierra de mi mirada corta circularmente los horizontes
y permanezco erguido
punto negro del cetro
en medio de una corona circular
mi vida que se deshace tal un círculo en el agua
Michel Leiris




A imagen y semejanza lo inasible del pan en la transparencia las palabras en la sombra miserable de lo enjuto las palabras delatoras de mis huesos  el cuenco de mis manos en el fuego tardío de las canicas es demoledora la danza del eco en la utopía de las horas resurrectas la ciudadanía que transcurre en la gratuidad de la zozobra me dueles como me duele la moneda del desamparo esta necesidad cohibida de los otros el silbo de las calles pregonando la horchata las enchiladas los tamales pisques la recua de adversidades que salen a través de las ventanas me dueles cuando el día es la cirrosis en los pocitos de agua del invierno caigo sobre las aceras  con mi instinto de feligrés nocturno escarbo en los tapiales de la libertad como un muerto en la agónica ciudad de todos los días hay mucho drama —me dices— en ese afán peculiar de los artificios: nos reímos podríamos reír entonces sin mayores consecuencias (los absolutos acaban siendo invertebradas ideas) lo sé cuando los niños juegan a la escritura de los relámpagos más limpios del planeta —claro— que no los huele pega o los lustradores de zapatos o las vendedoras de melcochas para no alterar el orden de las cosas pongo mis huellas sucias en el cuaderno así glorifico la contemporaneidad del espasmo siempre los recuerdos escupen en mis costados las sienes en el ultraje del tiempo la ironía con sus manuscritos de orina hueco el espejo de los caminos vívidos ¿quién nos mira desde las cercanas tierras de la indiferencia? ¿quién nos invita al sosiego de la patria? el día nos arrastra con sus vestiduras ahogadas tu cuerpo el mío distraídos en medio de las sombras únicamente abro los ojos para ver el pájaro oscuro del horizonte los dientes inagotables de lo insaciable lo imposible que resulta la suavidad la legua de madrugada en el cieno la piel arrojada al camino de los cansancios pese a todos los análisis resultan extraños los güistes en las palabras el canto adentro de las paredes: la rama de la tempestad y sus breñales nadie se inmuta frente a las crecientes aguas frente al golpe y al galope creedme que todo es vértigo en las aldabas la brizna el alba las húmedas líneas de los encajes que se deslizan como un río terrestre el caudal del delirio en el tropel de la desmesura en la vida real el mito o la leyenda es solo eso: el enjambre es profundo en las entrañas cadáveres terribles girasoles cuerpos efímeros en el ala para salir de la tormenta la liturgia giratoria de los aullidos y el abanico frontal de la escarcha (nada me es dado gratuitamente) el número impar en el estupor de las lámparas la heráldica antigua del sollozo junto a las formas infructuosas del tiempo sustancias de granito máscaras atavíos encías condenadas al pus aunque no me lo digan conozco el rostro y sus contornos la alabanza o la indiferencia nada me has dado sino la muerte del horizonte las sombras consabidas para el tránsito la fuga violenta del azúcar y esta oscuridad de recuerdos creedme a menudo el lamento es un pájaro de remotos tiempos y eclosiones no hay misterio ni brújula dejadme con estos ojos de cansado blues con esta montaña de atavismos dejadme tal cual: balbuciente abriéndome a la tortilla ¿qué otra posibilidad existe? acumulo ya con cierta pericia la carcoma de mi propio cuerpo a imagen y semejanza del tizne propio de mis espejismos…
Barataria, 13.VI.2014

martes, 17 de junio de 2014

MEMORIA DEL INSTANTE

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MEMORIA DEL INSTANTE




“Como los perros, siento necesidad de infinito… ¡Y no puedo, no puedo satisfacer esta necesidad! Soy hijo del hombre y de la mujer, según me han dicho. Me sorprende… ¡creía ser más! Por lo demás, ¿qué importa de dónde vengo? Si hubiera dependido de mi voluntad, habría preferido ser el hijo de la hembra del tiburón, cuyo apetito es amigo de las tempestades, y del tigre de reconocida crueldad: no seré tan malvado.”
Conde de Lautréamont.




¡Cuánta luz en el ahogo de los días salpicados por el invierno! (vos) como aquella respuesta a la indagación de mis cansancios disuelta en el campo de concentración de mis recuerdos escapada del difícil nombre de los sueños incomprensible en el granito del desuso junto a mis manos el goterón de la renuncia la vida sin alas en el próximo viaje  salvo el fuego negro de las moscas y el demasiado frío en las palabras nunca es suficiente la elocuencia para mitigar los errores cada aullido se rompe en las piedras las noches inciertas en los hemisferios de las caricias en los alrededores del muro del grito  los colores desvanecidos del follaje la salmuera con su filo amargo como una jaula de telarañas oscuras se terminó el tiempo de los poros ahora bebemos los cuervos del desencanto la orfandad con su día de búhos en la mesa sin embargo los platos perversos del hambre los relojes colgados del hollín: todas las escaleras son lúgubres avanzo hacia la calle de lo oscuro hacia la roca con sus pliegues gastados  hacia el metal del viento desconocido entre cauces y despojos con muletas ¿por qué tantos poyetones con tizne y rescoldos? las horas desprenden habitaciones vacías nombres entonces quemados ilusorios nombres sin ojos entre orquídeas mimetizadas formas siniestras atravesando los anillos de la tinta el litoral del cenicero con sostenes de colillas ¿qué me hace diferente hoy a aquellos días simbólicos con lluvia con aire con muebles? no hay pasado sin que acaben los suspiros el frío interior como tantos crímenes alrededor de las alambradas del aliento no hay pasado sin manchas ni memoria amurallada de sombras: ah cuánto me resisto a ser siempre un ser proscrito una conciencia perturbada esa sed cotidiana en tierra extraña en la convulsión de las ventanas la ceniza asegura su propia tempestad la negación como lomo de elefante la harina mutilada del alba grita en la savia ciega de mi sangre ¿hasta dónde ararán los recuerdos esta tierra del despojo la sombra del asco y el duelo a mortajado de las palabras que se quedaron en la diadema del campanario? nunca se sabe el destino de lo efímero ni qué buitres levantarán su epopeya (vos) Ítaca desvanecida de mis semillas en medio del alud de mi silencio ¿quién me puede explicar la tormenta coagulada del calendario todos los intentos de la felicidad ahora fragmentos alfileres de miserable tumba? de pronto hay tanta melancolía en los ojos y techos arrugados preguntando por el sol todo baja al fondo del arroyo del pavor: calles por cierto de famélica esperanza es como si de pronto toda la herrumbre hubiese madurado sus racimos de piel herida (yo ya sabía del abandono y su noche prenatal de crecimiento de la zarza inclinada desafiando al pecho sabía del trueno que horada sienes y costillas conocía el disimulo y sus pródigas meretrices siempre sucede que nos azota el circo y su viento de vejigas infladas todo acaba oscurecido miserable en las tripas del hollín en la lluvia obscena que desemboca en los ijares) hay tanto que decir frente a los dilemas del tiempo: braman tantos nombres metidos en la cabeza que prefiero alejarme del yagual de la vejación retirarme del designio de los antros y proceder a inventariar todos mis defectos: la lluvia lava mis pies indefinidamente aunque no soy amigo de ciertas tiránicas vehemencias después de todo ningún cuerpo es ingenuo cada cual lleva encerrados sus ahogos…
Barataria, 09.VI.2014  

lunes, 16 de junio de 2014

VIAJE A FONDO

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VIAJE A FONDO




El que dude, antes de proseguir, debe llevar a cabo una sencilla experiencia.
Tome un revólver cargado y como jugando aproxímeselo a la sien,
inmediatamente sentirá el anuncio de una nueva primavera y el licuarse de
las piernas del mundo que se niegan a sostenerle.
Juan Larrea




Me sumerjo en los labios de la huida esa que salpica los poros de la dádiva y ahoga como un litoral de espesa neblina las ingles del cansancio las letras incomprensibles del tiempo que indagamos cada día el remedo de los nombres que desintegra las imágenes impasibles del espejo en la ceniza abisal de las entrañas solo el hambre y su íntimo fango el azote impune de las mortajas: allí los crímenes oxidados en los túneles en las fosas comunes del dolor ¿qué río atraviesa a la ciudad sin ningún respiro? rejas como sepulcros de orfandad amargas lenguas de las alambradas centinelas a la paz estas estatuas que perturban la conciencia estériles cisternas disfrazas con homicidas sedientos sórdidas mutilaciones del arco iris en medio de la inmundicia dulcificada de los azadones los días enfurecidos en la garganta las sombras sordas simultáneas mordiendo el entrecejo ahora el polen se ha convertido en carroña germina el equívoco como una batalla apoteósica ¿quién restalla el incienso? me muerden los rincones de los buitres y el aire insólito del terror del inframundo: me muerden las agitaciones los trastornos los estremecimientos los acalambramientos las contorciones los azogamientos los espasmos las epilepsias las pataletas los escalofríos no convidados  no evocados no reunidos no persuasivos ni apodícticos de pronto florecen las estampas de algún caligrama amanece la claridad ciega el territorio del pecho con sus coágulos el mausoleo de los nombres de todos los nombres la epopeya es enorme claro a veces almibarada imposible de repetir en la memoria (me quedo absorto ante la pared entintada de verbos que ni Dios entiende) desciendo a la costura de mis cicatrices —en realidad de muchas— lamo el buen humor de las figuras hieráticas bien amadas banderas en la plaza cívica esa locura cierta de acercar la esperanza esa vigilia memoriosa “de crear el pasado”, tal las palabras de D. Miguel de Unamuno ver el reverso de la página de los sonidos la masa invencible de los imanes quitarle a la sintaxis su forma pervertida elevar la alegría a ventana no hay tiempo para la oblicuidad de las burbujas no hay espacio para la convulsa forma de las diademas no hay cucharas para la estridencia el puzle de la lengua dejó de ser infinito hay que degollar los días de saliva en los expedientes del universo solo los magnetismos frente al espejo se desvanecen las conjeturas los días imposibles de los absolutos riamos agrietemos el pasado y sus oprobios tal vez la lluvia lave toda la violencia la impotencia los ocultos impasibles a las plazas démosles el pan necesario y no la costra de las cataratas es y no es el tiempo sábana acogedora es y no es el zapato bostezo ni transmigración perversa ni tedio es simple indumentaria de monedas cansadas en el ojo y el árbol las teorías como gota presente del tiempo: ¿cuánta polisemia sin embargo tienen los minutos? ¿con cuántos trapos se cobija la historia? ¿con cuántas raíces se sostienen los pájaros? ¿con cuántos paraísos se hace una fortaleza? de seguro vos y yo seguiremos mordiendo las afonías del aire y allanando esa hoguera de la página con la ternura de la tinta desde lo hondo del cauce  esta dura faena de seguir gastando nuestros zapatos la primavera avanza sin los topos del luto…
Barataria, 08.VI.2014

domingo, 15 de junio de 2014

¿REINVENCIÓN? ¿DUDAS?

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¿REINVENCIÓN? ¿DUDAS?




Encontrar al fin la inocencia en una noche sin término
sin pensar en el día que no volverá
ni en el gavilán que no logrará despertarte.
Enrique Gómez-Correa




A toda luz la luz oscura de los perdigones en los goznes y esas viejas manías de lo caduco el sinsentido a la hora de la ceniza en el olfato bailamos qué música bailamos junto a la sombra de un mundo de recuerdos la memoria histórica hace sonar su timbre no más bajo ni estridente que las bocinas del vecindario (ciertas victorias dan miedo cuando solo se quedan en lenguaje) prefiero desperezar las alas e invocar la lámpara solitaria de Aladino: ninguna verdad es absoluta todas son medias verdades o mentiras disfrazadas con caricias ¿debo entonces reinventar mis sueños entre la breña dejar a la orilla lo estático las viejas consignas de la nostalgia—? desde dentro las aguas recónditas la combustión legendaria que no acaba la fertilidad del desuso las semillas prodigiosas de los ojos vacíos dudo de la rosa blanca que consume mis pupilas a cada quien a fin de cuentas su siglo de sueños estamos como apuntan los economistas en la miseria respiramos las sábanas secas de la soledad nos estorba el hervor del mechón del aliento los retumbos del orgullo nacional los veintiún cañonazos de la revelación nos enamoramos fácilmente de las verrugas de las profecías y slogans luego queremos beber el agua de la prosapia ya antes me han advertido de las frases con desgano de lo pintoresco que resulta el cansancio y las disculpas ¿duermo? ¿sueño? no aunque estar despierto es como estar dormido en esta geografía: todo es ficción en la boca de los albañales todo es negro crepitante como el café que bebo antes de la siesta en el preámbulo de las señales miméticas de pronto siento las cucharaditas de azúcar y vinagre en la boca el té de muérdago de la inocencia de los discursos una y otra falacia de mesa servida gafas negras condimentadas con jardines y botellas y piropos para ablandar la sensibilidad de los días más largos mordiendo las sienes (hay que reírse en compañía de tantos recuerdos de lo prohibido y lo nefasto de las idolatrías y las togas de los poderes invisibles de la escarcha de las avispas y sus herrajes de los bailarines y la pureza excelsa de la libertad y la usura de los clowns y las penurias de los sostenes demasiado fervorosos) ¿quién sabe dónde está el barco de los muertos el infinito del aceite lo insólito del motín de las hormigas? llueve cuando pienso que llueve (si pudieras apaciguar todo este nudo que se me hace en el pecho todo el tiempo encabritado de aplausos si pudieras contenerme detenerme sostenerme en tu ombligo de globo terráqueo y asignarme tus vacíos de roca ígnea tus pies de avispero enrojecido tu pecho de panal y linterna solo si pudieras ser el primer fuego de la flor de izote del himno nacional) me desvanezco en estas horas de confusión trascendental aplaudo a los relatores del futuro respiro tardíamente sobre las escaleras clausuradas de la culpabilidad una ópera una ranchera un partido de fútbol la cocina y sus contrariadas cebollas: la realidad desafía cualquier imagen inmaculada nada impide claro escuchar los chasquidos del futuro sus antes y sus despueses los abrazos efusivos y furtivos y tener esa sensación de libertad envolvente casi mítica con jadeos con ramitas de yerbas aromáticas hacerle cosquillas a las lágrimas con buenos modales sin dejar residuos sobre la carcajada temblorosa de gozo pleno algo me dice todo: los yaguales de las nubes siempre son grises mal que bien resisto a los vahídos abrazo el ungüento del poniente trato de ocultar mis frustraciones me divorcio de la menopausia y las dolamas consiguientes mañana seguramente tendré otros argumentos: el bostezo y su tarareo harán lo suyo aunque exista otro montón de posibilidades la fastuosidad nunca es buena noticia cualquier vaguedad suele ser producto de la impotencia frente a mí siempre lo inverosímil de la tristeza y la alforja vacía…
Barataria, 07.VI.2014

viernes, 13 de junio de 2014

ROSTRO ÁVIDO

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ROSTRO ÁVIDO




Entre la celosía caliente de los párpados, el tiempo y sus aceras fervientes.
En el largometraje de la esperma, el deletreo de fondo de la sábana:
crece el cuerpo explorado, y el drenaje que depreda. (El mundo aquí,
es solo el ojo abierto de la carne, el espacio donde el mapa de la ternura
hace inexcusable la sedición del mar en su intensidad.)
No existe mayor resplandor que el aliento obstinado a los poros: todo es así.
El ojo incandescente entre tus muslos, todos los absurdos irreparables
en el pulso, toda la avidez y sus posibilidades…
Barataria, 06.VI.2014

miércoles, 11 de junio de 2014

NIDO

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NIDO




Sentía una ternura que me llevaba a acariciar todas las cosas: lomos de
libros, filos de navajas, hocicos de gato, rizos de pubis, prismas de hielo,
cucarachas mohosas, lenguas de perro y pieles de marta, gusaneras y bolas
de cristal.
Agustín Espinosa




Aquel pájaro sueña en sus ciegas claridades: roto el cordón umbilical es necesario recoger las colillas lentamente para no contaminar el orden de las cosas en el epicentro de la perversión las aldabas de la resurrección el torrente esdrújulo del lecho es casi imposible no pensar en la oscura claridad de los discursos depositarios de las fantasías del mundo me gana la impaciencia de la noche con esas paredes llenas de remordimientos ¿quién me ve desde aquí cuando las esquinas atraviesan el tránsito cuando los chiriviscos son la tentación de los minutos?  ¿cuánta ternura es necesaria para pensar sin rencores la historia? ¿cuándo las hamacas de las ramas dejarán de ser sombras del vaivén?  la noche está escrita en la lengua del alfabeto no siempre desde las alturas se divisa el río de la eternidad ni es posible masticar todo este universo cansado: cada vez nos destruimos  nos anegamos de una sed distante y sin reposo nos morimos sin despertar atónitos mordemos los bejucos del entresueño hasta arder en un idioma indescifrable escrúpulos o no me lleno de remordimientos cuando pienso en la mueca de los jardines esos lugares enrarecidos por el índigo tortuoso que atrapa los huesos de mi ciudadanía la niñez fue otra cosa —suspiro— hoy que veo el almanaque Bristol a colores y hay crayolas y diccionarios a full color (detrás del tiempo siempre hay manchas irreconocibles) ya lo diría Freud en el extravío de los sueños juego con júbilo a la fugacidad enciendo el follaje de Dios y grito por los cuatro costados mi demencia petrificada allí en el ojo de los jinetes apocalípticos a veces me da por coleccionar todas las sombras grises del cielo no el azul de lejanía transfigurado en océano no las hojas amarillas que bordean mi nido no las aceras profundas de superficialidad (en medio de la lluvia también el aliento toca su propia armónica) siempre la soledad apesta a desierto vos lo sabés porque apretás los acantilados con la punta de los pies no siempre las alas se agotan en el desvelo a veces el rincón de la ternura posee su particular rebeldía me extravío cada vez en el júbilo que me provoca la infancia instintivamente me vuelco a las alas ¿sirve de algo el tiempo que ya no existe? ¿hay manuales para permanecer en la inocencia? resplandece la marea del viento entre las ramas de las sienes —vos casi reclamada por el panal del rocío: es extraño e inenarrable la densidad del vacío la puerta de la sospecha de los zapatos la jaula y sus alambres oxidados  esa otra distancia extrañamente de la clarividencia puedo ver los muñones irascibles y apartar la palidez de las espinas puedo verte tardíamente con mi candil de luz avergonzada: uno de pronto se detiene en los insomnios a nombrar todos los nombres lentos oscuros que habitan la penumbra: la brasa del miedo y su petate ardiente la niebla y su peregrinar sin brazos ni manos todo el corazón espumea en el cántaro tatuado de la edad todo cae sobre la escalera en descenso del otoño ningún juego es tan letal como el fenecimiento de la sintaxis como el poema que nos muerde desde dentro el resto lo hace el escalofrío de la tierra y la sensación de sentirse náufrago atravesando el susurro de la sed y los espejos cuando el lado claro del calendario tenga sentido la náusea dejará de ser pared con vómito ahora sobre la saliva y las larvas los tentáculos de mis huesos y la lluvia demente de las sábanas mañana en el  camino otra vez los declives innumerables del miedo haciendo su trabajo de sarna mientras vos resollás en otro follaje donde no llegan los sellos postales ni esta vieja historia de brazos ateridos
Barataria, 03.VI.2014

martes, 10 de junio de 2014

LENGUAJE

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LENGUAJE




No tenemos miedo del más allá que se agita como un mudo el más
[allá que va a saltar sobre nuestra razón
y de ese frío lúcido que vela sobre la constelación de nuestras inquietudes
más absurdo que el muerto que han enterrado con la mitad de una
[carta en el cerebro
Vicente Huidobro




Ahogada en el grano de maíz la nostalgia y la intemperie el nicho de las lámparas el ojo de agua del pájaro en la inevitable caída de los coágulos: un día no seremos los perseguidos de siempre por el hambre ni por los slogans publicitarios de la muerte ni por la espuma desenterrada de los litorales (siempre estamos en la vecindad de la tristeza la noche es redonda como una moneda en desuso) es cierto cuando me decís que transitamos diariamente entre la oferta y la demanda los saldos en rojo salvo tu ombligo y poros de primavera salvo una apostilla debajo del paraguas salvo los gánsteres que depredan y no aúllan hablemos de la transparencia y no de los cementerios quizá de Comala buscando a nuestro padre entre el estiércol y tantas albas envejecidas hablemos del aserrín fosfórico del cierzo (los políticos los consorcios del mercantilismo los truhanes quizá nunca se ven al espejo) su imagen siempre es adversa e irreparable yerma a menudo como un promontorio de criptas desvencijadas siempre me ha gustado esa palabra vértigo: pienso que son normales los mareos en un país anormal el equilibrio siempre da la sensación de trastorno: la vida es rotatoria y mortuoria a veces salobre en la tormenta de las parábolas Edipo en la arteria de los pinos la corrupción y sus acólitos rondan los escarabajos en mi olfato las ratas los ciervos las heridas el largo trajín de las moscas sobre los andenes la zarza las alambradas del recuerdo vuelo antes de enmohecerme tras ciertas infusiones alto es el fósforo de las estrellas que se ahueca en mis manos el espantapájaros de la asfixia ahí en los préstamos hipotecarios de la esperanza siempre me hablaste del Paraíso y la Tierra Santa del agua bendita que gotea de los ventanales de su excelencia la fealdad y todos sus juegos maquiavélicos de cierta literatura que nada tiene que ver con mi deseos: espero mientras le hago trenzas a la luz y a la fiesta de grises afilada de los sonidos que produce el insomnio ¿quién se atreve hoy en día a desechar los zumbidos del miedo? ¿quién muerde el talón de Aquiles de las limosnas? me mareo sobre la nuca de los cuchillos retorno a esta tortura de los recuerdos —a tu cuerpo y al mío— al cataclismo de las direcciones postales: siempre tengo la sensación de leer las mismas palabras aunque sean diferentes en dirección opuesta a lo consabido todas las túnicas son iguales en las morgues loco yo en medio de los zarpazos del tiempo loco entre las púas de ciertas palabras loco mirando hacia tu ventana al mar a la pasión del nacimiento al instante del sinfín de la tinta sobre la hierba inmolada de tus poros loco sobre la rama sexual de la sed loco en el silencio del estruendo de la libertad (allá en aquella sombra del aliento el tren derretido del incienso y las tantas mentiras que inundan al país: ya hemos multiplicado los panes hasta la saciedad y el hambre sigue como un remolino de salmuera) vos y yo envueltos en la máscara del lenguaje ¿dónde pasamos la tormenta? ¿en qué cántaro guardamos todo lo lúgubre las apostemas y los diviesos la sífilis el chancro de los sociópatas disonantes del arrullo la carne despedazada de los libros? ¿qué muertos recitan nuestro lenguaje? ¿qué fríos oran en los falos alrededor de la sal de mis ojos? ¿es un horror el ojo bizco sobre el poema? camino con el propio purgante de las palabras hoy mañana el rapto de lo indescifrable hondo el polvo de la luna sobre nuestros poros sepultadas las bragas del desvelo…
Barataria, 02.VI.2014

lunes, 9 de junio de 2014

ENTRESUEÑO

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ENTRESUEÑO




Casi entre la bruma la lucidez de mi conciencia: La vigilia martilla
los mástiles, y los días en trance en medio de la penumbra.
La memoria se pierde en el pantano del aletargamiento. Mengua cuando
los imaginarios también asfixian,
y la sed se torna extraña en las esquinas de la clarividencia: en la oscuridad
hay pájaros extraños, sustancias distantes y aullidos.
En ese trasiego de heridas, el candil deshecho de los arcanos y el espejo
con su cueva infinita.
En la ceniza de allí, un tragaluz soterrado gime como un mendrugo
en las manos de mi propio cautiverio…
Barataria, 30.V.2014

sábado, 7 de junio de 2014

ALLÍ LOS OJOS

Imagen cogida de la red




ALLÍ LOS OJOS




Allí los ojos desvanecidos en la noche, sobre el polvo de las sombras
 deshojadas. Alrededor de las ventanas del cuerpo, ¿cuántos presentes caben? 
¿Cuántas noches? Todo lo ofrezco a las calles silenciosas donde hurgo
el olvido de las imágenes que acompañan a las depredaciones.
—Quizá solo pueda saludar a los paraguas póstumos de la muerte, al petate
de la oscuridad en la clarividencia,
o al pájaro desconocido que respira en la distancia.
(Lo vívido nunca tiene ropa, si acaso la verdosa piel  del musgo o el alter ego
de la ceniza frente al espejo.)
Ante mis ojos, el estribillo del confín y sobre la orfandad, el ropero del follaje.
Allí, ebrio de paredes mis ojos nocturnos.
Allí, siempre mi pobreza y su legión de sábanas raídas.
Barataria, 28.V.2014