Imagen cogida de la red
CUADERNO
Cada vez se hace imprescindible el cuaderno del viento en la
imagen
de la tinta. Nadie lo sabe, pero
los relojes traen humedades
a la medida de mi aliento. (Es la palabra sumergida que emerge del
instante
de cada proeza que germina desnuda en medio de la multitud.)
—Unos dirán que es defecto este
ejercicio del día de platicar con el
silencio;
otros —no sin alguna sorna—
elevarán plegarias para no transpirar el poema.
En este punto cada quien tiene su
propio oráculo.
Yo, entretanto, sigo fiel a los
solsticios posesos del tallo de la tinta,
y al ciprés que se vislumbra en
el umbral. (En lo alto del eco de la
tormenta
nunca faltan las hélices del cierzo),
y esta hambre que me dejan las
calles cuando entran las paradojas de la noche.
Barataria, 30.I.2014