Imagen cogida de la red
SOLEDAD
Y tantos
recuerdos que el alma regresa al río de las quemaduras. Y tanto grito que
oscurece los espejos. Y tanta penumbra en los brazos, cerraduras ateridas, y tantas
hipotéticas cenas en medio del estiércol.
(En los relojes se acaban las agujas punzantes de las antípodas.)
A veces es
la noche la transparencia de la almohada, o la ficción del abrigo anhelado.
De la
soledad, sólo la maleza del abandono y la historia baldía que hurgan los
sentidos. (Nadie, después de todo,
recordará la última tormenta ni hará acopio de las cobijas trilladas del agua.)
Del libro:
“Antípodas del espejo”, 2018
©André
Cruchaga