Imagen pintura de Willem de
Kooning
LUGAR SIN LÍMITES
Siempre me encuentro en ese lugar sin
límites de guijarros ahí algún manicomio hipotético que me sueña inmundas las
calles del infinito con su caligrafía de sal imposible la cara desaseada del
sollozo y todos esos equívocos nunca desmentidos de la vida: en el fondo la
conciencia es sólo otra especulación de ventanas o un pasatiempo donde juegan
al polvo los minutos nunca pasa nada cuando la razón es apenas una fachada mal
diseñada del aliento encima le falta el calor de brazos y el secreto de la hoja
(siempre hay peligro en el humo de lo
insípido en la risa espasmódica y lúgubre de las colillas en todo aquello
dibujado instintivamente para morir ¡no! ¡es imposible todo esto! nunca tengo
opción para elegir uno a uno los estrangulamientos o en todo caso las travesías
de la noche todas esas sombras lascivas y suplicantes el ala sojuzgada) —de
pronto me urge el silencio: debo disolver los armarios de la intemperie
encenderle una candelita morada al presagio darle un purgante al reverso de las
fotografías guardar los excedentes líquidos del vuelo domesticar por si acaso
las lámparas del Paraíso dondequiera que camino hay sombras y candelabros y
lugares con gargantas de melancolía y bestias agonizando en salmos de cuchillos
y océanos de fuego como un médano en el aleteo de los litorales —(nunca pude regresar a tu piel porque
tampoco tuve noción de las líneas divisorias del dolor o del olvido: en la
tozudez de la deshora siempre las extrañas lenguas de ceniza y la memoria que a
ratos desespera por su terquedad) del otro lado del goteo la historia de
los días devastados por los muertos es atroz el embuste y su otra manera de
suicidar la conciencia más allá del gozo que suscita la blasfemia nunca en
definitiva entenderé las monedas degastadas de lo incierto ni los desgarramientos
previos a la resurrección del aliento: todo lo humano corroe hasta las pupilas
al filo de los andenes casi que todas las melancolías juntas el peñasco ronco
del deseo los traspatios ahogados con sus osamentas y una que otra lágrima como
una tormenta cayendo sobre las tumbas (más
allá tus senos y mis fríos y la paciencia de no renunciar al pretérito) Más allá la boca del fuego en la olla de
presión de una jaula bengalas de humo en el ojo desasido de un escarabajo rojos
días a la luz de la cópula
Del libro: «Paraíso de la
demencia», Barataria, 2016
©André Cruchaga
Imagen pintura de Willem de
Kooning