Imagen cogida de la red
TENSA OSURIDAD
De otro tiempo, las ramas
acorraladas del grito, la sombra tensa en los ojos.
Entre infancia y sábanas, la
intemperie amarilla de los huesos putrefactos.
Agoniza la escritura damnificada
de la brasa y su existencia de nombres
oscuros: al termino del día solo
nos queda el inventario de los desaparecidos,
desposeídos en su silencio,
anónimos en el desván de heces que los cobija.
Nadie sobrevive a este vértigo
impuro, menos al coágulo derramado.
Nadie levanta la voz ante el
latigazo de la tortura,
nadie derriba las bodegas inicuas
de la zozobra y del nido calcinado.
(Caigo en la cuenta que
nadie comprende esta oscuridad que atraviesa la cara.
Manos. Vacíos. Noches. Olvidos, no; ni descanso. ¿Quién duerme
arrodillado
en el extravío? ¿Qué hombre o mujer encuentra la luz o el sin
crujir de dientes?
Bajo las aguas negras, los cementerios clandestinos,
las elegías como un foco de invierno, los oscuros caminos del
desamor.)
Al pájaro de la geografía, las
puertas escondidas del día, los discursos compulsivos
del zodíaco, el espejismo
doméstico que nos lleva al desatino.
En la diaria existencia de los
cansancios, los ciegos inodoros de la respiración,
el filo masticado de los
plumajes, las apasionadas conferencias de prensa.
Todo es desigual en este combate:
el ojo lee los sargazos y el destino
del rocío, después de tanta
enciclopedia de jeroglíficos.
Sobre los adoquines imprevisibles
de la oscuridad, la caries en su desquicio,
o la hamaca del sollozo con sus
desajustes. Sofoca este brebaje del exterminio.
Barataria, 12.IX.2015
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