viernes, 4 de septiembre de 2015

REMINISCENCIAS

Imagen cogida de la red




REMINISCENCIAS




En la hoja amarilla que se desprende de las ojeras, los recuerdos imprecisos
del vaho, las sombras y los barquitos de papel. Caminos desabridos del tiempo
en los coágulos de la saliva y la herrumbre;
en la cavidad informe de los peldaños de la escalera, existen paredes oscuras
y opacidades ineluctables: desconozco si las luciérnagas pueden alumbrar
todo este bosque y lavar los tantos equívocos de las vestiduras.
(Ignoro, claro, si las extravagancias poseen algún tipo de movilidad; si la saliva
arqueada es solo un juego de líneas contrarias a las líneas rectas.
Si una rama puede sostener al pájaro desvaído de la luz, o extender las semillas
desmemoriadas del crepúsculo.
Si vos o yo, podemos indefinidamente estar de rodillas frente a la infinitud;
si ante cada tristeza sea mejor cerrar los ojos para morder lo interminable.
Hemos ido, con alguna perversidad, construyendo nuestros despojos.)
Además de la fatalidad, ¿qué nos sobrevive?
Seguimos junto a la envoltura rota de los portarretratos, agazapadas las puertas 
y ventanas, los nudos ciegos de las lágrimas y el infinito.
En la ropa de las reminiscencias, los tabúes y cierto grado de locura;
(a ratos me río y pienso frenéticamente en las onomatopeyas), me pienso
en alguna remota estación de trenes, mordiendo las impurezas de la melancolía
o, simplemente, disolviéndome en mis propias transpiraciones.
Al final siempre nos queda la duda y la luz descolorida de ciertas legumbres.
Barataria, 27.VIII.2015

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