Imagen tomada de la red
PACIENCIA DE LA MÚSICA
En el fogón del amor que se
revela a través de la ventana,
el agua ciega de la piedra,
efervescente música del rapto,
—temblor de mar, quizá en la ola—
esta música apretada que nace de
la sangre y desvive en vigilia
y escinde los días,
entre el destello de las manos y
la maleza de la caverna.
Y aunque los peces del zodíaco
cumplen su designio, atónito me quedo
respirando en las tumbas,
de esta paciencia mayor que me da
el pretérito de la música,
junto al piano derretido de la
lluvia.
Y claro, resulta que en la
superstición de tus mulos,
hay inevitables gargantas que
andan tejados derretidos, abecedarios rojos,
como una hoja de otoño tatuada en
el pecho.
En el recuento de mis pasos
póstumos, —estarás, estaremos—:
Pues en la ceniza, también
descansa el fuego,
como el ojo mayor del alba en el
crepúsculo, como la danza de los fósforos.
Brataria, 13.XI.2012
1 comentario:
Buena entrada, André
Es obvio, todo presente, tiene un pretérito tatuado en su memoria.
Besos, Ann@
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