Imagen tomada de la red
DURMIENTES
Pero aquí
arrancados de la sed los durmientes desgastados sobre las piedras y los dedos
desdibujados del cielo nuestro maltrecho mundo de charcos estáticos rieles
sobre los cuales encallan las campanas y la mudez de nosotros hasta el tizne
ahora que lo veo la saliva doliente el alma y sobre ese cordel metálico hay que
enfriar la temperatura de la esperanza en el fondo también las palabras dilatan
la hondura o la enjutan en esta sombra de la madera no hay misterios si acaso
navajas que aúllan cuando masticamos las piedrecillas del grito el moho
rastrero de los calcetines o el anticipado amargo de la breña con tal franqueza me deslindo de las
herraduras de la reverencia ya solo tengo cansancio en esta equitación de
abanicos destorcidos y hasta de atrevidos golpes que brotan insomnes en la respiración —no sé si todo perdura o hay relevos en este desierto irrevocable
de lejanía en las tantas alegrías o
tristezas en la oscura cebolla que de pronto toca el aliento en la simple
constelación de la noche allá cuando el vaho muele la herida que ha hecho el
aserradero de la nostalgia a veces forcejeo con las estaciones debajo de las
leyes de la almohada me quedo esperando
la catarsis del calendario me sumerjo en la alborada de la noche con las quejas
propias de la miseria y es que desde el
deletreo de los durmientes el harapo dormita en su esplendidez de monarquía
luego espero las indulgencias del karma por si acaso aunque ya es tarde para el
ala entre matorrales luego del olvido no quiero ni recordarlo no quiero
escribir sobre la madera que entra a la tierra entre túneles y destrozos en el
remolino que me sujeta rompiendo mis propios altares después de todo quedan las
fotografías colgadas de la conciencia quizás alguien les de vida en la arcilla poniendo
la escalera sobre la mesa sin menguantes quizás después de todo este dolor sea
un día accesible a la luz y de regreso la humedad vuelva a ser tinta en el
cuaderno el navío que no fue en la confusión de las aldabas
Barataria,
19.X.2012
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