BAJO FUEGO
Bajo
el fuego, los espejos quebrados de la garganta.
Las
llamas muerden los jardines y el follaje de los aserraderos.
En
mi último periplo consumí los invernaderos y las ventanas
y
calles y los cojines y las herraduras que nos deja en el pecho
la
luna negra de los aromas nocturnos
y
la almohada donde ciegas cantan las estatuas.
(Hoy sólo es el tatuaje que tiene su
propio devaneo en los ijares.)
Pasado
el viento, es otro fuego en el ojal del calendario;
cada
hora carbonizada tiene los tejados derrumbados,
y
esa hojarasca atónica de pétalos cerrados.
En
las noches deambulo con mi estupidez a cuestas y píenso
en
el prójimo, finjo un blues de amorosos confines
alrededor
de las alas de mi epidermis:
en
el Vesubio café, emudeszco de sed y
espejos e impaciencias.
San Francisco, CA,
2013
Del libro: Primavera de arcilla
©André Cruchaga
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