VORACIDAD
Todo el mar como una página en
blanco. Todo el otoño en el pulmón
de una flor. Todas las palabras en el
péndulo de la tinta.
Todo el frío consumido por los
transeúntes de calles petrificadas.
Luego la respiración en una cucharada
de azúcar.
(Uno siempre va por ahí, tratando de adivinar el
milagro del vinagre
y su trasluz de fermentos derruidos.)
En mi cuaderno quedan registradas
todas las sombras de la sospecha.
Queda la muda espada del ansia, el
grafema de la ráfaga,
y esa retrospectiva que recorre el
desasosiego y el goce permeado
por la vana sombra del goce
presuroso.
Ante el vértigo voraz de una
eternidad efímera, la clara añoranza fundida
en un epígrafe, o la ironía solo del
instante.
—El ramaje del corazón siempre es un
incensario de corpiños alados.
San Francisco, CA, 2013
Del libro: Primavera de arcilla
©André Cruchaga
Imagen Pinterest
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