Imagen cogida de la red
UN GRAN SILENCIO
“Un gran
silencio llegó a la calle abandonada”, mientras un vaho maloliente,
demencial,
invade con sus impurezas, la rosa de ceniza de los sueños.
Abrigamos en
la memoria todo el equipaje que uno acumula en los poros.
Siempre hay
un silencio definitivo, cuando parten sonámbulos los trenes,
cuando
alguien tímidamente muerde un pétalo de la noche,
cuando todo
el presente nos parece deshumanizado,
cuando en
los ojos asustan las fotografías y los chasquidos de los excrementos.
Siempre hay
silencio cuando un pájaro ciego muerde el hambre.
Oigo el
tropel del silencio en los abanicos del grito: escucho el susurro que baja
hasta las ingles y allí deja su piedra húmeda de rostros.
Uno se
vuelve oscuro ante tanta excavación y crucifixiones.
(Ya no importa quien habla, imposta la voz, o usa
peluca o espía en la oscuridad
de la noche; tampoco tiene sentido usar boina o
sombrero, si de cualquier manera
uno es reconocido: sin duda es mejor el
silencio: no entran moscas,
y se puede vivir mucho más, si es que ésta es la
consigna.
Tampoco es recomendable abrir mucho los ojos, o
darle rienda suelta
a los fantasmas que uno lleva adentro.
Sólo vos o yo podemos hacer este ejercicio de
ahuyentar la desesperación.
Ahora es necesario evitar que la humedad haga
ruido y se propague
la desobediencia y sean decapitadas las manchas
oscuras por la claridad.)
Es necesario
evitar que se desarrollen las crisálidas.
Callo,
paisito, mientras la noche sube hasta los entusiasmos flagelados.
Barataria, 14.V.2016
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