Imagen cogida de la red
RAYO SOBRE PIEDRA
—Si
dijese en este momento “quiero vivir”, me mirarían sorprendidos por esta falta
de respeto hacia las leyes. Si gritase “quiero mi libertad”, las palabras se
perderían en el resto del tiempo.
Rubén
Vela
Ser fugitivo
ya es condición de las manos del tiempo que se fuga en mis manos las astillas
negras del rayo sobre el taburete del ansia la piedra a secas atravesando los
párpados es dura esta pobreza sin mayores ganancias dura en el cuerpo que me
ahoga —¿quién habita el más allá o se viste
con la ropa del invierno con la saliva estacionaria del crepúsculo? estoy listo
para el abrigo de la hojarasca los ojos se vacían en algún rincón de las
esquinas degollada la frontera de mis párpados no me queda sino la clientela de
la ceniza los antros las palabras inanimadas la lluvia del sexo con sus
aullidos los ladridos de la muerte en el espejo (después de tanto andar comparto la paciencia de mi muerte cumplo con
los deberes de la extremaunción me río de los puñetazos de la ropa endemoniada
friego mis palabras con la carcajada huelo remuevo mis dedos las muñecas
equívocas de mis manos el pulso retorcido de la lengua río y ya ni sé por qué
el ímpetu las renuncias he tenido tantas que ando descalzo pienso en las aguas de
mi isla en afeitar la desnudez revelada de los dones ahora sé que me gustan las
ramas del infinito y la navaja dulce del silencio y las primeras horas del
calostro en las palabras) ignoro ya cuánto vale el suplicio las promesas
los cadáveres la lágrima seca de los recuerdos en el suicidio de todos los días
me harto de la agenda de los sepulcros de la ventana que dejó de ser ventana y
ahora es piedra en el zapato ¿me conmueve mi propia sombra en el espejo? no
todos los pájaros son la expresión de los adioses todos los besos al final son
bisturís todos los olvidos quieren ser tumbas pero por desgracia resucitan sin
ser Lázaros sea lo que sea existen huellas en el más acá que se tornan cuevas o
litorales titubea la telaraña en mi boca la nada es nada en el abandono existen
fusilamientos con palabras bonitas (dímelo
a mí) que la pólvora extorsionó mis poros todo parece tal real que después
el caballo de bastos es insulto en el pretérito perfecto de la dureza solo la
voz pasiva de las sábanas la cama posesa de verrugas nada duele tanto como la
mercancía de los silencios el sueño sin indulgencias carece de levadura en el
barrio de mi delirio muerdo el cántaro de lo inabarcable (vos) la piedra gemela
de mi purgatorio el pantalón remendado de mis ansias ya no alcanza para tantas
aceras dejé de habituarme a lo probable mis extravíos se alimentan de alfileres
(no soy el rayo luminoso sobre la piedra)
redonda e invertebrada como el tatuaje de los días oscuros como las orillas no
comestibles de los vilanos de qué linaje viene el mordisco de las alcantarillas
los pañuelos que sirven de supositorios los umbrales de la página de la locura
el yute maniqueo del cielo los santos días con escapulario nada tiene sentido
salvo la zozobra o las hipótesis de algunos iluminados las legiones de diademas
irreconciliables el semen plural de la geometría deglutida escribir bueno
escribir salva hay cierta felicidad momificada en las palabras —juro que
volvería a aquel idilio casi demoníaco del ombligo a jugar con mis trencitos de
madera morder las paredes glorificadas del césped escribir con tinta verde en
las puertas preguntarle a mi pálpito por los hospicios deletrear la erección
postrera por si es la última a estas alturas sueño con cierta poesía: la
mortaja de la dicción cubre mi cuerpo en el litoral del erotismo quiero mirar
desde el reverso del ojo y derribar las puertas de la dialéctica de seguro en
la otra esquina existe alguna carnicería propia para el desenfreno —juro que
busco el agujero negro de la salida prometeica: juro que no sé dónde está el
rostro de Dios en este infierno de ciervo y excremento…
Barataria, 24.VI.2014
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