miércoles, 12 de junio de 2024

SALTO AL VACÍO

 

André Cruchaga

SALTO AL VACÍO

 

 

Y abajo el cuerpo flotando en sus miedos como otro mundo sitiado

por las aguas del más adusto aliento.

En la palpitación de la edad, los días inconclusos, los recuerdos

que vuelven al mar hasta vaciar las obsesiones del alma.

En derredor se «arremolina una gran hoja marchita en mis recuerdos

irremediables», caen al vacío ojeras y embarcaderos,

caminos de trauma zodiacal, descomunales traumas de una jornada

que se lleva adusta en la espalda.

 

¿Qué sed me empuja a dar este salto al vacío? ¿Qué calle imantada

baila en mis ojos, cáncer y estiércol de fonógrafo de juguete?

¿Qué conjuro hace sangrar mi aleteo, y atravesar repetidamente

lo siniestro de nacer ciego y de rodillas?

Me detengo frente a la hipnosis de los agujeros, al analfabetismo

de un pájaro, a los excrementos del fluir del universo.

 

—Me muerdes en tu laborioso sofoco, —digo, sin ningún reparo—,

me hartas al disolver mis entrañas de campesino incauto.

Uno descubre la audacia hasta que la luz se encarruja en los sentidos.

Hasta que la travesía urge de suturas.

 

Mañana, ante lo inminente, saltaré de nuevo como lo hace el zorzal.

La gravedad lo entiende, lo entiende el paraíso robado

y el escapulario sostenido en ambas manos.

Mientras tanto, toco fondo para ver si existo; hay despojos

en el sánscrito del desván.

 

Del libro: «Final de espantapájaros», 2013

©André Cruchaga

 


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