DUELO REVIVIDO
¿Quién yace aquí,
caído en el grito de la arcilla? Sólo las atrocidades
de los imposibles,
allí, congeladas las cicatrices, revivido el duelo.
¿De qué nos sirven
los axiomas en un mundo de saliva?
Negra saliva de
campanarios ahorcados, revividos en la oración
de los enfermos de
sífilis o tuberculosis.
Negra la cantera de
lo insólito, viejas bocinas de niebla almidonada,
cometa de huesos de
un invernadero donde arden las ventanas.
Días de mortajas:
alrededor de la mesa
la sal escarba en los ojos, retumba la garganta
sus rastrojos,
consume las plegarias.
En la confusión del paisaje, el reloj en cuclillas de jeroglíficos.
En todas partes, el río trenzado del aliento, al punto de la extinción,
salvo por el duelo que se guarda a los deudos.
Obra es de los fumadores de tabaco mordiendo sus raíces.
De los trescientos años de imperio 1521-1821que impusieron
a sangre y fuego su idioma, religión, costumbres y sistema político,
las guerras civiles del siglo XIX entre las élites liberales
y conservadores con sus
respectivos muertos.
Ninguna mano se alza
en mi mano para hundirse en el sol.
Desnudez total cuando
el instante muele los pensamientos.
Siempre supe que la
tormenta es más efímera que la eternidad
de las luciérnagas,
que ese viaje agorero de los umbrales,
y la ráfaga cuya
inmolación nos dura toda una vida.
Del libro: «Final de
espantapájaros», 2013
©André Cruchaga
Imagen tomada de
Pinterest
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