Imagen cogida de la red
AMPLIACIÓN DEL CAMINO
Es el otro
camino de la ampliación del viento, la libertad peligrosa de la locura.
Durante
muchos años la única prevalencia ha sido la farsa.
A veces se
nos arrima la bestia con todas y sus nostalgias juntas, se quiebran
los
imaginarios, demasiados renglones tiene la carudad de la noche.
Demasiadas
bóvedas con pupilas ciegas, demasiados ojos estrechos en el vacío.
Duele el
ijar en la bocacalle del polvo, mortal acaso como el universo;
el ala del
pálpito derramado en el remanso alto de la boca,
también la
desnudez de la muerte entre las manos, la oscuridad del estertor
buscando la
ternura, los otros rostros que tiemblan en la memoria.
Por este
lado de la dureza del granito, el mismo manicomio y sus figuraciones,
los
kilómetros de entonces ahuecados, clínicos en el aullido.
Ante todos
estos laberintos, siempre muerdo las vértebras de la tierra,
pero nunca
escarmiento de ese desgarrón que provoca el abismo.
(¿Qué puedo decir aquí de todos los miedos, de las
tantas noches colgadas
de las sienes, de las rodillas que no caben en los
bolsillos?
¿Qué puedo decir de todos los que partimos junto a
tantas pesadillas?
Al final, ¿cuántas sonrisas tienen las semanas, un
nosotros en el montón
de madrugadas del frío? Ya no sé si ampliamos o reducimos
los caminos.
Tampoco sé si el infinito es infinito cuando la
sombra es el arma blanca
del paisaje, y no hay manteles como flores en el
zumo.)
A lo largo
de los dientes, muerdo los fuegos crecientes de la lengua.
Sólo sé que
en el espejo, uno acaba siendo el otro espejo blanco del sollozo.
Barataria, 2016
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