miércoles, 29 de diciembre de 2010

RECUENTO


Calles anchas. Restaurantes con diversas comidas: chinos, griegos,
mejicanos, —alguien nos sirve y nos calma la necesidad.
¡Vaya comidas a deshora! Afuera, las casas encogidas por la nieve.
Los árboles beben el color blanco de las pesadillas.
—Nos reímos de los catálogos de la noche. Salt Lake City, de noche,
con este frío de mentón insostenible.
Sandy, Salt Lake City





RECUENTO




A Heidi y su esposo



Todo es de polvo, soledad y ausencia.
Todo es de niebla, oscuridad y miedo.
Todo es de aire, balanceo inútil…
CLARA JANÉS





Calles anchas. Restaurantes con diversas comidas: chinos, griegos,
mejicanos, —alguien nos sirve y nos calma la necesidad.
¡Vaya comidas a deshora! Afuera, las casas encogidas por la nieve.
Los árboles beben el color blanco de las pesadillas.
—Nos reímos de los catálogos de la noche. Salt Lake City, de noche,
con este frío de mentón insostenible.
De regreso a casa, leo a Poe y a Whitman. Los cigarrillos
Se me acaban para colmo de males y ya he tirado las colillas
al cesto numerado que espera su destino los días jueves.
Pere me ha enviado ventanas del Mediterráneo, sus poemas,
Con ese loco color que tienen las pupilas del césped.
Leo para desacostumbrar mi aliento; le ofrezco a mi memoria
no sé si nuevas oquedades,
estoy entrenado como los perros a lamer los barcos de las manos,
para ver cualquier espesura inefable.
De hecho doy un beso a las armas secretas de las sábanas:
recuesto mi espalda sobre los árboles deshojados, mientras viene
la primavera, con sus pájaros puntuales al parpadeo del arcoíris.
cada lugar tiene su encanto:
acaricio los megapixeles de mi propio asombro, la sombra hendida
de las montañas, la cena invitada junto al fragor de Alta;
Viene el refill de soda, café negro, cigarrillos: nada es lineal,
como las rayas de mi cuaderno de apuntes.
Todo es cierto cuando las vitrinas se ponen en la memoria:
los hilos blancos, erectos de lo deseos,
la lengua sembrada en las profundidades del filo, las alas
no me son suficientes para sobrevolar la desmesura de los poros,
la herida debajo de la página del ombligo, la armadura
de los sobretodos, los disfraces inventados en el sonambulismo.
Y sin embargo, íntegramente nada es cierto: cada cosa deja de asirse;
cada paso es la carne que se fuga,
los adioses que traga la saliva entre los dientes,
los badajos descolgados de las aceras, el tributo que pagamos
por la fantasía, los escalofríos que abren la puerta del cierzo.
Cenamos un poco de todo con viejos amigos: caminamos al borde
de la noche, nos distrae el banquete inexorable de las salsas,
el chile verde y los mariscos: el pájaro latiendo en el pecho
como una larga sinfonía o villancico en medio del embrujo del delirio.

Sandy, Salt Lake City, UTAH, 02.XII.2010

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