domingo, 21 de noviembre de 2010

POSIBILIDAD DEL HORIZONTE

Cuando todo es frágil, dudo de la posibilidad del horizonte.
La lejanía siempre está cargada de suspiros. Hay caminos de lava
Derramados alrededor de los túneles de la sangre.
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POSIBILIDAD DEL HORIZONTE




Para picotear sobre mi fría palma
bajan aleteando las estrellas…
JOSÉ MARÍA HINOJOSA




Cuando todo es frágil, dudo de la posibilidad del horizonte.
La lejanía siempre está cargada de suspiros. Hay caminos de lava
Derramados alrededor de los túneles de la sangre.
(No somos inevitables a los clavos, ni al espantapájaros
Disfrazado de espejo, ni a las monedas ebrias que brotan del sueño.
¿Qué perdura de nosotros después de tanta vigilia,
De tantos afrodisíacos metafísicos
Sobre el césped de estos días extraños, presentes de puños
Donde caen los racimos del grito, la sorda lápida sobre el prisma
De los profano? —Quizá nunca sepamos qué horizontes nos son
Benignos, qué vulnerables somos con nuestras alas, qué murallas
De símbolos nos quitan el hambre,
Qué noche nos espera en el quirófano.
Vos y yo alzados con nuestro grito. Morimos rotos en la nostalgia.
Cada acera es un silencio alucinante. Ver las posibilidades
Es saltar desnudos sobre el páramo. La sedición nos muerde
Con su calendario cansado. Ahora mismo renuncio a la carcajada
Para adentrarme a ese río blanco de lunas, —a ese esplendor
De libro abierto a múltiples posibilidades.
En algún sitio del pecho, el prisma del fuego nos alumbra.
En dicho arcano nos llenamos de bocas prometidas.
Nada es extraño a juzgar por la pulsación de la sangre.
La luz no es cuestión de misterio, sino el contrapeso a la neblina,
A la oscuridad, a la ceniza, al hollín de los tabancos.
Los pensamientos bajan como monedas a los pies; los juegos
Sonámbulos hablan del entresueño, la agonía del papel y la tinta
Entreabierta de la vigilia: —las aguas jamás amanecidas en las sienes.
Andamos siempre, por cierto, en lo relativo de las viejas preguntas:
En la hoja de la estampida,
En la claridad silenciosa, leve de los vilanos.)

Voy sin embargo, entre tanta oscuridad, reptando en el alba.
Vos no dormís, de pronto, pensando en los días futuros; yo sólo
Hago recuento, de las semillas contenidas en el universo de mis sueños.
Y me doy cuenta que todo mundo cabe en el cuenco de mis manos,
En una palabra, en un armario, en una cama sin sábanas,
En una mesa con comensales, en la respiración, en el sol sobre
Los hombros. Nos hace falta el perro que ladre en lo oscuro para
Atisbar las sombras. Nos hace falta una almohada de hormigas
Para no perder los días colectivos.
Nos debemos todo el ayer y el presente. El horizonte es un espejo
Cercano a las palabras que pronunciamos en la espuma…

Barataria, 20.XI.2010

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