Imagen
cogida de antologiasvarias.blogspot.com
EXASPERACIÓN
Muerdes el frío gangoso de los
insectos, el frío que babea en la mugre.
Perece que las alcantarillas de
pronto se han convertido en el paraíso del deseo.
Uno nunca sabe dónde terminan los
juegos de la noche, los infiernos del día,
los sueños en cuclillas de la
ceniza y los osarios.
La ira no cabe en las pepitorias
de la inocencia, ni en la estridencia del alcanfor.
En la mosca oscura del enfado, el
mundo gira como una pesadilla al trasluz
de cierto río de tristeza; lenta
esta orilla del sollozo y su miope telaraña de sal.
A veces todo se desmiembra en la
piel (no es cuestión de borrón y cuenta
nueva);
es claro que el tiempo se nos tornó herradura, y no lavandería;
Quizá la realidad tenga otra
bifocalidad para leer plácidamente los periódicos.
Uno acaba pensando en una
eternidad inexistente.
Para la alegría o la tristeza, o
el odio, no hay alternabilidad, salvo
en las facciones cromáticas del
poder: ocurre que siempre es así, más allá
de la noche y sus cuarenta
sombras. Más allá de las torpezas inesperadas.
El umbral es un buen sitio para
que todos los transeúntes se tiren al vacío.
En el fuego virgen de las
escaleras, se derrite la sombra de las pupilas
y estas manos torpes, nada
inmaculadas.
La avidez del horizonte es mi
peor enemigo: muerde las palabras hasta destrozar el vigor de la tinta: abre
mis heridas hasta el punto de las funerarias.
(Si algo me exaspera es el frío en la cima del azúcar de tus
pezones; y el silabeo
para morder la lluvia del animal que soy: la sintaxis nace en esos
lugares
de permanente suicidio. Nace, también, la metamorfosis.)
Barataria, 28.VII.2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario