Imagen cogida de la red
SOFOCO
En los sedimentos propios de la
noche invento los vacíos. Muerde el esplendor
del tránsito con sus minutos de
tentación del arcano pájaro que habita
los entretelones del horizonte.
Salta la antigua voz de las manos
y su herrumbre, la ciencia de las curvas
de este mundo, el culto a los
fetiches y al mal de ojo que emerge de las palabras.
(Solo el despojo tiene sabor a gloria porque es consustancial a
los puntos
cardinales; solo la ley del olfato nos da cuenta de la corporeidad
inesperada.)
Uno reposa entre tantos sofocos
como monedas invencibles sobre la hojarasca:
no hay imaginarios sin agobios,
ni festín de sombras en el espejo
que no sean inquisidores
disfraces de este viaje voraz de lo efímero.
Igual que la noche comestible del
firmamento,
este no ser en los cansancios, (mañana abriré los ojos al presente para
quitarle
la envoltura a la soledad. Dentro del matorral, bóvedas
comestibles.)
Barataria, 23.IX.2014
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