Imagen cogida de la red
CAMINO
Camino pese a toda la breña de
las semanas, pese a los chiriviscos
que pueblan los zapatos. Jamás le
he tenido miedo a otros silencios,
pero sí a los míos. Tiemblan como
un despertador las alboradas de saliva.
A veces es tan frágil el paraíso que
uno sólo piensa en las huidas.
Al borde de los fierros de la
bocacalle,
las siluetas infames de los
muros, la horchata rancia, líquida de las heces
de los pájaros y el ojal del
sepulcro que no da para tanto escombro.
Entre el universo del enjambre y
el galope, el vía crucis victorioso
del precipicio, las matronas
sosteniéndose en el cordón umbilical del eclipse,
la piedra que muerde la desnudez
de la aurora.
(Ya no importa el silencio en los barrotes de los ojos: siempre
voy ciego
como Diógenes en este laberinto de pústulas. Dejo que cruce el
bullicio
sobre la herida y que otros cicatricen en su cacería.)
Barataria, 25.VIII.2014
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