Imagen Joan Mitchell
PARA MIS OJOS DISPERSOS
(En el reino de los osarios mi campo de batalla suelen ser
las tumbas esa forma donde fluctúan las canas sin miramiento ni dispensa de
trámites no hay atajo para el harén del pálpito salvo esa gran jaula donde
anida la conciencia en las alambradas del mordisco el candil orgásmico de los
oráculos el esplendor supurante de las orgías a cuestas del tiempo en la
asfixia todo se desmorona nada detiene el sudor de los altares ni el vómito
plomizo de las estatuas ni los terribles burdeles del futuro ni la materialidad
de la bolsa de valores soy de la manada de caminos bifurcados la boca de la
noche es interminable pero no inocente siempre oscura como el poder siempre
indecible en los bastones que de pronto se alzan al olvido la ceniza posee sus
propios timbales como las sombras colgando de las mochetas de las puertas
respiran pútridos los bordes de mis calcañales la paz circular de los felinos
hambrientos desde dentro palpitan los durmientes devorados sangra de sed el ala
extendida del páramo: sangra mi reino en la saliva prolongada de los vestigios
sin más el tórax es mi propia caverna desde ahí arrojo la ponzoña a los
vertederos a fuerza de caminar he desgastado el odio y la ignominia: la droga
de los presentimientos me mantiene en vilo tengo por herencia los agujeros que
van respirando las monedas en los bolsillos también mi propia asfixia en medio
de lo inmundo: gime la infancia en su memoria despierto con la furia de una
mueca quebrada en la soledad del País)…
Del libro: «Garaje
para fósiles», Barataria, 2019
©André Cruchaga
Imagen Joan Mitchell
No hay comentarios:
Publicar un comentario