domingo, 1 de junio de 2025

PARA MIS OJOS DISPERSOS

 

Imagen Joan Mitchell


PARA MIS OJOS DISPERSOS

 

(En el reino de los osarios mi campo de batalla suelen ser las tumbas esa forma donde fluctúan las canas sin miramiento ni dispensa de trámites no hay atajo para el harén del pálpito salvo esa gran jaula donde anida la conciencia en las alambradas del mordisco el candil orgásmico de los oráculos el esplendor supurante de las orgías a cuestas del tiempo en la asfixia todo se desmorona nada detiene el sudor de los altares ni el vómito plomizo de las estatuas ni los terribles burdeles del futuro ni la materialidad de la bolsa de valores soy de la manada de caminos bifurcados la boca de la noche es interminable pero no inocente siempre oscura como el poder siempre indecible en los bastones que de pronto se alzan al olvido la ceniza posee sus propios timbales como las sombras colgando de las mochetas de las puertas respiran pútridos los bordes de mis calcañales la paz circular de los felinos hambrientos desde dentro palpitan los durmientes devorados sangra de sed el ala extendida del páramo: sangra mi reino en la saliva prolongada de los vestigios sin más el tórax es mi propia caverna desde ahí arrojo la ponzoña a los vertederos a fuerza de caminar he desgastado el odio y la ignominia: la droga de los presentimientos me mantiene en vilo tengo por herencia los agujeros que van respirando las monedas en los bolsillos también mi propia asfixia en medio de lo inmundo: gime la infancia en su memoria despierto con la furia de una mueca quebrada en la soledad del País)…

 

 

Del libro: «Garaje para fósiles», Barataria, 2019

©André Cruchaga

Imagen Joan Mitchell


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