© Obra pictórica de Willem de
Kooning
MIENTRAS VA
ATARDECIENDO
Y
mientras se ilumina mi cabeza
ruego
por el que he sido en la tristeza
José
Hierro
Voy, por
cierto, con la llaga incorporada a mi aliento, envuelto en un apego de niebla,
cerradas las puertas de mi casa, entre piedra y maleza, las sombras del
suspiro, el ala sobre la tierra, yerma y yerta, frente a la gota de sed
fenecida de las cucharas amarillas de la última desnudez. Vuelvo a los caballos
de palo que nadie vio cabalgar en los latidos de la lluvia; hay un agua de
sangre acuñada en el pecho, un espejo de llanto en la orfandad viva de mis
ojos. Mientras va atardeciendo, solo ruego por una sonrisa que me haga
descansar en medio de un bosque pronunciado en secreto.
De Camino disperso, 2021
©André Cruchaga
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