Imagen cogida de la red
ARDIDA
DESNUDEZ
Hay calles donde crece como el césped,
la desnudez sinuosa del vómito
y el semen: esqueletos donde se
fermentan las eyaculaciones,
y bisuterías, ⎼al decir de la gente⎼ de todo tipo, relojes, falos,
caracoles.
Uno aprende a sacarle provecho a las
indiscreciones, a las asfixias propias
del
asfalto, al muñón de los disimulos en los retretes públicos.
Cualquier obscenidad uno la puede lavar
con jabón de cuche, o espantar
los mosquitos con las bolsitas de
plástico de la perversión.
Todo mundo disimula los oídos de la
noche.
Las historias anónimas maduran en
aquellos lugares abisales propios
de los reclusorios: en el flujo de las
horas, la escarcha de las ráfagas, el deletreo
de las infamias junto con el rastro negro
de la miseria.
⎼Vos
sabés de todas estas oscuridades. La ira resuella al igual que la pestilencia,
y esos alientos mortales de víctimas y
victimarios, de extremo aferramiento
a los matices y al silencio sin
deletreo de la memoria.
A menudo la usura invade los sudores
del cuerpo.
Nunca es aleatorio este duelo gutural o
de dientes para morder la solapa
de los encajes, el consagrado verde del
ombligo, o el azul de un mundo voyerista
hecho para flotar en la herrumbre de
los juegos de la barbarie.
⎼Vos
siempre alcanzaste la ventana mojada de la desnudez;
yo aprendí a leer los caudales de
desesperación, el tiempo infiltrado pareciendo
una eternidad, cuando en
realidad es un solo instante, un horroroso espejo
de oscuridades, un momento de
posteridad para volar vilanos.
Por desgracia, la muerte, no es simple
orgasmo, sino también un desafuero.
Barataria, 14.VIII.2016
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