Ya es inaudible el jardín de las palabras. Ha sido soterrado
hasta el cuello, la fragancia de las campánulas, el crisantemo
de la luz, el polen de la madera. Ahora es ráfaga la piedra
en el espasmo; la eterna ráfaga que vuelve yerto el camino.
Imagen tomada de Miswallpapers.net
JARDIN ENTERRADO
La noche ya es de acero para siempre.
Frío cárdeno, el aire.
CÉSAR SIMÓN
Ya es inaudible el jardín de las palabras. Ha sido soterrado
hasta el cuello, la fragancia de las campánulas, el crisantemo
de la luz, el polen de la madera. Ahora es ráfaga la piedra
en el espasmo; la eterna ráfaga que vuelve yerto el camino.
He caminado hasta el fondo del aliento, en la inclemencia
de los cuchillos no hay hospedajes,
ni estaciones sosegadas, sino inclementes desajustes del paisaje,
afanes hundidos en la sombra,
indemnes pabilos repicando en los poros, gélidas agujas
de lo subterráneo.
Quiero alumbrar el silencio ante la penumbra, ante la piel
rota de las baratijas, ante la mirada rota y voraz de la tierra;
cada día el pergamino de la sed me agobia,
socava la carcoma, la cárcava donde ensaya la ignominia,
las preguntas del viento al amanecer.
En el jardín soterrado de la luz, sólo caben los gusanos, la bóveda
desnuda de la lengua,
los caballos que opacó el latido, el escombro anticipado,
del cuerpo que se pierde en el hoyo negro de la vigilia, en la dinastía
oscura del lecho, hija de la almohada trashumante.
En lo profundo, el frío arrecia y desvanece la claridad de los jardines,
el desasosiego brota de los relojes,
tempestad del pezón que martilla como una flecha de gotas:
mi pecho viaja hacia la propia ceniza de la garganta.
El entrecejo trastocado por la brújula del ojo
que busca los jardines enterrados, la nocturna ala de la noche
con esa querella de estacas hundidas en las ventanas.
—De pronto, todos hemos visto este calabozo del galope trastornado,
las aldabas sudorosas del hollín,
el germen de la polilla en el sudor, las pupilas acumuladas
en la demencia, el cuerpo fugaz del becerro en las manos, derretida
leña en el telón de la llama.
La respiración paraliza su solapa: el granito vuelve atroz,
este rostro en candelabros, este fuego encerrado en la respiración.
No tiene, hoy, nombre el lamento, salvo el vinagre que sustituye
al sollozo, la piedra pómez del pudor, lo inhóspito de los violines
en la lluvia de los ojos, ladera de la piel,
agónico derrumbe del semen en el hueco del despeñadero.
Nunca imaginé la tinta derramada en la caverna desandada;
ahora, desde luego, creo en las campanas del inframundo,
y en los dos hemisferios hundidos del rescoldo.
Ahora creo en la complicidad del subsuelo, en el páramo de la penumbra.
Barataria, agosto de 2011
14 comentarios:
No se cuantas veces respiro las palabras siempre mirando en la ventana la pena y el tiempo tan solo que siempre esta aca.. pero me gusta leerte cuando los pájaros se desabrigan de la lluvia y cuando mi casa esta toda en silencio...
Ledeska
Muchas gracias apreciada poeta, por vuestro sentido comentario. La poesía es así, siempre un paisaje del alma. Al menos eso creo.
Mis mejores parabienes,
André Cruchaga
Una cascada de buena poesía que llega profundamente al corazón, André.
A veces las palabras no pueden contener el descontento de estar vivo todavía, pero podría ser peor. Hemos de aferrarnos a la vida y como poetas expresar todo lo que pasa a través de nuestra mente, corazón y espíritu. Tanto la realidad interior con poemas intimistas, como la realidad exterior, con poemas sociales y solidarios.
Es un placer acercarse a tu magnífica poesía. Fuente de inspiración por la riqueza inmensa de léxico, por la originalidad de los recursos.
Te dejo un abrazo
y
mis felicitaciones
Ana
Querida Ana: te agradezco el buen comentario que haces al poema y la impresión que el mismo te ha causado. Yo sólo regreso siempre a los parajes de la memoria para contemplar el tiempo y la luz. A veces el poema sale de golpe, en definitiva como quiere salir; yo le suelto la brisa para que se vuelva papiro en el aire.
Igual opinión tengo de tui poesía, Ana, pájaro quien la devuelve a los ojos, cristalina.
Un gusto y te devuelvo el abrazo y mis mejores parabienes.
An dré Cruchaga
Querido André:
Es invensible esta oscuridad y este silencio que te hacen inmenso ante la magnitud de tus angustias, esas que se clavan como aguijones y dejan la marca en la piel.
Es fascinante la estructura que manejas y el interdiálogo contigo mismo, en el palpar las propias paredes de tu interior. Para el lector es espejarse y ver tu reflejo, otorgando una similitud y una figura idonea, de buena compañía.
Siempre es grato pasearse por tu cielo -tal vez permanezco- abrazar a tus caballos y galopar tus versos.
Un beso hasta ti.
Marina Centeno.
El poeta, Manira,que no suspira jamás podrá ver el rocío; el que no hace vino de las palabras, jamás se emborracga; el que no transita las hondonadas, jamás ve los precipicios. El poema es así, y así creo, el poeta.
Hay poesía ilimitada en todo, hasta en el dolor de la existencia, en las colillas olvidadas del humo, en la flor desnuda del huerto, hay poesía.
Te agradezco, pues, tus sentires, el polen en viento es buena comoañia.
Mis mejores parabienes para ti. Y que también tu poesía goce de buena salud.
André Cruchaga
Ay André, lo dices de tal forma, con esa plenitud del ser humilde y consagrado en que lo suyo es el servicio a lo poético sin importar los dotes y-o reservas, sólo por el simple goce de servir, de otorgar lo pleno hecho palabra.
Eres un ser inmenso, André, Poeta, celebro la permanencia de nuestro acercamiento poético, celebro a quien me otorgo la línea de tu conducto, celebro tu palabra que llena los espacios vacíos y repletos. Esta celebración es una fiesta para mí este viernes!
Besos y gracias por estar.
Marina Centeno.
Todos los días, poeta, en la fuga permanente del trino, son propicios los ensueños, y ¿qué del poeta, que aún en la más adusta del vejamen, pierda el ala y la palbra? En el desierto también hay manos misteriosas, en la distancia, océanos que cosechan brazos: así es la poesía, supongo: un silencio donde se afina la voz, rumbos donde la luz quema milagrosamente las palabras.
Cuando huye el ala se desvela el trino; cuando hay claridad, los viajes son oscuros.
Un abrazo agradecido.
André Cruchaga
Es que de todo hay que sacarle provecho -André- aún del dolor más agudo, rescatar lo noble y hacerlo verso, acomodar lo enfurecido y hacerlo verso, acicalar el llanto y hacerlo verso... esa es la labor, esa es la encomienda. El poeta que esta comprometido, busca nubes en la oscuridad y cielo en el encierro. Aferrarse a una sola cuestión es pasearse en el mismo círculo. ¡Hay que salir en busca de los pájaros! ¡Hay que atestiguar la libertad del viento! ¡Hay que sentarse en la comodidad del llanto! En fin, hay tanto por decir que no se ha dicho... pero espero lo tuyo con paciencia, como quien espera el atardecer a sabiendas que la oscuridad esta próxima....
Mi beso hasta ti.
Marina Centeno.
La poesía, Marina, tiene cielos y purgatorios; trenes con pulso de enredaderas, y hasta tabancos donde la soledad se pierde a dentelladas. a veces, la espina tienen fragancias inefables; las ventanas que emergen de la poesía, rendijas para la espectación del alma.
Siempre la poesía está aquí: cerca y lejana, misteriosa, urgente en la fragua. La poesía, hecha, encabritada, subiendo los círculos de Dante.
Gracias, un abrazo.
André Cruchaga
Tal así -Poeta- tal así, como tus ojos ven el infinito... y de la misma forma, de tal manera, lo estrujante de la sociedad, el libido de la situación, la bajeza del desierto y la eternidad de la humanidad... tal así. Como Dante Alighieri visitó por escalas al infierno...
Gracias, poeta, por tus luminiosas digresiones. Ahora mismo leo, la infinitud de las constelaciones comno ver un velero entre las aguas.
Un abrazo.
André Cruchaga
Ah, -Andre- mecerse en esas aguas bajo el torrente incontenible del silencio, su manto de oscuridad y tus lecturas, el escrudiño de tus ojos buscando el horizonte de la poesía....
Gracas, poeta, ha sido gratificante este diálogo entrealquimistas.
Un abrazo y de nuevo, gracias.
André Cruchaga
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