martes, 21 de abril de 2015

BOSQUE DESCENDIDO

Imagen cogida de la red




BOSQUE DESCENDIDO




lávame en la candente ceniza de tu cuerpo,
vierte tu dolorosa palidez en mis manos,
y antes que el crepúsculo descienda de los bosques
a tenderse en la arena como un lagarto acuchillado,
desgárrate los muslos con mi flecha de seda
César Calvo




Vacíame todo el tamarindo y la torreja de la ternura, muerde la espiga de la sed,
circúndame el violín del pecho que voy tras el sendero de azúcar. En la pupila
ciega, la cálida gaviota de tus manos.
Lléname este costal de ausencias del alma, trepa al árbol alborozado,
desliza la marea hasta que arda el infinito innombrable.
En el enjambre diluido repta tus muslos hasta traspasar la agonía.
Desciende hasta la sombra viril del azogue.
Amotina tus senos en las redes de mis ojos, salpícame de trenes y litorales.
Enrédame en tus poros de matorral ardiente, en tus ijares de íntimo pétalo.
Después, deshabítame de tantos espejos: quédate en mi sombra.
Quédate en los escombros de mi boca, en la fiebre de mi sed,
hasta que el incendio deshaga la última gota del respiro, el eco del desfogue.
Barataria, 14.IV.2015

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