domingo, 29 de julio de 2007

Volcán de insomnio_André Cruchaga

Pintura: Marc Chagall_París a través de la ventana, 1913






Volcán de insomnio



A Claudia Hérodier


En los tímpanos de la ciudad, la noche
Y el taller de los umbrales,
El zumbido de las filas y los campanarios,
La paz, sorda, sobre el asfalto,
El aire circular como un rezo…
Ataúdes esperan a los muertos. Demasiadas
Angustias, ahora, alzan su noche.
El tiempo destella relámpagos;
Derrama fúnebres sollozos, ahoga su abrazo.
Afuera la soledad alborota su ardor:
El mundo es un hemisferio de gotas;
Y no la luz total de los jardines.
Cada quien disuelve los lenguajes en vacíos
Y hunde las sienes en invisible aurora.

¿Se halla la Paz en índice de los dedos?
¡La Paz, casi noche sin cobijas!
—Piedra cuya esencia borra los sueños.
La sangre fluye entre el silencio:
Frontera casi de la muerte, sombra múltiple.
El sueño arde, sangra la luz…
¿Dónde la sombra hacia la luz, rama
Profunda de insomnios?
—¿Dónde es la libertad?
Cielo transparente sobre el césped,
Camino sin olvidos, caballos sin brida,
Regazo sin cruces, universo azul.
—Azul total restituido: ilusión, pan, casa, puerto
O memoria enriquecida por la luz de la vida.

Pero aún falta abrir el mundo para todos:
Falta la utopía; la apariencia es constante.
Sólo la apariencia vestida de realidad.
Ella encarna nuestro tiempo:
Sombra atroz del mundo
¿La vemos?
Es como pensar sin vernos, piel con gafas:
Ciudad sin horizontes. Cuerpo sin recuerdos.

Afuera somos extraños habitantes de un planeta
De lágrimas y armas y hambre y caos:
—La cárcel llaga los sentidos.
Está siempre abriendo los barrotes a la multitud.
No vale juez ni tribunal.
La omnipotencia se regocija en meses de pólvora
Y labios de elástica publicidad.

El insomnio es presencia: descorre escalofríos;
Mete sus dedos en las sombras
Hasta convertirnos en extrañas sombras:
—Nombres, eco, laberintos…
Barataria, 29. 07.2007.
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Dimensión del desvelo_André Cruchaga

Pintura:Juan Gris_violon et guitare





Dimensión del desvelo



A Nora Méndez


De pronto cuelga la ceniza; hay golpes.
La oquedad abre las ventanas; sangran
El tiempo y la cruz en los ojos.
La luz toda espera en la historia confusa.
El presente quiebra las retinas en las puertas:
Sombras nos abrazan; pájaros gimen
En la soledad del agua. Pájaros
Contra el horizonte, herido pecho,
Desde el nacimiento, desde el jardín de la fe.

Antes. ¿Qué fue antes el pan?
―¿Luz? ¿Tierra?
Ahora abismo. Sombra en la calle:
Lenta luz sobre la piel, destino sin bandera.
La noche nos respira con sus agujas,
El día apenas nos sostiene;
Se va sin destino cierto, suerte de harapo,
En el cuenco de la mano.
El día es fiel apariencia de espejos:
Eco de la misma angustia, lago de viento,
Donde se borra y recuerda toda presencia:
Jardines oxidados con uno,
Atravesando el tacto, sacudiendo
El costal de la vida.

De pronto se cierran las puertas.
Los jardines no germinan.
En las lluvias más copiosas,
Florece la espuma.

Noche y tiempo giran sobre caballos sin tregua,
Hacia abejas grises, celdas de un umbral
Sin alfabeto:

Y allí, el barco de los latidos:
¡Horizonte invisible!
Barataria, 28.07.07
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viernes, 27 de julio de 2007

XIX_André Cruchaga

Pintura: Juan Gris, La guitarra, 1918.




XIX



Bajo la noche el éxtasis de los grillos

La planta salpicada de ladridos

La forma arrepentida de la luna

El soplo rutilante de las horas

Acaso desfallece todo acaso todo descansa:
Formas estructuras la carne
La honda vena del aliento

Materia próxima a la demencia

Materia porosa como el cáncer en los huesos

Cruje la materia del hombre en su concreción
Cruje el árbol que sostiene las ramas
Mientras el silencio inclina sus senos
Sobre la templada frente del espejo

Todo acaso bajo la noche descansa:

Salvo los muelles salvo los cementerios

Salvo las estaciones y las funerarias

La materia tiene esa demencia
De morir sin morir como las estaciones

Y de viajar como el viento.
© André CruchagaEl Salvador, 27.03.2002
Del libro: Lectura del silencio (inédito)
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lunes, 23 de julio de 2007

Como un náufrago_André Cruchaga

Pintura: Marc Chagall_ Adam et Eve chasses du Paradis





Como un náufrago



“¿quién vela en ti?: mi nombre ha terminado.”
Emilio Prados



Caminé sin avanzar. Me quedo afuera,
Sin concluir la historia, en el quicio de la puerta.
Busqué todas las semejanzas posibles.
Hallé una noche titubeante
A bordo de mi cuerpo… ¿Y tu cuerpo?
Toda la vida y toda la muerte,
Es insuficiente para entender
Nuestro destino
Hecho de intrépidos navíos. ―Nunca nacimos.
La perseverancia dejó de ser virtud;
En cambio la urgencia, hoy más que antes,
Bulle entre la espesura
De nuestro propio remolino
Hasta fragmentar el camino
Y hacer del día, noche de fantasmas.

Me engañé. Nos engañamos. Abismo. Noche nuestra.
Todo el tiempo, —pared ciega—,
Afán del desamor, fingidos cuerpos
Sin nombre, cuerpos como un minuto
En el día, losa donde grita la herida
Y las ropas tiemblan en su desteñido escenario.
Allí fundamos la historia, negligente sangre,
Sombras internas, ahora…

Todo el horizonte duele. —Duele en distancia.
Llueve sombras. Ceniza lo vivido.
Caballos grises trotan en las sienes,
Lenguas de piedra resbalan en el pecho.
Noches reales abrazan la sangre:
La palabra muere en las ventanas
Como el papel ahogado
En el abismo del agua,
Como labios vencidos por el cansancio,
Como un dolor sin analgésicos: —Calla, alma.


Todo era pájaros. Sueños de luz
En el agua desnuda de los brazos;
Nada tenía límites. Amé tu boca
Y el relámpago de tus ojos
Y tus senos de mirto y tu vientre de lluvia.
Ahora callo. ¿Callo? Hay un adiós
Sobre las sombras; al irte palpitan mis querencias:
Lo que fue, pasó, existió en la escena.
Nací de ti. Entré. Bebí la furia.
Ahora el viento toma los cuerpos:
Somos vacíos. No existo. Soy vacío,
Rompiendo mi aliento contra el muro
De otro mundo revelado.

Duele todo. Miro. Tu pecho es alfileres.
Hueco sólo del eco. De lo que ardía y fuimos:
—Hoy náufragos.
¿Sin rumbo?...
Memoria, aquí, en estos huesos…
Barataria, 22. 07. 2007.
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sábado, 21 de julio de 2007

En el adiós no hay olvido_André Cruchaga

Pintura: © Amadeo Modigliani






En el adiós no hay olvido




No llueve y es curioso. Yo diría
Que no ha llovido nunca. Que la lluvia
Fue un sueño que alguien tuvo en la sequía…
Alexis Díaz-Pimienta



En el adiós no hay olvido para borrar
Los pensamientos que nos asedian,
Ni en el sueño que gime cubierto de briznas.
El olvido sólo es una voz mutilada,
—paradoja de inhóspitos baúles—
Que se echa a la suerte
Sobre los signos grises de la memoria.
Se parece a la voz de la noche;
En su sombra hay ecos de voraz desvelo
Y de irrespirables baldosas.
Lo único cierto es la mordida en la carne,
Y el ahogo sin pájaros debajo de las sábanas.

En el adiós no hay olvido, (pervive el zumo),
Sino miedo y nostalgias, débiles hojas de asombro,
Lágrimas devorando los secretos,
Páginas de inconfesados desvelos,
Pretextos insólitos, ducha sin agua,
Fotografías sin postdatas,
Vientre cerrado a la llovizna bautismal,
Besos con sábanas indecisas,
Muslos cerrados a los charcos de los ojos,
Cráter de luna para otros pantalones esquizofrénicos,
Como la herencia inevitable del vinagre,
Como la neblina ruinosa en medio de un túnel.

El fuego, en su vigilia, sangra…
Abre las sienes en racimos de escombros.
Hay abandono de lapidada iglesia,
Y huellas de blanca sentencia: ceniza, acaso,
En la delgada pupila del horizonte.

Todo amor tiene dificultades. El fuego mina
Y golpea. En el muro del espejo, —el pulso del amor
Muerde en su fuga, busca extraña suerte—
En tanto la sangre reverbera obedientes vapores.
Todo comienza a ser piedra o armadura,
Neblina, medianoche, sombra inventada
Por los fósforos del sonambulismo.

El adiós, al final, pierde su sabia armonía,
Cuando los atuendos del amor son quitados
Y en la palabra no hay estrellas,
Ni aire de cariñosos brazos.
Cambia la claridad, adentro, del trozo de vida;
Y, en cambio, emergen
Sospechosas crisálidas de granito.

A menudo los finales tienen aliento de escoria:
Uno pierde la atalaya del vuelo,
La lluvia se anega de gotas moribundas;
Y lo que todo fue ventanas,
Ahora es noche y desnuda parábola.
No sirve ya la fantasía en pleno Otoño.
Antes fue una catedral de pétalos,
—Obediente vuelo, nómada desnudez—,
Hoy sólo habla el eco del incienso
En su taller de ceniza…

(Hoy comienza otro vuelo desde la oscuridad;
Encenderé la memoria para tener presente las promesas:
Toda luz, plena, decrece hasta convertirse en noche.
Noche donde las huellas vierten cuadernos desvelados).
Barataria, 21 de julio de 2007.
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viernes, 20 de julio de 2007

Nada envejece tan pronto, salvo una flor_André Cruchaga

Pintura: After de Chirico (1953, oil on canvas, 38x49, National Museum of American Art, Smithsonian Institution. Gift of Mr. and Mrs. David K. Anderson, Martha Jackson Memorial Collection.)






Nada envejece tan pronto, salvo una flor…





Nada envejece tan pronto, salvo una flor…
José Gorostiza




Cuando la flor muere, dura en la memoria
Porque ha vivido.
El poema vive y no muere,
Traspasa la carne y las ventanas. Así fue
Desde el Principio. Ahora arden más sus ojos
Aunque la rodeen los brazos del almez.
Siempre lo efímero es una eternidad
O la eternidad es un hilo fugitivo,
Donde la tarde arrebata la mies de la mañana.
Y sucede que el seno filial también es pasajero
Como el cuerpo en la cripta donde duerme.
La obsesión de lo eterno, sólo cabe en los fanáticos;
El horizonte cuelga en el esqueleto de los siglos,
A pesar de ello, todavía se confía en el arco iris.
Todo envejece pronto, salvo las ideas:
Mi abuela me hablaba de Platón y Aristóteles.
Hace siglos que Heráclito impacienta.
Ella ya no está pero unía los rompecabezas del augurio
Como los antiguos alquimistas del futuro.
Salvo todo, la vida y el caos no envejecen,
Salvo la poesía con su fecunda placenta de semillas
Pervive junto a las lámparas de las catacumbas…
Barataria, 25 de junio de 2005.
Del libro antológico: Salvo la memoria, nada existe, (inédito)
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miércoles, 18 de julio de 2007

Último amor, sed eterna_André Cruchaga

Pintura: Juan Gris_La guitarra





Último amor, sed eterna
A SYG




Ella suena como un caracol en mi oído, cubierta de arena y frío.
Está allí. Se ha ido poblada de secretos. Se lleva sus terrones
De risa. No sé que regiones la habitan hoy,
Ni qué suspiros envuelven la brisa de sus cejas.
Amor verdadero, por eso crujiendo tras ventanas:
Último amor como la luz de inminente ceguera.
Tierra, acaso, donde el desvarío extendió su voz
Hasta permear secretamente las carnes de la calle.
Siempre creí que las palabras nos salían sobrando;
Por eso le dimos al silencio estatus de atril.
Por eso se ha ido, lenta, en una lluvia de grises,
Mientras la noche en su cabeza suelta un sollozo.
Mi último amor se ha ido: corazón único
Donde dos cuerpos se cabían infinitos. Cumbre del aire era.
Cumbre fue la vasta desnudez recorrida:
Playa donde rodaban sal y arena,
Mano a mano tocando la guitarra de los poros.
Es mi último amor y duele. Allá está el azul y duele.
Allá está en la ola y crecen los recuerdos: calle de la queja
Goteando débiles luciérnagas.
Desde lejos me dices (con un dejo de sereno adiós)
Que no vuelva tras la lluvia, ni trate de cambiar las ínsulas del frío.
Todo debe quedarse aquí en espectral martirio.
Todo afán, deseo y sueño está ya vestido de roca o muro.
De pronto la noche es inmensa, (ambos lo sabemos)
El sueño denso y la vigilia larga…
Juguetes de la vida estos ojos acabándose la luz:
Heridas prolongándose en el último musgo de lo póstumo.
Barataria, 29 de abril de 2005.

Del libro Antológico: Salvo la memoria, nada existe, (inédito)

martes, 17 de julio de 2007

Erótica_Poema de André Cruchaga

Pintura: Georges Braque_Paisatge de l'Estanque





Erótica



Hundido en la yedra
La lengua del mar con sus rumores
Las espigas de la carne en ráfagas
El vuelo y el azul en movimiento
Llama la carne
En los encajes del ansia
Sin quererlo
Y fecunda al vientre con el sueño
Perdidos
En la desnudez de la tierra
Carne con carne
Tercamente
Cerramos los ojos con nuestras lenguas de fuego.
Del libro: Pasión cifrada, El Salvador, 2004.
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domingo, 15 de julio de 2007

Espejo sobre pared desnuda_Poema de André Cruchaga

Pintura: Pablo Picasso_Desnudo sentado_1908






Espejo sobre pared desnuda
A syg



Vuelve sobre tus pasos. Cierra despacio la puerta,
Si es que no quedó bien cerrada.
Vicente Aleixandre



No hay amor sin fin,
Ni silencios absolutos;
Nunca el invierno vuela con el agua,
Ni los zapatos calzan el fuego.
El infinito no se desafía con los ojos,
Tampoco vivir es miel interminable.
El desamor galopa con agujas mortuorias.
Los muros del tiempo, oscuros,
Dejan cenizas funerales
Y bodegas de besos enterrados
Junto a un salero de mortajas.

Nada queda de aquellos primeros años:
El vitral de los pezones, la luna sobre el ombligo;
Si acaso, el cielo a caballo
Y los asimétricos espejos de la ternura.

Todos los pájaros volaron en cápsulas
De un abecedario sinuoso. El bosque
Nuestro —la palabra— perdió el temblor,
La semilla y las filas de trementina en su vocabulario.
Nunca imaginé que el lenguaje se agotara,
O se convirtiera en anticuado féretro;
Nunca supe de puertas y ventanas
Cerradas a los ojos. Ciego, aquí,
Sin despertar a una mañana sin sombras,
Con gotas de insomnio, atado
A un rostro de herrumbre.

Uno y otro sueño perdieron sus raíces.
La íntima desnudez sólo es piedra
Y no fuego labrado en el alma,
Y no destino de subterránea alegría.

Todo amor termina o concluye en la niebla.

La voz calla, desfonda la losa de la fuerza;
La madera del alma cruje. La tristeza
Es presente y la alegría póstuma puerta.

Debajo de nosotros, sin embargo, el agua
Sube a otros labios; y el ojo insomne nuestro,
—despierta herida—, quizá en los que vienen,
Sea absoluta comunión de universos,
Y no ese cirio de espesa demencia
Y rendido aliento…
Barataria, 15 de julio de 2007.
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sábado, 14 de julio de 2007

El gozo_Poema de André Cruchaga

Pintura: Pablo Picasso_Three musicians






El gozo



Uno se nutre de relámpagos delirantes.
La plenitud desecha todo crepúsculo.
La tierra atesora los pájaros.
El tiempo baila con los brazos abiertos.
La desnudez de la mujer de uno embriaga:
El universo derrama luces corpóreas.
Uno se rinde con el tacto de los labios.
El sabor tiene la longitud de la lengua:
El sigilo de una ola espesa,
Y la luna azucarada de una anona;
También la fosforescencia de los luceros.
La luz anticipa cualquier caída; los pájaros
Del alma están prestos para la fogata:
Velar la tibieza de los ríos del aliento.
Uno teje jazmines espesos y gaviotas,
Cuando ha traspasado todas las mañanas,
Cuando el concierto de los acantilados
No nos asfixia y las nubes se levantan como olas.
Uno siente el gozo cuando los ojos
Suben al cierzo y la materia se ilumina,
Con la vieja madera de las quemaduras.
Uno vive la llaga del gozo,
Cuando el himno de las alas es armonía,
Cuando los sueños tienen la certidumbre del asombro,
Cuando el nido de la casa no tiene puertas,
Y la lluvia nos cae con hojas de ángeles.
Isla Santa María, marzo de 2004.
Del libro: Pasión Cifrada, El Salvador, 2004
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miércoles, 11 de julio de 2007

Vigilia y Memoria_Poema de André Cruchaga

Pintura: Giorgo de Chirico_El Profeta, 1915





Vigilia y memoria




No sé dónde se inicio
Esta faena mía
De rememorar la estrella
Que respira en el hilo del sigilo
Y en el transparente
Oleaje de la vigilia.
Sé que todos los ríos
Profesan un asombro
Cuando desembocan
En el íntimo regazo del mar.
Desde aquellos ríos
Ancestrales
Las aguas van entre frondas
Haciendo camino…
No sé dónde se inicio
Este afán de hacer memoria
De los escombros
De las sombras
De las penumbras
De los aguaceros que van
A dar a la mar
De las catástrofes
Relámpagos que van a dar
A la tierra
Asfixiantes
Desnudos
Calcinantes
No sé de dónde vino lo adusto
No sé a dónde van a dar
Las esquirlas de la sal
No se quién abre las ventanas
Del asco
Para tornarlo corpóreo.
No sé. Pero
Debajo de la almohada
Los párpados sonámbulos
Como una gotera
Buscan el camino
En los huecos rotos de los
Horarios…
Barataria, Agosto de 2003.
Del libro: Intensa sed, El Salvador, 2003.
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martes, 10 de julio de 2007

Celebración del ser_Poema de André Cruchaga

Pintura: Old guitarist_Pablo Picasso






Celebración del ser



“Yo no existo por mí mismo
y por mí mismo nada soy
me encuentro a cada instante ante la Nada”…
Edith Stein: Ser finito y Ser eterno.


Soy lo que soy en torno a las brumas
A las puertas ciegas de los muros
A las ventanas heladas de la aurora
Soy un desertor de la noche
Que alberga alas a la deriva
Soy un número frente al nosotros
Un hombre a la espera de espigas definitivas
Risas intactas
Ojos en soles
Sonrisas tiernas como la primavera recién salida
Soy cuerpo cotidiano corriendo los riesgos del aire
Padezco de intemperies
Los pájaros deambulan
Y construyen explosivos sobre la niebla
Cuando cantan
Soy un rehén del tiempo
Me confundo con las edades
Y con el mar poseso de las sienes
Soy el que se acuesta en las tardes
Para escribir sobre los papeles de las nubes:
Bebo los exorcismos de la lluvia
Desando aldabas
Siembro soles en las palabras o la ceniza
Muero en los caballos del silencio
Labro la madera de los itinerarios
Provoco el mutismo de las piedras
Y se sienta en la cópula del aire
Soy el que siempre llama a las puertas
Con una plegaria en la boca
Soy uno entre tantos que maduran
Rizadas desilusiones
Y sin embargo le ríen al infinito como los clowns
Soy una imagen donde fluye la noche
Y los gestos espectrales de Ulyses
Soy esa pared de sentirme irreal en pleno tercer milenio
Soy pepenador de calles sin gargantas
Soñador de nostalgias
Soy ese fuego que por desgracia enciende melancolías
Y entra a la humedad de los sueños
Soy en fin sólo un pasajero que busca en los trenes
La armonía del silencio
Y la gracia del paisaje en las pupilas
Soy sólo esto: Un titubeo
Frente al alfabeto del arco iris
Que propagan las almas…
Barataria, 09.12.2003.
Del libro: Transparencia esperada, Premio Único, Juegos Florales de Ahuachapán, 2005.
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domingo, 8 de julio de 2007

Exclusiones

Exclusiones



Exclusiones

No en todo se cabe. Ni todo se alcanza.
No todos bailan la misma danza
Alrededor del fuego. Hay fuerzas invisibles
Entre los sueños, la garganta y la luz:
Esas fuerzas catan tus latidos. Te aprueban
O excluyen. Tienes que guardar silencio y,
Volverte genuflexo: Un ser sin espigas,
Una vida calcinada a merced de la dádiva.
El mundo es así: yo le llamo, por si acaso,
Mitad vida. Mitad muerte. Otros son ungidos
Y los adjetivos no alcanzan, ni todas
Las palabras; pero respiran a medias.
Un poco de niebla y se pierden
Alrededor del sueño que los sueña.
Un poco de, y los ahoga la altura inventada.
Al final qué importa ser excluido:
Todos los caminos son difíciles; y, a menudo,
Hoscos. Uno aprende a ignorar la espuma
Y la piel que en el vacío se llenó de musgo.
Uno aprende a beber el cierzo de la yerba
Y a gozar la libertad del firmamento,
Más allá de cualquier dádiva o coyuntura.
Isla Santa María, 2004
Del libro: Pasión cifrada, El Salvador, 2004

viernes, 6 de julio de 2007

Poema amoroso

Poema amoroso



Poema amoroso

Dirán que estoy loco cuando menciono
A Quevedo; cuando muerdo los relojes
Y sangran las canículas aljabas de desvelo.
Lo mismo dirán si me refiero a Dafne y Apolo;
Qué decir del Tratado de las pasiones:
Esperanza. Pasión: calendarios del pulso:
Paraíso peligroso sin firmamento claro.
Don quijote: Columna del sigilo.
Agua en la conciencia. Alma andante hasta hoy.
Perdone el tiempo: Nada vale lo lucido
Y lozano. Así lo dice Luis de Góngora:
La vida es una llama breve, un rayo;
Pero puede durar miles de años.
Qué me dicen, ahora, de Fray Luis de León:
Senda del rayo inefable. Llama del equilibrio,
Viento tempestuoso en los navíos del sueño.
Pero son más las ventanas. Unas invisibles;
Otras, articulando silencios. Vivientes silencios mágicos:
Nietzsche, John Keats, Borges. Por qué no Dulcinea,
Merlín, viviendo hoy, como antes
En la Cueva de Montesinos, junto al Quijote,
Junto a Neruda, Cortazar, Vallejo, a Eneas,
A ese nosotros del mismo cataclismo.
Isla Santa María, 19032004
Del libro: Pasión cifrada, El Salvador, 2004.

jueves, 5 de julio de 2007

Destino

Destino

Destino

Nacimos en la misma tierra. Y caminamos juntos
Varias veces. Infinitas veces. Te miré como verte en un espejo
No me reconociste ni te conocí. ¿Cómo conocerme?
Si yo andaba en un desorden resbaladizo.
Andar a oscuras por las mismas calles. Tú lo sabes.
Después de todo, juntos hemos vivido la fuerza del hambre
Y la luz desnuda de nuestros cuerpos. Después ha sido
Tanto el gozo refrescarme en tus cabellos negros;
Y correr por las estanterías de nuestros pechos
Como caballos desbocados. En eso somos iguales:
Nos gusta atracar el día en los muelles del deseo.
Del libro: Pasión cifrada, El Salvador, 2004

lunes, 2 de julio de 2007

Canción del reloj


Canción del reloj

¿Son eternos los relojes? Eternos: Elefantes del miedo.
¿Son largas las horas? Larga luz de hogueras.
Larga espada sobre cuerpos de rieles.
¿Son profundos los minutos? Pregúntale al tiempo cuando llora.
¿Arden los relojes? Arden cuando buscan las entrañas
Y los dientes mastican promesas.

(Después me quedo con un sorbo de memoria.
Veo el reloj: Imágenes rotas entre la brizna)
El Salvador, 11072004
Del libro: Pasión cifrada, 2004.

domingo, 1 de julio de 2007

Los relojes

Los relojes

Los relojes

Hay en la muñeca de mi mano un sol con agujas;
Nunca sé cuánto oculta o cuánto devela;
Sus tres agujas, parecen un bisturí largo para todos.
Una va marcando el trajín de presidentes y ministros;
Las otras dos trotan como corceles en la espuma
Y proyectan sombras en las arterias de la gente.
Los hay desde los mayas, de arena y flores;
En las manos de las novias se ven hermosos;
El blanco resplandece como la vida;
En una mujer desnuda, es el cronómetro de los poros;
En un muerto, sencillamente, otro féretro:
Un sol convertido en náufrago…
Del libro: Pasión cifrada, 2004

Fijado en tus huesos*

Fijado en tus huesos



Fijado en tus huesos*



Trae todos los recuerdos a nuestro lado.
No dejes nada disperso en el aire,
Haz de ellos una lengua capaz de recorrer
Todo nuestro ser desnudo, las secreciones, los zapatos.
Luego, abramos puertas y ventanas,
Desparramemos las rosas del jadeo y las bragas,
Y hagamos desaparecer el deletreo de los ojos.
Después, fumemos todo el horizonte, si quieres;
Y muramos sin ninguna cerradura.
Traigamos todos los recuerdos y ceguémonos en su hilo hipnótico.
Piensa: debemos aprender a caminar con ellos
Para liberar todo posible abandono y abismo.
* Canto segundo de: Los Cantos de Maldoror, de Isidoro Duchase, Conde de Lautréamont.

Del libro: Pasión cifrada, 2004