martes, 31 de marzo de 2015

HONDONADA DE LA RESPIRACIÓN

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HONDONADA DE LA RESPIRACIÓN




Cómo baja el aliento a la liturgia del crepúsculo, que el cuerpo se desvela
en su respiro. Cómo baja la luz para el deletreo de la noche: el ojo se pierde
en esos confines, la nada y sus manchas de inquietud, el murmullo cegado
por paraísos desconocidos, oscuridades como máscaras y guantes.
Siempre hay presentimientos en el delta de la sangre.
Siempre tortura la sal en los deseos más recónditos; el alma al borde
de la fantasía o el precipicio, o el devaneo de la nitroglicerina.
Todo aquel huracán y su tempestad de tijeras, pudre las aspas de la claridad,
ensordece de ceguera las palabras, prende alfileres en las manos.
(Después de gastar el encaje de las telarañas, vienen los cansancios de aguas
oscuras, y los laberintos que uno nunca sabe dónde desembocan.
Sí, uno nunca  sabe si se puede escapar de los desvelos, del árbol sonámbulo
del pulso, del alero donde humea el pozo de la desnudez.)
Duelen todos los rastrojos que quedan en el pecho. Duele en los ojos el sopor
de las semanas, reincidir en el brebaje de la cuajatinta o el culantro,
morder la incógnita del epazote o la ruda o los cinconegritos,
sobar el quebrado sexo de los crucifijos.
Duelen las dentelladas de banderas de la otredad, las sombras y los miedos.
Duele la respiración ante la piedra diaria que desangra inocencias.
Duelen las fotografías infames de la indiferencia y sus pálidos catecismos.
Todo tiempo es embudo en los párpados, crónica de acertijos de cada jornada, 
péndulo de sillas colgando de un reloj de rosas muertas…
También en lo salobre de la historia se gastan sin sentido los minutos.
Barataria, 21.III.2015

domingo, 29 de marzo de 2015

ESQUIZOFRENIA DEL ALHELÍ

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ESQUIZOFRENIA DEL ALHELÍ




En el bosque de la piedra y el gruñido, las ganzúas dispersas de la desnudez.
Es una desfachatez —me digo—, dispersar el azúcar de los trenes
en el columpio del alba. Siempre estoy interpretando la esquizofrenia del alhelí,
esa locura de sombras que rasgan el aliento.
Solemnes se precipitan las puertas del día, la escoria alada y los dientes
decapitados de la oscuridad. Por cierto, el escombro se ha tornado laboriosa semilla; 
en la tapicería de la noche, son impecables los comensales de peces.
Y ciertos los tejados con gatos en brama y aves migratorias.
Bajo el altar de sal de los mendigos, siempre el aliento metálico de las jeringas,
el esplendor inhabitable de la mugre, el tiempo desvanecido en los párpados.
A menudo es necesario desertar de las calles, (de todas las calles),
escuchar a los parlamentarios con sus persuasivos desatinos, almorzar junto
a la epifanía de los neumáticos consumidos por el voltaje del aliento.
¿A quién reinventamos en la almohada de la hoguera con las manos vacías?
¿Quién, después de todo, se levanta con decoro de entre el escombro que queda
impune en el traspatio del aserrín?
Para los días venideros, la mirada inexpresiva de las baldosas y horcones.
(Detrás de los sueños, hay una verdad insoslayable: el mundo con sus alambradas 
urbanas y el picnic para los lavados de conciencia.)
En la convicción del humo o la espuma están todas las revelaciones…
Barataria, 18.III.2015

viernes, 27 de marzo de 2015

HUECOS AMARILLOS

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HUECOS AMARILLOS




Entonces en el talón de los cadáveres, las axilas redondas de los candelabros,
la hiena del aliento como secuela de un abismo desollado.
Por todas partes cuelga el hueco de los ojos su ceremonia de arcoíris amarillo.
Mientras los eucaliptos sangran el verano, la tinta del brasero hace lo suyo:
Muerdo fantasmas a pesar de todo.
Muerdo los pájaros agazapados en el disparo, la última sonaja del minuto.
Muerdo el pecho de los convoyes de las lápidas, las huestes del espantapájaros.
Muerdo los huecos del humo, los ovarios en el Pegaso del semen.
Muerdo el tumulto de las postrimerías, entre muñones inauditos.
Muerdo el crucifijo que todavía queda en mi bolsillo, los jadeos en la pócima
del clítoris, esas tantas ráfagas de la espesura, el trompo del mito en la rotación
de los equinoccios, el insomnio sofocado de la respiración.
(Ya dentro del vacío de los muertos, el paracaídas del enjambre, el granizo
encallado de la brasa, el catálogo de la lengua en el sueño de la piel.
De tanto cuerpo, los crisantemos del tacto y su fermento de pinceles.)
Todo el escapulario del silbido, sabe a la grieta del deseo: vos, como un pez
de largas golondrinas, como la primera travesía quemada de las libélulas.
En la batalla amarro el cántaro del Edén a mis ojos, sobran las palabras.
Barataria, 16.III.2015

miércoles, 25 de marzo de 2015

SILENCIO

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SILENCIO




ese silencio -el mismo- que finalmente queda
cuando con una escoba primera aparto los senderos.
Vicente Aleixandre




Aquí, sólo el callado mar de los ecos. La noche del día cercana a mis párpados.
Aquí, las esquinas furibundas de las hojas y el ijar derramado de la sombra.
Siempre es así cuando la garganta transcurre en el pájaro y la tierra muerde
mis zapatos. La tierra, digo, el azogue en los párpados.
Calla el colibrí dolido de tiempo.
Las poleas del viento golpean la brasa de la piedra. Parece sombra enceguecida
la lluvia que no cesa en la boca del infinito. Digo silencio para quemar
mis costados, —en la boca, el silencio como armadura resguardada, como arado
en las acequias del galope. (Lejos el destello ronco y amargo.)
Ahora, la noche y el día duran en mi olfato. (Pasa el oficio del río sin detenerse nunca, sin detenerse la puerta o la ventana, lenguaje infinito del ojo.)
Tiene forma de barba olvidada: no se oye el mar cuando atraviesa el litoral
de espinas, ni el cielo azotado por tantas furias, ni lo inmenso de la altura.
Este silencio solo, indeleble.
Mi viaje perdido en la noche del tiempo, entre herradura desnuda y páramo.
En el fermento, florece la ropa y la  voz, sube a la aurora.
Es este silencio la rama simétrica del bosque: sobre el infinito la memoria total
de la intemperie. Este silencio solo que se abre a la meditación…
Barataria, 14.III.2015

lunes, 23 de marzo de 2015

HILO DEL SUEÑO

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HILO DEL SUEÑO




Cuando nacieron los sueños, el tiempo hizo lo suyo: la armadura del silencio
ha arrebatado y hecho pedazos la conciencia. Cuelgo las formas en mis ojos,
hilvano las esquinas, atravieso los pespuntes de las aguas llovidas.
Siempre es extraño tratar de unir los hilos del cierzo con la cuchara del eco,
o del bramido, o del reverso hostil de la herrumbre.
Es arduo unir la grieta y la memoria, o tejer el hilo en la anatomía del vacío.
Sólo hay hilos de silencio como pedradas.
Al revés de la alambrada, el pez muerde la lengua de la historia.
En el sueño dibujado de la sed, la gratuidad de la campana del ángelus.
(En la cobija sinóptica del polvo, el movimiento en espiral de los cipreses;
la dulzura concertada de los muertos, el cambio semántico de los párpados,
el parpadeo casi desnudo del presente indicativo de la miseria.)
Ya muchos han bautizado el arte de la mentira sobre todo en territorios
definitivos. Es normal no existir y chocar contra las paredes.
Algunos de nuestros momentos, son simplemente monólogos, así vamos
tropezando cada día con ciertas ambigüedades y paralelismos, con cierta locura
a destiempo del mundo. En la genealogía del masoquismo, las muelas cordales
del tinglado; y sin embargo, aspiramos a morir de muerte natural…
Barataria, 12.III.2015

sábado, 21 de marzo de 2015

ESPANTAPÁJAROS

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ESPANTAPÁJAROS




En medio de la aurora, el tótem migratorio del espantapájaros: aúlla toda
clase de supersticiones entre el alma y el conjuro de las pasiones, entre vientos
y sacrílegas sábanas, en la cópula de la geografía y la boca de lo sórdido.
En los canales del eco, prolifera el juego de espejos con lacerados muros.
(Roto los pensamientos, quedan al descubierto los juegos sucios del presente
y el futuro, los frutos chamuscados del espectro.
Alguien enturbia el horizonte espléndidamente y clausura la fosforescencia.
Alguien se rehúsa a deshacer los nudos de las máscaras y la ficción.)
—Vos, en el centro de la caja de Pandora mordiendo los pentaecos de la sombra
y revolviendo el infinito con cuentos chinos. Hacia la risa convergen,
esas revelaciones que ha hecho el eclipse.
Una lectura del asfalto es justo lo que desata la perplejidad. ¿Qué nos queda
por hacer o representar? En la lágrima llueven relámpagos de tizne, ¿Sabemos
que los espantapájaros son sólo la mueca de sangres memoriosas?
Ahora nos pesa más que nunca la historia. El azogue nos da su grano oscuro;
el pincel, sus nalgas iconográficas y la impostura.
El mañana es apenas la  mueca desabrida de la penumbra.
Al final, me salva únicamente, el sagrario de mi nombre, no la viscosidad
del brebaje, ni el tintineo pálido de las hojas…
Barataria, 10.III.2015

jueves, 19 de marzo de 2015

PERIFERIA

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PERIFERIA




Vivo a la orilla del césped disecado de la sombra, vencido de durmientes
y rieles, de cuerpos que agitan sus dudas para no caer en amaño ni en limosna.
Nos harta la vida desde fotografías bonitas.
Incomoda la filantropía de las túnicas y los corazones postizos, al borde
de cierta patología; la verdadera pobreza no se vive en los extramuros
de la historia, sino en la caries de la arqueología.
Vuelvo al nido colgado del alero de los espejos; tanto pesa aquí la patria,
que nos devora igual que la miseria.
(Son distantes hasta las raíces o las ramas. Tocamos la fosa del cielo, descolorida 
en su cuerpo, fatigada de tanto perecer.)
A veces soñamos despiertos con la aurora; pero la soledad toca la boca y clama.
Hay precipicios amargos que corroen el paisaje, preceptos, anónimas muertes,
mutilados bolsillos y cansadas semanas. Y chunches sin un destino fiable.
Frente al filo del sepia, la transparencia es vaso oscuro.
A menudo no hay horario para impregnarse de herrumbre: el páramo
es ventarrón de heridas, semblante de muchos monumentos con masticados
desechos. Nadie existe en la cuna sobre la alcantarilla.
Nadie en el petate corrompido de insectos.
Después de todo aquí estamos: seguimos ascendiendo dentro de la jaula.
Barataria, 08.III.2015

martes, 17 de marzo de 2015

MURMULLO DEL BARRO

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MURMULLO DEL BARRO




En las manos deshacemos el hollín que aún queda del murmullo de barro
en la entraña.  La memoria excava los días soleados de la puerta.
El mundo, todo, a menudo se inclina por la losa (vos y yo, amamos esta materia 
que nos forma con sus vigilias y esperma; en el cuerpo habitan todos
los fuegos y todos los cadáveres, el asco, los huesos, el vacío.
En la cópula del sueño, todas las paranoias de la ebriedad posible: la lengua
es otro erial que golpea la asfixia.)
Venimos de esas edades extrañas de la supervivencia: el tiempo ha alardeado
con su humareda, pero también los centímetros de horizonte en los pies.
Frágiles, nos desnuda la gota de cierzo y la tempestad condenada a polvo.
¿Caben en el ojo tantos adioses, crujidos y vestiduras errantes?
Siempre desnudos ante el reflector de la tierra.
Quizá las puertas un día sólo sean vestigio de la polilla, bocas sofocantes.
Afuera, alguien masturba los infiernos o viceversa.
Ciego, como la habitación ciega del barro, pasa de largo lo abyecto.
Ciego en el absoluto de lo inmundo, los días de ruptura y desarraigo: la tierra
es confusa en los brazos: camino sólo para no hacer el ridículo.
Alguien después de todo, sobrevivirá a todas estas tempestades de la utopía.
Barataria, 06.III.2015

lunes, 16 de marzo de 2015

HABITANTE DE LA ESPERA

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HABITANTE DE LA ESPERA




—No he dormido desde entonces. Roto el aire y ciego el camino: en la represa
del pecho, se destiñe el taburete, crecen los cachivaches de las arrugas,
muerde el amarillo de la hoja concentrada en el tórax.
Allí, en las esquinas abstraídas de las astillas, los destellos de la pulsión,
los papeles fatigados de la edad que siempre ayuna.
(Nunca hay más preguntas a estos sueños reprimidos. ¿Quién va o viene desde
el fondo de la conciencia? Entre el gentío las simetrías son irremediables.
Desde siempre los por qué, pero caminamos. Simplemente asumimos el silencio
como la otra cara de la historia.)
Desnudo, simplemente, vacío el ojo de los fósforos: arde el golpecito de luz
en las cuencas. Soy otro escarabajo descendiendo a mis interiores.
Después de todo, ya me son familiares las ventanitas del suburbio.
—¿Quién vendrá después a este enjambre de nostalgia? ¿Quién repondrá
las décadas de sueños, este reloj cansado de mugre?
(Entre miedo y matorral, el cántaro de la memoria, la enjuta hamaca
de los párpados, el peso desgastado de las mortajas.) Mientras la sombra crece,
juego al crucigrama de los deseos: si alguien me recrimina, después de todo,
que entre por cuenta propia a la maleza…
Barataria, 04.III.2015

sábado, 14 de marzo de 2015

AMPLIA LEJANÍA

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AMPLIA LEJANÍA




Me llueven las ventanas y este bregar encanecido del camino: siempre la brasa
es el contrapunto a mis andaduras. Busco el espacio total del aleteo.
—Vos, la misma palabra hecha de fantasmas, el mismo día antiguo de lo eterno,
el día de espaldas como el adiós de la hoja seca que se desprende del árbol.
De pronto es el sexo sordo, ebrio de las prostitutas.
De pronto es la nostalgia y sus sajados horizontes, las sombras inmóviles
sin ninguna certeza, los sueños en la enredadera del cordón umbilical.
(El presente de hoy es voraz igual al de ayer. Faltan kilómetros para medir
el ala del confeti: entonces la sal es indescifrable en el espejo.
En el fondo siempre tengo la misma víscera amarga de algunas palabras.)
Es extraño porque los vacíos carecen de pasaporte: huyen las luciérnagas.
Es extraño ser libre, uno ya no encuentra la oscuridad del hambre.
Vos, oscura como el fuego de la verdad.
Oscura como la carne perenne de la fiebre. Oscura como el beso del crucifijo.
Siempre es así: la cerradura no se abre con simples palabras.
Frente al ojo, el escondrijo de los paraguas: hierve el umbral seco de la noche.
¿De qué o quién me despojo, finalmente, para seguir la travesía?
No era la semilla o el fruto a mi costado, sino un fantasma de espumas.
El humo se enrolla en mi aliento, jamás la alternancia de la claridad.
Barataria, 02.III.2015

viernes, 13 de marzo de 2015

DESVARÍO CALLEJERO

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DESVARÍO CALLEJERO




A riesgo de la respiración, la luz en el otro costado de los brazos.
Desvarío en los güishtes torrenciales de la calle, en la boca extraña de tantas
soledades: ¿quién deshace el nudo ciego del desvarío, el tizne acumulado
en los ojos, la bocanada de nubes en el entrecejo?
La baba se ha vuelto cotidiana en este cántaro de la esperanza.
Los semáforos anuncian lo procaz que resultan las piedras en medio del sinfín.
Ante tanta conciencia oscura, la sombra ilumina la sangre.
Todo es un bosque de denso grafiti: la ceniza trabaja inexplicablemente.
Y es ausencia,  esta pared de vigilias residuales.
Es vaivén de extraños fósforos. Es convulso el gajo de sombreros.
Todo el desatino palpita de manera opulenta: las mochetas del tiempo se abren
hacia el vaso de tinta de las botellas.
La ciudad drena los platos desechables donde comen los pájaros.
Sobre los féretros y los andenes el desagüe de la sangre…
Nos muerde el pedazo de tul del aliento y la bocacalle de las axilas en su trajín.
Por doquier las sombrillas infectadas de hipotecas y eternidades de alcohol.
(Vos, algún día de regreso a casa, no te encuentres con esta ciudad sin rostro,
ni tropieces con tantos tiliches en las aceras, ni pongas tu rostro al lado
del confeti. Siempre cruzamos una calle con extraña ternura.)
Barataria, 28.II.2015

miércoles, 11 de marzo de 2015

RESPIRACIÓN DEL OLEAJE

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RESPIRACIÓN DEL OLEAJE




Hay una sensación de subir o bajar, de fluir en el tallo de los litorales.
Entre las aguas, los muslos del lenguaje, la página de espuma que rompe
los sentidos, el sonido subterráneo en cascada que ansía salir de lo profundo.
En los coágulos de las aceras,
los nichos ambulantes de la amnesia y sus huéspedes inmersos en la noche
hincada de los escapularios. Se impone lo incierto debajo de la lengua.
Sólo sé caminar en medio de los médanos de mi única muerte: recuerdo
la hojarasca a mi lado y el mundo negro de mis calcañales.
Toda la fe es ciega certidumbre; el oleaje, delirio solitario, profundo tiempo
de las aguas en el seno de la concavidad.
—A veces fluctúas en el bostezo de los espectros.
A veces es incierto tu cráter tránsfuga.
En mis extremidades crece el grito, los contratiempos arqueados de las hernias,
el furor de los caballos del agua, el laberinto disperso de los metales,
el apretado sudario de las estaciones. Divago en medio de paredes líquidas.
(Son muchos los demonios que me tientan; bajo el sueño se desmorona
el horizonte y su desvelo de sal. En tu suave carne caigo al vacío. Resbalo
en la hoja de la nostalgia de tu arenal de caracoles.)
—Cuando queme toda la luz, nadie podrá negar la ceniza, el agua secreta
de la noche y su respiración de íntima garganta.
Barataria, 26.II.2015