viernes, 14 de enero de 2022

ALTAR DE POLVO

 

Imagen Pinterest


ALTAR DE POLVO

 

 

Entre los dedos la geometría del agua del sonido, quizás la tierra

prometida, desparramada en la fotosíntesis de la piel.

quizás la luz en húmedas luciérnagas, amarillas lunas en la noche.

Quizás las espinas secas en los bolsillos, un mundo que nunca

se intuye su sabor, un viento regando su aroma en la cama

de las intemperies, un marcharse de la memoria y el tintero,

un sendero en donde solo caen las hojas de los árboles, sin mayor

aspaviento, la noche acumulada en el polvo de las ojeras.

Todo es simple como los huesos que florecen en la sequía,

uno apenas los lee en las paredes o en una botella de quimeras.

Cada quien camina y se detiene a ver desde las esquinas

el reflejo del fuego de todos los infiernos que nos avientan

al destierro, sin poder eludir el sinsentido de las cunetas.

Vivimos siempre en una especie de despedida endémica:

nadie nos nombra ni siquiera en el dolor genético del cadáver

de los ojos que dejaron de pertenecernos en lo visible.

.

De ‘Como quien pide luz o pide agua’, 2021.2022

©André Cruchaga


jueves, 13 de enero de 2022

OTRORA LAS VENTANAS

 

Imagen Pinterest


OTRORA LAS VENTANAS

 

 

 

 

Nadie se acercó a las puertas y ventanas derribadas de los ojos, ni al esqueleto de rocío que ha dejado indivisible la infancia. Me asustan los cirios agujereados por la sospecha, mientras rezonga la hoja que cae del árbol. Seguro hay indicios de cansancio en el bostezo del vuelo de tanto sollozo y asco. Junto a mis propias precariedades, la total ausencia del pudor frente a las viejas consignas del cuerpo. Como en un reloj de rabiosa destrucción, la felicidad y los reproches, el vuelo como un rara avis. Siempre desoí al pájaro del sangre del poniente, mientras se acumulaban en el pecho las garras del desvarío.

 

De Camino disperso, 2021

©André Cruchaga


sábado, 1 de enero de 2022

UNDÉCIMA NOCHE

 

Imagen Pinterest


UNDÉCIMA NOCHE

 

  

Desde esta cueva húmeda que es mi garganta aprendo un canto nuevo, siembro.

No dispongo de tiempo para morir, tengo que cuidar a otros para limpiarme.

Katia Rejón Márquez

 

 Nadie dispone de más camino que el trazado en la hoguera

de los sueños del pájaro saltando en la undécima noche de la pira,

ni de los frutos secos de las palabras en el hueco de las horas.

Hay un vacío de árbol o sombra en esa llama de campana fría

alrededor del tiempo imaginario.

A esa hora nos parece escuchar una música de adioses.

Mientras el corazón comparte su silencio, su tenaz lenguaje

de sonambulismo, su legión de cipreses: ahí la duda, la muerte.

Una gaviota remolcada en el pecho, una garganta apretada

de grises, un sermón de goteos al borde de un fonógrafo

carcomido en el cielo sucio e invisible donde solo hay periódicos

con clasificados que nadie lee: recuerdo el ungüento musical

de algún blues, una sonata de barco descuidado a la orilla del agua.

Entre una hora y otra, juega el corazón devorando peces.

Juego aquí mientras amanece: soy una criatura a merced

de la tierra, entre nostalgias y libros que quieren reinventarse

como un follaje de luciérnagas, como una puerta que nos recuerde.

 

De Camino disperso, 2021

©André Cruchaga

© Imagen Pinterest