miércoles, 31 de diciembre de 2008

Mundo con juguetes mortales_André Cruchaga

Ruinas de El tazumal, El Salvador-Fotografía AC






____________Mundo con juguetes mortales




Si una parte del mundo se debate en la muerte,
¿Qué hace el resto para detener la sangre —esa
Precisamente que salta a borbollones tras las bombas,
Los misiles, los tanques, los fusiles?
No puede haber esperanza con disfraces, ni treguas
Cuando la tormenta dibuja codicias y la lágrima
Reluce en la niebla y el horizonte es pálida herida.
Entre noche y día, a diario hay muerte, hay terror,
La humanidad gira en un abismo de gargantas;
El viento se abre al gris del dolor y al ciprés del llanto.
El luto camina sin descanso, duros relámpagos
Cercenan los ojos de la brisa, lo inhumano
Se ha apropiado de la vida como un voraz felino.
Nuestro mundo juega con juguetes mortales:
De pronto el grito ladra en la boca de los cañones.
Ahora mismo hay ciudades que humean
Con nubarrones de ceniza. Ciudades enteras
Que tienen de trinchera la angustia o niños ahogados
En llanto y zanjas de sangre donde el cielo se apaga.
Ahora mismo este siglo canta a las cruces
Y glorifica los cañones y no los balcones cristalinos
De la paz. Ahora mismo CNN, BBC, TVE24 horas,
Nos salpican con ese desierto sin sombreros,
En cuyo aliento se anuncia la luz disfrazada de muerte
Y el espeso remedo de la flama oscura.
No es un juego ver cuando caen los edificios,
Ni gratificante el cielo de infrarrojos para asaltar
La pupila indefensa que busca abrir las aguas
Y así resguardar la vida. Es un caminar sin respiro
Este mundo de brasas: “las bombas agujerean
Los días” y también, el desvelo indefinible, —ramas
De saliva sin pañuelos audibles entre la ráfaga
Que rasga y soterra el buen presagio y la ola nítida.
Ninguna razón, —¿Ninguna razón, digo—?
Justifica la sal monocorde de la guerra, mucho
Menos hacer del aliento una gota quemada de trenes
U otro rehén de agónicas flautas. Nada puede
Justificar la oquedad de estos juegos mortales
En los que se desviste la vida para calmar la sed
Y ciertos determinismos tan falaces como el progreso
En cadenas, o una almohada de cascajos o el sueño
Entre harapos cuando este es carnada para
La combustión del fuego. Entre las sábanas mojadas
De una humanidad agónica, entre ese remedo
De la vida, la harina se disfraza de pólvora;
La incoherencia de los embudos desangra todos
Los caminos: —los últimos reductos crujen en los poros,
Ese Mar Muerto de hoguera, luciérnaga de ceniza,
Es la respiración envejecida del horizonte.
Esa franja de Gaza sin receso, es simplemente,
La lengua donde se enredan los cartílagos del ala,
O el surco donde el “Arcángel a caballo”, hará
Del llanto y la agonía, un trasiego de hostias
Sobre el nido verde de las luciérnagas…
Barataria, 31.12.2008

domingo, 28 de diciembre de 2008

La noche es una frontera_André Cruchaga

Fotografía: Donald Aguirre, USA





___________________La noche es una frontera



La noche siempre es un muro o una frontera.
Contra ella se vomita la sangre del tiempo
Y las angustias que salen negras del alma.
En la almohada el cuarto oscuro del sueño:
La respiración estremecida, el vagón de las
Sábanas Sin muslos, las palabras acumuladas
En el silencio. —Esta es la noche en mi herida,
Noche salpicada de tiempo, oscura corriente
De hojas sobre estatuas. En el campo de batalla
Nadie sabe por qué se mata finalmente al otro,
Cuando la voz propia no cuenta;
Dé qué sirven los espejos de la artillería
Y los fusiles de asalto, si no es para combatir
La truculencia y los falsos valores que crecen
En la madera de todos como espigas flamantes…
(Y aun así no hay arma que se justifique
Cuando su ausencia podría salvar vidas,
Millones de vida que a diario mueren…)
Hay niños ciegos rodeados de pólvora.
Hay niños En la orfandad de sus brazos,
Hay niños sin pensamientos Y sin alcancías,
Hay frío en las ramas de las calles
Junto a cientos de muertos, junto
A camisas rotas y agujeros en las paredes.

El manjar de la noche se hizo de pólvora y cuchillos.

La mentira ha sido elevada a verdad combatiente.
Toda sombra se tornó esqueleto de ternura.
Espectral resulta la niñez en las calles comiendo
Los escombros de la historia —mercado oscuro
De la alevosía, pan sin latido en su harina hirsuta.
La omnipotencia del caos nos consume —se volvió
Claridad e investidura y bodega doméstica.
Dicho esto: “No quiero proponer nada al mundo
Ya suficiente tiene con sus tristes historias
Que corren como infinitas gotas de mercurio.
Lo único que hago es decirme que tengo hambre
Hambre de gran ciudad civilizada y fina
Tanta hambre que me excito al ver pasar los gatos
Que me excito sexualmente digo al ver pasar los gatos
Cultor como soy de todas las delicias entrelazadas.”

La noche siempre es un muro o una frontera.
Su manjar cada día se hace de pólvora y cuchillos.
Mientras tanto, como miles de seres en todos
Los continentes “estoy con hambre
El hambre es una especie de cáscara de hierro
Que te mete los grandes colmillos en los hombros”…
La noche del hambre que los sueños gritan, bodegas
De esqueletos muriéndose sobre la tierra,
Así el Orden mundial, diestro, cruza la vida.
Barataria, 27.XII.2008

viernes, 26 de diciembre de 2008

Semillas de la noche_André Cruchaga

Fotografía: Donald Aguirre, USA





__________________Semillas de la noche



Semillas de la noche cubren los pabilos.
Aquí los gritos encendidos de pólvora:
Estelas de humo quemando el libro del pecho;
Los papeles rotos a la deriva del viento.
Cuando las sienes palpitan —digo: déjame
Caminar por estas calles parecidas al invierno
Y ver las luces que llagan mis pupilas.
No huyo y pareciera que así existiera:
Siempre yendo colgado de tantos recuerdos;
Siempre en el mismo sitio sin ganar ni perder,
Pues ya dejé mis zapatos en las esquinas,
Acaricié los sueños en los rincones de la brisa:
Anduve siempre alejándome del grito.
Una caricia fue lo único que tuve de camisa;
(Una sóla en miles de años).
Todavía el espejo no ha desgastado su nombre.
La noche plena me entrega el cuaderno
De la calle, —ese raro cuaderno donde se gastan
Mis ojos: este diciembre es terco y cruel:
Despierto me detengo a respirar en las vitrinas;
Pero ahí no hay analgésicos para dormir
A Santa Claus y quitarle la respiración
De un juguete aunque la cara se vuelva papel
Pintado por la sal que los ojos escriben en la cara.
Pronto pasará —digo este mirar con sigilo
E impaciencia las luces que penden de los árboles.
Mientras tanto la noche es larga, inmensa.
Alrededor hay niños felices y hay también
Niños tristes que anhelan en su llanto
Lo que la infancia les reclama…Todos esperan
El final de la noche. Todos en la monotonía
De la risa, olvidan la ilusión de los regalos.
¿Dónde está esa noche buena sin ilusiones?
¿Dónde los sueños dibujando nuevos rostros?
La miseria pasa la mano como un ventarrón:
—a menudo las navidades son más tristes
Que los ojos cerrados de los féretros y mausoleos.
La infancia se desvanece en esta noche
Donde no siempre la piedad se revela en un juguete.
Y así pasan las otras noches y las otras navidades:
Siempre habrá alguien que no reciba una sonrisa,
Ni un prójimo que se detenga a ver las horas
Que bostezan en la lengua de la noche y las luces.
Si esta noche es así de imposible, sólo me queda
—aunque lo deteste— la tristeza, y quedarme
Con la inocencia palpando al viento que pasa sin estribos
Por todos los terrones de mi carne.
Barataria, 24.XII.2008

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Esencia de Joan Miró-André Cruchaga

Composición de AC





__________Esencia de Joan Miró
(20.IV.1893-25.XII.1983)



Líneas verdes, azules, estrellas;
Marionetas vívidas, amarillas,
Verdes, azules, trazos negros
Como el umbral del claroscuro
De los aleros en tiempos grises.
Lamentos de la sangre abriéndose
A los relámpagos, ojos al filo
De puntos diversos: la noche
Desvelada mientras el futuro
Viene hondo, salpicado de paz
Y no de inciertos temporales.
Aquí está Miró en su taller
Infranqueable. Está entre pájaros;
Susurran en el verde las estrellas,
El amarillo cae de las hojas; el azul,
De los anhelos del viento, dolor
Adherido al negro de la República.
La luz de los colores, toda, vuelta
Palabra en el cielo de la noche.
Transparente el camino del sueño,
Los ojos traspasando el agua
De los días igual que la corriente
Del ansia, caudal insondable del alma.
El pincel desde dentro aferrado
A las ramas del espejo, al espejo
De los sueños en los ríos del agua.
El alba trotando desnuda en el sol:
Tras el color la figura amarilla
Del cuerpo —la carne ahora vuelta
Fantasía, gesta unívoca del alma.
Miró en los jinetes del rojo, aquel
Dibujo en el ámbito de lo audible:
Libertad deseada de transeúnte,
Encuadernada en el aliento de cada
Lienzo. Líneas, colores, piel
De litorales sobre hilera de puntos.
En cada oscuridad la lengua de la luz.
En cada pincelada los párpados,
El suelo, la pintura en las curvas
Del cielo. Anillos verdes mojados
De azul: huellas en el reloj de las nubes.
Así domina los círculos del aire.
O las campanas azules en el eco de
Los amarillos. Líneas negras, negras.
Círculos negros, profundamente negros.
Nada de escombros; el pincel juega
Y es niño jugando a la memoria,
Es decir a los colores: rojo, amarillo,
Azul, negro y a la luna de repente
Blanca a trasluz del paisaje.
Y a los pájaros, de repente arco iris,
En la espátula afiebrada del alfabeto.
Líneas negras, azules, puntos, ojos
Extendiendo sus brazos hacia el tiempo.
Barataria, 21.XII.2008
(Barcelona, 20 de abril de 1893 — Palma de Mallorca, 25 de diciembre de 1983)


domingo, 21 de diciembre de 2008

Breve fotografía del caos_André Cruchaga


Deslave: composición de AC





_____________________Breve fotografía del caos




En el orden mundial, todos los posibles
Extravíos: la lengua colgando de los labios,
Los semáforos con su remedo de arco iris,
Los ritmos desaforados de la música
Que nada tienen que ver con los Dreams
Of Freedom de Bob Marley. —Hay algo más
En la boca de este mundo truculento: la náusea
Como un peine desde más de dos mil años,
Las paredes de la cordura convertidas
En un atroz pesimismo, la lengua de la mentira
En sus frecuentes laberintos,
La lengua del dolor lamiendo el clímax
De los astros: —¿Es el símbolo de estos días,
—pregunto, digo— cuando quiero entender
La ley, ciega de ojos y mucha espuma.
La risa abdica en armarios abyectos. Pero ahí
Está todo el ser humano: las pupilas del sol,
Las fúnebres obsesiones de la congoja.
—Claro que en esta epidemia todos ardemos
De vértigo. Nadie se salva de su magnetismo
Sonámbulo, aunque algunos hagan ceremonias
Acuáticas dentro de vagones esterilizados.
Vivimos en el alma desfondada de la noche:
—Y quién sabe si saldremos ilesos a la hora
Que se rompan las ventanas o los ojos
Cambien de ver los pájaros suicidas que hay
En esta selva de instintos…
Los durmientes de las luciérnagas en la lengua
Perdieron su luz ínfima, su boca de centella;
Y en cambio ganamos, no para bien, precisamente,
Espacios parta la sombra, y palabras
Demasiado explosivas para hacer cráteres.
Soñar a menudo se torna un reino prohibido:
Soñar en la pesca, en los secretos delantales
Del destino, en los utensilios del canto,
En los nudos que desamarren la geografía.
Para unos sólo queda en córneas desfiguradas:
—en realidad el caos siempre ocupó una silla
Vitalicia del poder: con su piel de elefante
Mueve el ritmo de la vida. O tal vez todo
Lo que nos parece crueldad, sea sólo parte
De esa expedición del extravío, de ese itinerario
De las narices cuyos pétalos derivan
En pedales sin semillas…
Hoy se han petrificado las campanas de la alegría;
—El verdadero universo aún no ha brotado.
Quizá este madero impreciso,
Nos de un Norte de fósforos,
Donde la noche sea el día, y los pájaros
La lengua grácil que necesitamos
Para recoger la savia de la tierra.
—El verdadero universo aún no ha brotado.
Nos hace falta cambiar los cementerios
Por otros sueños más audibles…
Barataria, 20.XII.2008

viernes, 19 de diciembre de 2008

El tiempo cambia de palabras_André Cruchaga

André Cruchaga, El Salvador






________________El tiempo cambia de palabras




Las palabras miran…
Las palabras se hacen
OCTAVIO PAZ



El tiempo cambia las palabras por distintos
Artefactos; a menudo uno desconfía de ellas
Y opta por un lenguaje más contundente.
Las banderas en los cónclaves tienen sentido
Sólo para darle oficio al viento, no para
Levantar la voz de las naciones. Uno desconfía
De la saliva en los micrófonos,
De la distribución en el mundo de los pájaros,
De las distancias a la hora de posar
Para la fotografía oficial en un cielo donde
Hoy hay muchas revelaciones apocalípticas.
A la vuelta de la esquina la tempestad global
Nos enreda con su tifón de barbas blancas.
El tiempo cambia las palabras: hay una
Especie de hipnosis colectiva atravesando
El subconsciente, en la gruta del escalofrío,
Hay quien mastica la sangre de las puertas
Y deja cadáveres espantados en las aceras.
Pero también hay buenos signos
Para las palabras: ahora ya se habla, de quitar
Embargos y desbloquear la libertad
Que durante años estuvo sumida en la noche
De las falacias. Largos años de levantar,
En forma despiadada, los dedos de la mano,
Y erigir sanguinarios muros de granito.
Ahora los zapatos son un arma contundente
Y ponen en tela de juicio las palabras:
Ayer nomás era difícil desatar la ira de los ríos;
Hoy los ríos son una aventura en las palabras.
Ahora, de qué se duda: ¿del tiempo, del miedo?
Tanta agonía hizo visible al planeta,
Tanta fatiga en la respiración está cambiando
Los sueños que hemos tenido en pedazos.
Las palabras no son suficientes para quitarnos
La sombra del gigante, no lo son después
De tener una funeraria en el pecho y deambular
En los diversos nombres del miedo. Pero
Las palabras frente a cada espejo son semillas:
Aunque el aire las encabrite de otros artefactos
Y no las usemos para la defensa legítima
De la fosforescencias de las luciérnagas.
En los grandes foros y en los púlpitos sangran.
El poder las usa en sus estratagemas;
Nunca, o casi nunca, para darle fuerza a la luz
De la esperanza que tanta falta nos hace
Cuando los sistemas zozobran en la tormenta.
Las palabras son el signo de los tiempos:
Pueden ser estrellas en medio de la catástrofe
O barcos, o neblina o, relinchos para atravesar
La populosa ceniza del ruido.
Son ojos y éter y banderas. Son ese universo
De lámparas para iluminar los senderos
Sin necesidad de botellas y zapatos…
Pero están ahí rompiendo los calcetines
Y nombrando al asesino con la más enérgica
Pupila de sus sílabas…
Barataria, 18.XII.2008


jueves, 18 de diciembre de 2008

Siempre el silencio_André Cruchaga

Silencio en el bosque, composición de AC





_______________Siempre el silencio




Siempre el silencio y la luna de medianoche
Colgando de las vértebras de este fatídico
Calendario. Desde siempre el pecho combate
Contra la distancia, —esa que sólo se ve
A través de las ventanas y la joroba
De la estribaciones, esa que está ahí enredada
En mi propia tempestad humana.
Lejos hoy el lenguaje en su levedad de pluma;
Y en cambio una pesada puerta de hipnosis.
La vida nos aventó como una ola para
Reventar nuestros pechos en la sal del tiempo:
—ni uno ni el otro escapó del vértigo;
La sangre en su resignado espacio,
Perdió el prodigio de los arco iris. Sólo existe
En nuestra propia alacena de las manos:
Silencios prolongados, y lo peor, hicimos
De ese silencio adusto una férrea armadura
Como un artificio para ocultar la aventura del cierzo.
—pero el silencio se vuelve una agonía
En la propia respiración: la noche tendida
En los sueños torna oscura la raíz del día
Y los signos de la luz cambian a cirios funerarios.
Es esto lo que hicimos del aliento y el deseo.
El aire muerde los ojos mientras uno contempla
La voz ensimismada de los pasos que no fueron:
—Fue un poco caminar de espaldas;
Y en los zapatos la zozobra, el agua convirtiendo
El aliento en catástrofe, el mundo hablando
Por nosotros en medio de calles de populosa neblina.
Nunca el silencio se construyó a falta de palabras,
También la inmovilidad de las pupilas,
Pronunció al aire su discurso de murmullos
Encadenados. —También la sonrisa bajó su propia
Intensidad de marea y los senos dejaron
De alumbrar el camino hacia la boca del fuego.
De hoy a mañana el lenguaje es la herida.
Los recuerdos son hangares de galopes o,
Sencillamente, abejas masticando las pupilas.
Para mañana arrastraremos un día cansado:
Tendremos nubes y piedras en la lengua, y hasta
Unas manos demasiado frágiles para sostener
El mundo. Pero es lo que plantamos. Y nada
Es ya cierto cuando las campanas han perdido
El suspiro y el pabilo del alba cuelgan
Como un crucifijo en banderas de incierta
República. Es lo que tenemos: miseria en vez
De palabras; bolsillos sin monedas;
Vagones sin una gramática precisa; —lienzos, diría,
De una risa sin luciérnagas, de trenes sin rieles
Por donde el aliento sangra y nunca amanece.
Tu mirada también es silencio
En la yema de mis dedos, pero tu ombligo
Se ha quedado pegado a mis retinas…
Barataria, 16.XII.2008

martes, 16 de diciembre de 2008

Piedra de la noche_André Cruchaga

Luna poema:Composición de AC



______________________Piedra de la noche



Piedra de la noche en el jardín de los ruidos.
Las luciérnagas vuelan sobre su propia sombra;
Tiembla el reloj de puño sobre las calles,
Mientras un suspiro acerca su saliva
Al horizonte: los pájaros se anidan como sombreros.
Luego las nubes gotean lejanas lágrimas:
—como lengua de arco iris descienden
A las raíces y ahí cobra vida el imán de la tierra.
Los perros husmean en el ruedo de los pantalones;
Uno y otro reconstruye la geografía
Con su olfato de alfiler y oídos de bisturí.
La noche está abierta a la agonía —digo,
Y sin embargo en los parques no se nota
Su lengua de ajedrez cuando todo mundo,
Se mueve bajo el lienzo de las lámparas.
Nadie se percata que entre los tragaluces
De las hojas, hay fosforescencias ignoradas,
Y también, barcos que se hunden en las sienes.
A veces me siento en su dureza nocturna,
Pero la intemperie me acobarda:
Siempre los martillos de la orfandad
Fueron diluvios; nunca estuve ileso
De su polvo oxidado; —y ese polvo siempre
Cae donde bebo agua todos los días.
Por eso también el aire de la noche y el agua,
Se tornan piedra en mi boca: beber el vértigo
Que da el abismo ya es temeridad
Pues de repente hay cruces y no puertas
Que apunten a sonrisas…
De repente la noche se desplaza sin fatiga
Pese a la grieta que abre todos los días
En el calendario. —Pese a estar en la caverna
De mis huesos comiéndose los pies
Y cercenando las pupilas. Golpea como la luz
Que de pronto irrumpe en los ojos.
En el horizonte las imágenes se diluyen.
Sobre mis hombros sólo hay caminos imposibles:
—la incertidumbre fue emboscando el alba;
De otro modo los sueños todavía fueran
Posibles en un siglo que vivimos de crepúsculos.
Pensar ahora en el acaso, sería estupidez,
Cuando la mirada se perdió en la noche
De la espera, cuando el pecho durmió sobre
Las piedras y la noche cerró toda respuesta.
En tanta noche aullando en mi dolor,
La muerte diaria se ha vuelto piedra amarga;
En tanto gemido estropeado por la vida,
Sólo queda esta proclama de la conciencia.
Y acaso, sí, un deseo de olvidar en mi paladar,
La piedra del dolor con su dolor galopante
De orégano en la sopa…
Barataria, 14.XII.2008

jueves, 11 de diciembre de 2008

Monólogo en la nieve del Mount Hood_André Cruchaga

Jane Glazer, Oregon; André Cruchaga, El Salvador.





__________________Monólogo en la nieve del Mount Hood



A Jane Glazer, poeta oregoniense,
Por compartir su lectura poética conmigo.



Aquí como una réplica de la blancura, todos los pensamientos son blancos.
El aleteo de los pinos es fiel a este aroma del bosque, quizá por haberse
Convertido en un jardín esencial en las cornisas del aliento: aquí es palpable
Estar vivo pues el día camina sin fronteras, salvo la niebla espesa
Y la transparencia afable de la nieve que cubre las pupilas.
Desde Lake Oswego los jardines son cautivantes: Multnomah County,
El clásico Timberline Lodge, The Historic Columbia River Highway,
—Sujetos van mis pensamientos a este vivir entre las aguas
Del Willamette River: aquí la memoria la sostienen los caminos cristalinos.
Ahora juego a olvidar las palabras del olvido y lo sombrío.
En Beaverton o Hillsboro, o Wilsonville, o Tigard, o Sherwood : las calles
Me empapan la garganta y no le pido al tiempo más explicaciones.

De la Faculty house camino directo a Shoen library para platicar, en cierto,
Modo con las ardillas; en Clark Commons está la Bookstore. Buscando
Bosques me he encontrado con una antología poética de Rafael Alberti.
Es una rareza dentro de la Streff Gallery. —¿Qué hace un poeta español entre
Los maples y las esculturas que agitan el espacio duro de las nueces?
Pero me ha servido mucho su poesía en las horas que odian al mediodía.
De repente me duelen los huesos de tanta presencia suya: —no me acompaña
En mis caminatas sobre el césped, ni mucho menos a la hora
En que decido caminar entre los abetos para ver tiritar el césped.

Al final de cada jornada abro las ventanas para que entre el viento frío
De los cuervos —confieso que me encantan sus gotas de trino: despeñan
Las palabras con su plumaje nocturno —de otro modo, quizá no me gustaría
Escuchar su voz en la eternidad de estos grises.
Un día después de clases se nos ocurre leer poesía con Jane Glazer:
—Así la soledad que me das se me disipa; la baranda de la nieve nos deja
La piel de río. —¿Existes o no poesía —me digo— después de sacudir el libro que ando
entre mis manos que ya no es de Rafael Alberti, sino el de mis
Respiros —ese que la angustia arrebató al olvido borroso de tus brazos.

La llave de mi ansiedad cede a la libertad de Salem: imagen de mi sombra
En los cristales. Enfrente del Capitolio el fragor del agua; el cántaro
De tu alma cerrado a este caminar solo en los andenes. A ratos veo los ojos
En los cuadernos de mi esperanza, en esa herida que mana huracanes.
Después de un fin de semana de andar en las montañas y hacer nuestro campground
en pleno invierno he vuelto a Marylhurts, a la Faculty house:
Aquí me espera la inexplicable ternura del alfabeto y las puertas
Que al abrirse dan al incendio —con cierta terquedad— de la nieve.
En el aula de clases —Ann Chapel, se llama—me despierta el Portland Head Lighthouse:
en esta orilla del Pacífico se abren tus poros y los labios
Del viento que ríe frente a mis ojos. Absorto, sobre el cuaderno en blanco,
Veo gaviotas de luz y la arena verbal de tus poros y la inexpresable mariposa
De tu cabellera abierta a las riberas del océano.
Terminan las clases del día y sólo veo mis manos abarcándote en el claustro
De la página sin ninguna caligrafía…
Barataria, 11.XII. 2008

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Palabras en la ventana_André Cruchaga

Collage (AC)









____________Palabras en la ventana




El aire respira en los girasoles de los pájaros —ahí donde las hojas
No tienen límite en los relojes, ni la ardilla de las plumas muestra
Cansancio: el horizonte en las manos y en los párpados esta tierra
Hundida en el azogue de míseras bocas —las proclamas asustan
El vaivén de las sangre y desvelan el pecho y las parcelas de la carne.
No hay manos que desnuden catedrales verdes, ni aperos para mitigar
El frío que acampa en los poros—no hay manos cuya faena
Abra surcos y el grano inaugure trinos o simplemente acertijos
Donde el alba, —llegada— salte de alegría.

Mientras me arropa tu risa caliente en mis ojos, el ventanal me deja
Ver tu cabellera oscura en el silencio de mi sueño. —aro en mi nómada
Oficio de párpados, las palabras son esa ventana que abre tu cara;
Las ventanas, el cierzo de tu cuello fundando mi alimento.
En tu cuerpo vuelo guitarras de cielo —ese que en pie está herido
De guitarras: polen de un navío intenso, forma de la hoguera
En mi arquitectura, océano en mi pecho: —agua redonda en mis palabras.
Tus brazos en el litoral de la ventana, la boca donde se hace
El invierno y luego baja al arroyo de la espiga descalza del olfato.
Desde esa ventana que siempre nos ve o miramos el bosque,
Los párpados deletrean los zapatos, el olor de la piel trashumante
Sube a los pañuelos del cielo y gira como un trompo en la saliva.

Ahora las palabras se vuelven espejos plurales, espejos y agua, aquí
Donde de pronto nos volvemos figuras al óleo.
Sin ninguna duda la lluvia aviva nuestros recuerdos. La lluvia en los pinos,
El río en los cedros o los bancos en las raíces de los eucaliptos.
Aquí donde el ojo amanece en tu montaña y la sal no hiere
Nuestra madera ni violenta el hambre que entumece al mundo.
Nuestra sed no tiene duelos, ni es fauna para museos.
Nosotros hemos sido parte de esas sombras de las migraciones:
La guerra quemó el aire de nuestros ojos; después la paz que nunca
Vino, después los repetidos vaivenes del mercado global,
Después, aquí, —vos y yo— queriendo entender el júbilo entre ecos
Y lugares de desplazados —espigas ahogadas en sombras, atroz verdad
Que no derriba muros ni hace la palabra más clara de su torrente.

No sé si un día rompimos las cadenas de los himnos —¿Nacimos?
Llueve todavía en nuestros costados: esa lluvia con sol sobre las piedras.
El tiempo nos ha hecho vivir el olvido de las palabras
O la página en blanco en las calles. De tanto olvido, el olvido mismo
Se ha vuelto esa memoria habitada en mis sábanas. —Esa memoria
Que hoy me mira en la ventana como un cuaderno tembloroso de la infancia.
De tanto caminar y mirar caras en las calles y parques, sólo veo
Bullir tus ojos en la luz tibia de mis pupilas. —ojos y pupilas inexpugnables
En un tiempo donde prevalece el entertainment al estilo hollywoodense.
No somos digo —vos y yo— ese tiempo, ni los efectos de Kingdom of Heaven.
Somos en esta historia, más la sal de Job que cualquier día transitorio:
En la transparencia del sol habla tu cuerpo —luz sonora en el tacto
De mis palabras donde el fruto se hace visible en mis poros:
Luz en mi garganta como otro cielo en mi ventana… —Así, sencillamente,
Luz ascendiendo sin vestido a mi cuerpo.

Barataria, 10.XII.2008

jueves, 4 de diciembre de 2008

Conciencia del trabajo_André Cruchaga

Collage André Cruchaga






_________________Conciencia del trabajo




La poesía se convirtió en mi pasión de todos los días. Por eso respiro feliz.
Desde el fondo o lo alto, está aquí conmigo el fuego en mis sienes;
En el instante de abrir las ventanas —rito irrepetible cada vez que lo hago,
Se incorporan a mi hálito múltiples pálpitos; las llaves de la fantasía
Suenan con una luz de estaciones, con ese mismo eco alrededor
De los ríos, a la gente que pasa dejándome su sombra de tejado, asombro
Y hasta la solemnidad de los árboles húmedos del tiempo…
No sé si es oficio deslumbrarse ante las palabras y mirar la sangre
A través del alfabeto —palidecer o sonrojarse ante la noche; caminar sobre
La basura de la ciudad, escuchar la habitual jerigonza del vecindario,
Repetir la sonrisa cada vez que la gente la dibuja con las letras del trajín.

Desde la oscuridad le rindo tributo a las palabras. El día las llena
De multitud; los niños juegan con ellas a menudo sin ninguna urbanidad.
Las palabras son la raíz de mi trabajo,
La poesía y yo nos sentamos en las aceras,
Las palabras huelen después de abrirse al mediodía,
La poesía tiene tantas lámparas como la risa,
Las palabras en mis manos se vuelven barcos,
La poesía el mar donde sopla el viento,
Las palabras desvelan los contrastes de la lluvia,
La poesía destella los colores del horizonte,
Las palabras prolongan la luz,
La poesía crece desnuda por las calles:
Palabras y poesía constituyen esa fosforescencia de mi oficio. —llaves
De una herencia que ha acumulado miles de años. Llaves así como está
Escrito en las paredes de la memoria, en la sal del rayo, en los silenciosos
Párpados de las catacumbas, en las aguas donde levita la iluminación.

Mi trabajo son las palabras: —y ahí conmigo construyen otro espejo.
Mi conciencia se fundó entre herencia y sudor, no sólo fantasía.
Un día se hicieron presentes, palpables, deidades, dientes, almohadas,
Oscura época, pájaros cercanos a la madera de mis huesos, historia
Fraticida, asfalto y miseria en las calles del invierno… en mi sudor pusieron
La tinta de su sangre. Ellas rompen la oscuridad como un grifo de liturgia.

Mi trabajo como todos los trabajos es continuarles la vida, regarlas
Con el pulso de la caligrafía, alimentarlas con la ráfaga del azúcar,
Pulsarlas con la claridad de las luciérnagas y abrir armarios con cada gota
De su respiración. —En fin, hacerlas discernir en lo humano que son.
Mi trabajo es la poesía: lo sabe la luz de la aurora. Lo sabe también la vida.
Mi trabajo es el ferrocarril de la alianza, las tormentas del día,
O la lluvia que lame las piedras frente a mis ojos. —Lo sabe desde luego
La poesía y ese dedo del hambre que me señala como una tasa de sal.
Es imposible claudicar al pie de sus vitrales y en ese trance de sortija
En rascacielos, me quedo en el imposible
De renunciar a mi trabajo, porque sería como tirar mi sangre al mar.

De rodillas las alabo, contrito, como en una iglesia de pétalos
transfigurados…
Barataria, 19.XI.2008.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Mar, dónde moras_André Cruchaga

Tomada de:
http://www.meanguera.com, Océano Pacífico, El Salvador.




________________Mar, dónde moras




Si ya no vienes, ¿ para qué te aguardo?
Y si te aguardo, di por qué no vienes
ANTONIO GALA



Mar, dónde moras —lejana luz que entra a las celdas de mi alma.
Hieres mis pensamientos y esta soledad impaciente de mis manos
Por asirte. Cuánta Nada en las calles sin responderme, cuánta
Calle destruyendo mis ojos —sorda la esperanza de dos en los andenes:
La niebla extiende sus huesos desvaídos; aquí las aguas desvelan
Los recuerdos, la respiración se vuelve una playa suspendida
Abajo donde las gaviotas pulsan el aire, abajo donde el pretérito,
Se vuelve un instante de sigilosa acechanza.
—Mar, ¿dónde moras, esquivo en dentelladas de espuma?
—Muerdes la carne. Muerdes el vuelo mientras atardecen los pinos.
La agonía es una piel de tropiezos, el aliento se frustra en los grises
Del hálito, la medianoche del mundo borra la desnudez rutilante
De tus muslos…—El mar con sus manteles de sal y este bosque amargo
De los colores donde la voz con tanta lejanía se pierde en las ramas
Del olvido. Sobre qué zapatos camina la alegría,
Sobre qué días el aire es rojo, en qué bosque están tus manos
Mojadas de cierzo y en qué lugar el pan es una llave en tu boca.

Mar, dónde moras —Hay una luz sangrienta en mi destino.
Hueles con tu quemada ceniza de musgo. La tarde desmorona los ojos
En su transitoria hojarasca; el tiempo rasga el vuelo y duele…
Hemos dormido temblando en el sueño,
Hemos caminado buscando las acequias del pálpito,
Hemos tendido el mediodía sobre la boca del calendario,
Hemos callado el jadeo al filo de las palabras:
—El alma ha repetido sus titubeos en las ventanas y callado el labio
Que la aprieta. ¡El aire comparte conmigo, sin duda, esta ausencia!
Abrázame mar con tus aguas espesas de alas.
Ahora la sed me amarra con sus lazos, aunque la tierra sea indecible.

Mar, dónde moras, —en qué ríos desemboca tu aliento de algas.
Bajo qué cielo habitas y le ganas al aire su verdad transparente.
—Día a día rompes mi alegría en desvelos: sólo puede ser brida tu arco iris
O tu pecho donde anidan pájaros…
Di que soñar es hacer posible los espejos. Di que nuestro reino es manantial
De palabras benévolas y no ajados instrumentos de las estaciones.
Mar, ¿dónde moras? —Di que al soñar escuchamos los acordes de la brisa,
Las calles donde caminas, la hoguera misma de las ventanas,
Hacia qué mar te llevan, hacia qué paredes la noche nos aquieta.
Todo gime en la anunciación de la neblina. Todas las mañanas este andar
Sin caminos: aunque el alba beba la transparencia;
De mi posta siempre brota un cuaderno de aguas oscuras.
Tanta oscuridad en mi que no se necesitan noches —tantos ecos muriendo
Que de pronto el ahogo se convirtió en invierno…
Barataria, 27.XI.2008