domingo, 6 de julio de 2025

ORILLAS IMPURAS

Imagen Caravaggio, Baco , hacia 1593. Galería Uffizi, Florencia (Italia).


ORILLAS IMPURAS

 

Hacia la orilla inmóvil de la impureza los vientos congelados de las sombras y el bostezo de los nichos como legiones destronadas por el asfalto: la inminente fuerza de la repugnancia con la arcilla plena de los desmoronamientos jugar a la hernia del tragaluz del olvido o redención y al golpe de la medianoche en la cobija hinchada de sudores la flauta ciega de la eternidad los intentos perversos de lo imposible el tiempo amante que nunca se abandona en los cementerios ni en los brazos convulsos del despojo  —una crecida vitrina de murciélagos repasa su vuelo en la pipa del goteo memorioso de la caverna exaspero frente a la inmundicia de la promiscuidad de la lucidez de las aguas destronados de los frigoríficos del ojo inmutable ante el plomo del granito o de la carroña que brinca en el aliento a veces uno se abandona en el rictus de la violencia o en la cajita de salvación de los pecados capitales: en las esquinas de la yesca los clavos calcinados de las lápidas y la posteridad de la entraña en alguna parte las semanas sin sosegar la sed el prurito de la lengua de bahareque ante el trastorno y arrebato de los sueños ahora el muro de humo desvela sus propias contradicciones la inmediata tirantez del tránsito el callejón múltiple de las fotografías la carcajada de heces que nadan y se sumergen en el mosquerío narcotizado de las calles deletreo el presente muerto y el futuro implacable la tísica comunión con las mañanas aunque sea legible la taza de café en la trenza de muerte de las zapaterías  de seguro en el chasquido de la página se vive la lividez de las estocadas y el pómulo saltado del vejamen en la saliva trago todas la gestación de las disyuntivas harto de las varias palabras de la incertidumbre 

 

 

Del libro: «Garaje para fósiles», Barataria, 2019

©André Cruchaga

Imagen Caravaggio, Baco , hacia 1593. Galería Uffizi, Florencia (Italia).


 

martes, 1 de julio de 2025

ESCRITURA DE LA HUIDA

 

Caravaggio. Descanso en la huida a Egipto. 1594-1596. Galeria Doria Pamphili. Roma.


ESCRITURA DE LA HUIDA

 

 

 

Disuelta la linterna del azogue nos queda el sollozo y el carrusel de la tormenta con todas sus inocencias a veces solo cerramos los ojos y nos echamos a andar: no hay contraseñas para todo lo que fueron cortando las tijeras ni retorno para suturar la herida ni un aquí que vacíe las oscuridades acumuladas quizás la mejor moneda que nos queda es el tiempo cualquier impostura es sólo acechanza precipicio vértigo  —sé que las devoluciones carecen de tinaja salvo las manos arrugadas del espantapájaros tampoco el desvarío tiene la misma fiebre: en la ventana el olor jorobado de las ingles  el país a punto de enterrar la verdad y alabar el engaño o el aburrimiento fuera de los ojos o dentro de ellos el río que debemos cruzar encorvando cada uno de los pensamientos jamás he podido entender los maullidos del moho y su predominio de golpes en las fauces desangradas de la flor todos los amarillos desandados del jadeo el dolor de lo humano  —hay difuntos en el contraste del paraguas y palabras muertas como la escritura en el vacío y puntos suspensivos en un territorio caduco de miradas dentro de la altitud de una pieza oscura me veo jardines sin brazos agujeros con huesos mañana habrá crecido más el desabrigo tan cierto como la sexualidad póstuma es horrible el rostro del tizne también los tardíos arrepentimientos el pez coagulado en el antesueño de los esqueletos: juro que transcurrida la tormenta la niebla no es igual como tampoco es igual el adiós irrestañable (no hay reconciliación cuando la ternura ha dejado de ser artículo de primera necesidad: empezaste a morir en mi boca al tiempo que recordaba sueños y palabras y a esos comensales enloqueciendo en las esquinas como memoria de la noche)…

 

Del libro: «Garaje para fósiles», Barataria, 2019

©André Cruchaga

Imagen Caravaggio. Descanso en la huida a Egipto. 1594-1596. Galeria Doria Pamphili. Roma.


domingo, 1 de junio de 2025

PARA MIS OJOS DISPERSOS

 

Imagen Joan Mitchell


PARA MIS OJOS DISPERSOS

 

(En el reino de los osarios mi campo de batalla suelen ser las tumbas esa forma donde fluctúan las canas sin miramiento ni dispensa de trámites no hay atajo para el harén del pálpito salvo esa gran jaula donde anida la conciencia en las alambradas del mordisco el candil orgásmico de los oráculos el esplendor supurante de las orgías a cuestas del tiempo en la asfixia todo se desmorona nada detiene el sudor de los altares ni el vómito plomizo de las estatuas ni los terribles burdeles del futuro ni la materialidad de la bolsa de valores soy de la manada de caminos bifurcados la boca de la noche es interminable pero no inocente siempre oscura como el poder siempre indecible en los bastones que de pronto se alzan al olvido la ceniza posee sus propios timbales como las sombras colgando de las mochetas de las puertas respiran pútridos los bordes de mis calcañales la paz circular de los felinos hambrientos desde dentro palpitan los durmientes devorados sangra de sed el ala extendida del páramo: sangra mi reino en la saliva prolongada de los vestigios sin más el tórax es mi propia caverna desde ahí arrojo la ponzoña a los vertederos a fuerza de caminar he desgastado el odio y la ignominia: la droga de los presentimientos me mantiene en vilo tengo por herencia los agujeros que van respirando las monedas en los bolsillos también mi propia asfixia en medio de lo inmundo: gime la infancia en su memoria despierto con la furia de una mueca quebrada en la soledad del País)…

 

 

Del libro: «Garaje para fósiles», Barataria, 2019

©André Cruchaga

Imagen Joan Mitchell


sábado, 10 de mayo de 2025

SABIDURÍA DE LOS MUERTOS

 

Imagen Jock Macdonald


SABIDURÍA DE LOS MUERTOS

 

Hubo una época en que la sombra, posesa, menesterosa, profunda,

ardió en excesos. Nunca lo olvidan los charcos en el corazón.

Ahora esa sombra subterránea desafía cualquier pensamiento.

La ignominia, se hizo añicos en su moldura.

Soy libre, aunque nade siempre contracorriente. Esta libertad se abre,

«se abre más allá del espíritu, la ancha belleza subconsciente, trágica,

fúnebre, guía mis pasos en la oscura claridad» de mi tiempo.

En nuestra aldea todavía uno se arrodilla, sordos y en silencio, sordos

ante el poder que, ha aprendido a parir dogmas monumentales,

axiomas, sombras que lloran y nacen, muertos civiles con su oratoria,

muertos por los siglos caminando,

muertos recién nacidos de la muerte, impávidos como la anatomía

de la tierra, nuestra tierra, la tierra de todos que continuará

ensangrentada, ensangrentados desde la prehistoria de los mares.

La oscuridad siempre los eructa y no hemos inventado a estos hijos

de la tierra, por necesidad están aquí como migas de lluvia

en el sendero, y así seguirán, desnudos, levantando un pañuelo

blanco, una mano premonitoria que los respire,

una eternidad que haga sus costuras en la gramática del miedo.

En la sabiduría de un proverbio o un salmo, jamás un funeral

es suficiente cuando tiene carácter utilitario.

Es probable que los muertos sigan siendo nuestro terror manifiesto;

Está bien entonces, llamarse, Pedro, Juan, Mateo.

 

 

Del libro: «Insubordinación civil de las palabras», Barataria, 2014

©André Cruchaga

Imagen Jock Macdonald


domingo, 4 de mayo de 2025

LAVABO

 

Imagen Jock Macdonald


LAVABO

 

Después de todo los lavabos Aquiles y la Tortuga el camino la existencia o no de los relojes la claridad invisible que se convierte en ángel  es profunda la intimidad de no llegar nunca al ojo del sueño donde la noche pigmea el pelaje de la luna y el pecho salta como una rana en brama sobre las hojas y bejucos de la intemperie aúllo en presencia de los rastrojos aguzo el olfato mitológico de los espejos la manada de escopetas de la clarividencia cuando muero y no muero muero irascible loco sin jubilar las aceras gruño ante la contemporaneidad de los juramentos: lo único que me mantiene en pie es la dirección del cataclismo el nosotros como chatarra aparcada en el predio de las sombras ( «si alguno pasare por este puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar; y si dijere mentira, muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna» [...] Sucedió, pues, que tomando juramento a un hombre, juró y dijo que para el juramento que hacía, que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa. Repararon los jueces en el juramento, y dijeron: si a este hombre le dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y, conforme a la ley, debe morir; y si le ahorcamos, él juró que iba a morir en aquella horca, y, habiendo jurado verdad, por la misma ley debe ser libre») a menudo es solo cuestión de esperar los días bisiestos para acortar el calendario contar menos colgar los años en las paredes beber al revés la tormenta el agua llovida el chorrito húmedo del grafito de la noche: todo es como parece ninguna montaña se petrifica en los ojos salvo la caducidad que la encontramos en cualquier parte ahí donde los sistemas políticos ahogan el follaje y acaban de romper los platos rotos ¿a quién beatificamos después de las estrellas? ¿a quién erigimos en estatua sin haber alcanzado a Rimbaud a San Francisco de Asís sin haber culminado el estatus de cerrajero? siempre lo irresoluble es una cosmovisión de la falta de cobija o el hambre de la piel nublada en una cocina de leña no hay por qué echarle la culpa al espejo de la mala escritura toda escritura es aviesa perversa malvada como una tortilla con queso pero dejada ahí días enteros hasta que se endura debo confesarlo: hay palabras que me dan mala indigestión una ventana es un taxi o un tren un árbol de pronto invita al supermercado ciego espléndidamente ciego entre tantos espectadores del Hades mudo del circo de las rifas y las rebajas del amor de la infancia que juega con telarañas muy cerquita convaleciente de los hospitales delante de mis zapatos la planicie de las ruinas el confín de la ciudad con levita William Blake en la locomoción de las hormigas y otro que sin nombrarlo existe en muchas escrituras ajenas para entender los altares debo encenderle candelitas de todos los colores posibles a San Antonio de niño yo era el niño de Atocha después solo me convertí en figura animada de ciertas ebriedades ahora ya para qué no necesito vírgenes por cuestiones de practicidad y economía prefiero el zumbido de la sábana degollada de la intemperie aunque cada día deba quitar las larvas que suben a las sienes sucede que el desvelo tiene su propia epistemología vos mi materia ascendiendo  las ingles vos enroscada en el árbol de mis gemidos.

 

 

Del libro: «Sintaxis de la fuga», Barataria, 2014

©André Cruchaga

Imagen Jock Macdonald