jueves, 26 de marzo de 2009

Vuelvo a los senderos-André Cruchaga

Senderto entre pinos, AC




__________Vuelvo a los senderos______




A María Eugenia Caseiro.


Vuelvo a los senderos, donde a veces los autismos
Se vuelven resonancias o simplemente sueños
Circulatorios en los ojos. Vuelvo, busco, escruto
En la lengua de la vigilia el cielo que se hace
Evidente en la respiración: el moho de la noche
Guarecido en los tejados, la cortina de la hojarasca
En los zapatos, las ventanas en las campanas
Del horizonte: —(ahí, el río subterráneo desagua
En los poros o en las sábanas donde se envuelve
La ciudad de los sueños)…
En los charcos de la noche ellos son sed implacable.
Las diapositivas en las pupilas cobran vida propia:
Todo es perceptible en su dureza absoluta,
Aún el viento que hiere lo sentidos. Aún la luz
En su mampostería exhausta. Aún la materia
Misma que golpea todas las paredes de la intemperie.
Los destellos en su densidad condensan peces
Noctámbulos, y escenas donde el cuerpo desconoce
Los paisajes y la felicidad parece un espectro.
En las sombras el frío de las ventanas: —ese
Sueño sin olvido, hundido en el lecho de su orfandad.
Crece el desvelo y, como un pabilo de ceniza,
Anida las sienes y ese ardor del mar reunido
En las manos. Los poros maduran en la oscuridad
De la madera —la batalla en un árbol en el viento,
Donde los sentidos encienden sus campanas.
Entrada la noche nos acercamos al muelle del sueño:
El ala trasnocha en los parpados deshabitados
Del polvo, en aquella luz de corrientes indecibles.
La razón de pronto es salmuera en la garganta.
Las hojas de los ojos caen en su herida absorta.
Una y otra vez la noche, alta, de los recuerdos:
—las palabras como alambique de una boca sin sal,
Y la niebla en su remedo como una moneda en desuso.
Una y otra vez el camino deshecho de la voz.
La voz doliente de las puertas en las manos,
Los miedos como una frontera en los hilos del tiempo.
Vuelvo y la sed de sombras es la misma.
Camino, y el camino no agota sus semillas.
Invoco y los pies marchan con su báculo.
Siempre así, permanente y fugaz, —desvivido el ojo
En la oscuridad viviente…
Siempre así vivido y soñado con los estíos del susurro:
A fin de cuentas el paisaje es apenas un espacio inventado
Por el suspiro que quiere salir de los barrotes
Donde la medianoche del musgo atraviesa el planeta:
La noche rasga las sienes con su diadema impune.
La noche agitada por la cortina de los sueños
Donde crujen sin cesar los jinetes del viento.
Barataria, 12.III.2009

domingo, 22 de marzo de 2009

Fluir de la conciencia-André Cruchaga

Camino infinito





______Fluir de la conciencia______




Huraño el aliento del sosiego, —huraño, digo—,
Este extraño fluir de la conciencia, que a ratos
Hace de la voz, una luz de medianoche; —en esa
Medialuz de la espiga, el alma abre su corteza.
En las criptas, gota a gota el propio estigma.
En la ráfaga del suspiro, la voz sobre las ventanas.
En el sueño oprimido, el desvanecimiento.
En la inercia del caminante, los caminos de otro
Mundo como luciérnagas remotas…
En la inminencia, reveladoras pupilas trasegadas.
En el umbral de las aldabas, la memoria sutil
De la casa, —la puerta de entonces pulsa,
Con los varios amaneceres de los ojos abiertos.
En la herrumbre de las bisagras, el desvelo del trino
En medio de la zarza, ciega ilusión irreverente.
El alma fermenta su papiro de sueños
Hasta sacudir sobre el granito, su propio maleficio.
Así toco fondo en el río de las sienes, en los secretos
Pañuelos que el destino transfigura, —ansiedades
Que se vuelven afluentes en las palabras…
Pero también un ojo de certezas cuando arde
La conciencia, cuando el pabilo del sigilo se vuelve
Profético vitral —jardín en trance del resuello.

A veces sucede que uno sangra simplemente
Sin abrigo, a galope abierto sobre el encaje
Rojo de las brasas. Los relojes con su dolor desvencijado,
También son parte de esa argamasa que odio
Cuando la lágrima rompe con la bruma del olvido.
Y es que hay risas irrecuperables —pájaros sin persianas,
Donde los zapatos terminan siendo fechas olvidadas.
Hay estanterías menos oscuras que las del alma:
Días donde el fuego asedia las miradas,
Ausencias que siempre gobernarán la penúltima palabra,
Aceras sin paraguas donde circula el almanaque
De la memoria con sus páginas gastadas.
Al final da igual el insomnio o la vigilia en un calendario
Donde los días cuelgan como telarañas.
—Da igual la ausencia de una caricia, existir uno
Entregado a los adioses, ahuyentar la tristeza con dedos
Temblorosos, escribir con una jeringa en las paredes,
Todas las horas que el aire dibuja en el miedo.
Inevitable se volvió el signo de los tiempos en mis huesos:
¿Vendrán días con trenes y sin muletas?
¿Vendrán sin horóscopo, ensimismados, a la acera de mi pecho
Ya no como juego de capricho azar, sino como destino
De monástica ambrosía?
Durante años han estado ahí los muebles de la esperanza
En obstinado afán, —durante años la oscuridad
Silenciosa del polvo como el más constante conjuro
De mi locura o, de mi agónica conciencia…
Barataria, 21.III.2009



miércoles, 11 de marzo de 2009

Rastro de los sueños-André Cruchaga

Paisaje de los sueños [Fotografía AC]




______Rastro de los sueños_____




Rastros del sueño”, tejidos de la memoria:
Eco de un tiempo transfigurado en las persianas
Cálidas de las pupilas. El firmamento hundido
En las manos —el tren roto del calendario
En la lengua de los rieles, las ramas del viento
Como una lluvia que la música no borra.
—Aquí y allá, jugando al ajedrez del horizonte,
Al jardín oscuro de los relojes, a la sed que no sacia
Las lunas del País, al árbol del silencio
En los meses de la garganta, al fantasma del asfalto
En la noche caminando con cuervos y sicarios.
El amor y la ternura otra vez en la ausencia:
—sólo en los parques se ve el temblor de las sombras
Y esa forma del tiempo ceñida a la boca.
Esa forma de refugio marmóreo y de granito.
Los pies furiosos y cansados de caminar sobre
Las hojas de los libros, las calles carcomidas
Por el ansia, a veces apretada furia de la angustia.
Las horas arden en su partida moribunda:
Muerden en la centella de la almohada
—soplan los muros, las puertas y las ventanas.
El polvo ahoga los poros y junta la ceniza en los cuadernos
Donde hemos ido escribiendo las aguas interiores.
El hierro ha formado su violín de halcones, —sordos
Violines en la niebla de la tormenta, transiciones
Que sólo son posibles en la noche de los espejos.
El jadeo de los metales hiende la memoria:
Hoy discurren vahos en medio de respiraciones ácidas.
La sequedad puede más que un lecho de humedad plena.
La inocencia se perdió en cada palabra: hoy
Se ha llenado de pretextos e indiferencia y destiempo.
Los antiguos miedos fraguan su lado oscuro,
La rugosidad es demasiado habitual y carcome
Como un fuego a ciegas los sembradíos de la transparencia.
Luego los objetos en negro, la respiración
En su concavidad pétrea —las aguas bajando sin voz
Por los espejos y de nuevo la luz oscura ardiendo
En el cuerpo como la noche que cuelga sus ojeras
En el desván líquido de las pupilas…
La raíz del sueño se queda en la garganta, en la sombra
Súbita que se respira: Ahí la memoria juega
Sin palabras, pero arde frente al vértigo —hacia
Las aguas del aliento donde se lamen los suspiros.
El sueño siempre juega a ser un sueño de irrealidades:
Y por más días y lámparas o noches,
Ahí están rotos los párpados junto a una estación
Sin pupilas fiables, a los pañuelos del alba.
Barataria, 11.III.2009

viernes, 6 de marzo de 2009

Ascua de las horas-André Cruchaga

Paisaje de AC






__________Ascua de las horas________





Oscuro lugar donde la muerte
es una explosión interminable…
EUGENIO MONTEJO



Alrededor de las venas y la carne, el surco
Quemante del tiempo, la brasa, el hollín,
Deshaciendo el aliento, mordiéndole al viento
Todas las raíces hasta dejar al fuego
Objeto ciego de la noche…
De pronto nada sobrevive: salvo la sombra
De las palabras —nada es, ceniza en la sangre.
En cada paso los ríos se sumergen,
El moho de las llaves y este bregar insostenible
Entre flautas de sorda ternura.
¿Qué relámpago quema la concavidad de las pupilas?
¿Qué gusanos abren a borbotones la piel?
¿Qué sed grita ahogada en los desfiladeros?
El ansia corroe la sed con su feroz azufre.
Nada tiene más significado que el miedo y la oscuridad:
Aquí las horas en su claustro inútil.
Aquí el reino de la hiel en la sonrisa.
Aquí la sal sorda en los brazos de la noche.
Aquí la boca bebiendo el vinagre de los símbolos.
Voy entre el grito chirriante del cuerpo,
Haciéndome certeza frente al ascua de rostros
Y espejos, —frente al golpe que tortura en ardida
Hoguera. Vida atada a los manteles del abrojo.
Nada son las horas cuando la niebla del día
Rompe las arpas del alma
Y las puertas no sostienen los pilares de los pétalos.
Una y otra vez fenecen las pupilas,
Los fósforos mordiendo la timidez,
El zumo del tiempo, grotesco, ahí en las ventanas.
Apenas se llora en la muerte que habita;
El pulso impalpable cada día, idéntico a la boca
Lenta de los mausoleos, indiferente a la mirada
En lo oscuro. Una y otra vez la dureza oscura de la tierra.
Mientras mis pasos patean el calendario,
Los párpados en un espectral invierno,
La hora escrita en la centella del césped,
El reloj como un coágulo de sangre en el dintel.
En el umbral apenas la oscuridad de la ceniza:
—La llama del cuerpo, cada vez en su pabilo,
Es un presente con ausencias fugaces…
En el espacio de la garganta, la salmuera de la lluvia
Arrecia sus hierros corroídos.
A la medianoche, en la almohada, pócimas de viento,
Dientes masticando los sueños, cámaras
Donde envejecen redes desoladas,
Árboles mudando vasijas de sueños.
Sobre la llama abierta en mis sienes,
El ascua de las horas, escombro de cornisas sin respuestas.
Barataria, 06.III.2009

miércoles, 4 de marzo de 2009

Abrazos-André Cruchaga

Claroscuro del abrazo



__________Abrazos_________



Cuando/ nos abrazamos/ vamos/
a otro mundo/donde/ nos abrazamos/
y marchamos/ a un trasmundo/donde/
nos abrazamos/y donde tal vez sólo/ nos abrazamos.
CLAUDIO RODRÍGUEZ FER


Déjame que te abrace”, o abrázame desde
La profundidad de tu piel, necesariamente
Sintiendo las palabras y los minutos;
Enrédame en tu vocabulario encendido,
Abrázame con el ciprés de tu cuerpo, con
El milímetro de las sílabas, con el libro verde
De tu piel, sintiendo la salvación de tus manos.
Déjame encontrarme con la certidumbre
De tu geografía, con el abrazo sin prisa donde
Cada cuerpo se funde como un atlas de pájaros.
Déjame que te abrace sin teoremas,
Déjame tus brazos perfectamente como el día,
Como un ahora sin diccionarios…
Deja que tus brazos sean un siglo de sábanas,
Déjame ser un caballo en las proximidades
Del relincho, un mundo de semanas enteras,
Una energía tórrida en tus contornos.
Déjame ese rastro de ciénaga en la memoria,
El hilo de los ecos, desnudo en las manos,
La espiga del relámpago de tu cuerpo,
Y las manos temblorosas, hundidas, en la ternura.
Acumula en mis uñas el firmamento.
Estremece la furia total de tus manos
En la música de los brazos, en la lluvia mordida
De los cabellos, en el tren metálico del viento.
Déjame que te abrace, como quien juega
Con la sed del mediodía y jardines interminables.
Mientras estoy, que las puertas retengan,
Cantando, los brazos abiertos de la ternura:
—Ese libro de la adolescencia que fuimos,
Ese apretar el pecho ardiendo sin olvido.
Ese morder el césped sin escalas, cerrados en lluvia
Interminable…
Déjame que te abrace como lo hago con los libros,
Con la mesa, con el lecho suave donde reposan
Tus brazos, con la ventana donde se reclinan
Los barcos, con la tinta de la saliva, deshaciéndose
En los pájaros de la garganta.
¡Cuánta hambre ahí en tus brazos sin envejecer!
¡Cuántas luciérnagas girando en las venas!
¡Cuánta compañía aquí con sombreros de luz!
¡Cuánta albahaca centelleante y solemne en cada
Abrazo —tierra alta donde la noche no cabe.
¡Cuánto tiempo aquí, mirándonos a quemarropa!
¡Cuánta oscuridad derrotada con la respiración
De nuestros brazos!...
Déjame que te abrace, así, como un niño abriendo
Los nombres del Planeta…
Barataria, 04.III.2009

martes, 3 de marzo de 2009

La vida me lleva de los pies-André Cruchaga

Camino entre pinos, fotografía:AC





______La vida me lleva de los pies______





La vida me lleva de los pies, —años que sólo
han cambiado/ Los zapatos y no la oscuridad
que habita en la filatelia/ Del alfabeto.
Leo cartas de amarilla nostalgia —cartas
simplemente,/ Y huelo como perro su tinta
desgastada por el tiempo:/
Han estado guardadas, ciegas, en un viento
de endeble miedo./ En ellas están contenidas
aguas de imposibles fragancias, golpes/
Anegados de húmeda penumbra, dolores
devorando la raíz/ De la entraña, edades
que no reverdecen en las campanas./
Al regresar la memoria de su fosa fugitiva,
los muros bañados/ De penurias y ese silencio
de los sentidos que borran las palabras./
Mis años son de un sueño donde crecen
los muros —donde/ La mesa y la luz dimiten
y en rigor se ciernen sobre sombra/
Y delirio —imágenes imprecisas de hostil madera.

Un día es igual a otro, salvo el consuelo,
la devastación, o las caricias./
Nunca he caminado más allá de la lluvia
o las calles de la tristeza./
Cuando la lengua lame los sueños, empieza
a salivar la conciencia:/ La noche del pecho
es una sombra con espadas absolutas donde/
No cabe la voz ni los estertores de la infancia,
ni la brasa de la luz,/ Ni la paz en las sienes,
convertida de pronto en piedra pómez.

Fuera de la entraña lo ilusorio arrecia.
¿Dónde está el desvío hacia/ La ternura
—el camino sin otoño parecido a la felicidad?/
La memoria en su oquedad se vuelve infame.
Sin alas, para qué/ El horizonte y el mar.
El corazón pierde el cabello de las evocaciones./
Ahora, después de toda una vida, quiero romper
todas las preguntas,/ Y ser fiel catador
de las aceras y de la sal aterida de la materia./
Ruego al aguijón que espera por mi pecho.
Invoco la escoria/ De los grillos, arrojo a la calle
mis propios límites hasta quedarme/
En el calendario gris de los olvidados…

Sé que en el vivir hay una palpitación
espectral que la respiración/
Siente; y también sé que en su aliento inclemente,
la niebla/ Anuncia infortunios. —Infortunios
que hacen insalvables las ventanas./
Ahora digo que los días se fueron haciendo
de verdades;/ Y que el horizonte desembarcó
su tiranía en la madrugada/ De mis sueños.
Y que las palabras se convirtieron en adustas piedras./
(De pronto quisiera lavar todos mis nombres
y hacer desaparecer/ Los caminos, y los panegíricos
sombríos de la piedad,/ Y las distancias
carcomidas por la herrumbre y la concavidad)/
De los designios y los muros de fervorosa ceniza)/
Claro que mis certezas ya no dan para todo eso.
Es digamos,/ Noche cerrada cada instante,
luz ciega el bisturí del espejo./
De los hombros deviene el eclipse:
Mi presente se hunde, se pierde,/
En cada palabra que me mira en las cartas, antes,
limpias/ Y transparentes en la superficie del espejo.
Barataria, 03.III.2009

lunes, 2 de marzo de 2009

Mesa-André Cruchaga

Fotografía tomada de Granma

La pobreza en El Salvador y Guatemala




__________Mesa___________





¿Cuántos niños postrados en la intemperie,
Desean sobre la mesa —que puede ser una
Piedra, las manos, un neumático, un mantel
De azúcar, una música de sartenes, una
Luz de tortillas para saciar el hambre?...
O tal vez un río con voz palpitante; o tal vez
Una sombra de árbol que moje las pupilas;
Un desvelo de amor bajo las sábanas…
Los niños llenan álbumes y calendarios
Y se les habla de buenas intenciones partidarias,
Pero viven en la huraña fruta de los supermercados:
Hay imágenes donde las láminas sacuden
Sus pies y el cartón asume sus años…
El escombro les ha devorado su sangre;
La claridad del día les enseña la sobrevivencia;
La noche los respira con los grilletes
De la oscuridad. Sobre la mesa, la conciencia
De la Nada comiéndose los rostros…
Sobre la mesa, la ironía de ser mesa con lamento
Y no la sopa de frijoles, humeante.
Dentro y fuera de la casa, hay golpes de sal.
Hay verdades sombrías que no las borra el viento:
Ellos transitan un destino sin sillas y puertas
De punzante olvido. Ahí se vuelven espejos
Sombríos de ventanas sin memoria…
¿Cuántos niños vencidos por el hambre, deambulan
Chorreando el vejamen de lo que ha sido
El conjuro de la espuma, o el fuego aterrador
De sombras tras escritorios siniestros?
¿Cuántos niños mueren sin moverse antes
De que el sol salga, antes de que la luz haga
Visible su herida, antes de que el zopilote
Arranque su lengua y la palpitación la consuma
El aire de los falsos resplandores del sistema?
Sobre la mesa, sólo el mantel de las pupilas;
O tal vez la ilusión —repetida siempre—,
Del aliento, en torno a una intensidad de cenizas.
Sobre la mesa, el desvelo y el abismo:
El hambre que saja ardida pústula y llanto y queja.
Barataria, 02.III.2009