viernes, 25 de junio de 2021

ANILLOS DEL HUMO

 

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ANILLOS DEL HUMO

 

 

Ante las sombras encaramadas en las sienes, el matorral y los sótanos

negros del humo, los élitros gastados en la lengua de polvo

de los sombreros colgados de los armarios como pacíficos guijarros.

Con frecuencia uno se reduce a lápida mortuoria, a ese mudo hueco

que dejan los gritos a flor de piel, a esa oscuridad que hurga

en el poyetón de los ojos de un país con muchas cicatrices.

Nos sacuden las fisuras que producen los martillos en las paredes.

El país ha aprendido a hacerle costuras a las sombras, a morder

la corteza del óxido, y a asomarse entre huesos a las quemaduras.

Uno va indagando entre las tantas arqueologías de las telarañas.

En el humo encorvado de lo improbable, las austeras inclinaciones

de la descomposición, la danza de la ventisca,

y los pequeños caminos que levanta el follaje de cipreses.

Sobre el pavimento las grietas mudas de los ojos.

Oigo el fuego y enmudezco de ojos: la calle nos consume con su deriva;

después, ni siquiera he podido recuperar todos los cadáveres,

las nostalgias, ni una sola piel de todas las que poblaron mi tugurio.

Uno es, después de todo, las tantas formas en que se enrolla el hilo

del tiempo, el anillo de humo enrollado en las pupilas

como lo haría el búho con la niebla difusa de las anguilas.

En suma, se vacían aquí todos los murmullos. Tal vez mañana sea

diferente la geografía y, la conciencia, tenga los contrapesos necesarios.

El hastío nos ata al punto de llevarnos al límite de lo más diminuto.

 

Del libro: Fuego de llaves invisibles, 2021

©André Cruchaga


jueves, 17 de junio de 2021

FRENTE A LA ÚLCERA DE LA BESTIALIDAD

 

© Obra pictórica de Leonora Carrington



FRENTE A LA ÚLCERA DE LA BESTIALIDAD

   

siempre hay algo de intemperie en los refugios,

una fragilidad que te hará fuerte.

Ioana Gruia

 

 Hay castraciones en los pantanos de la noche y miedos sofocantes en las intemperies. Hay insectos furiosos en los albañales donde la flor del amor palidece y triunfan los caballos del grito con su rosa de esperma metálica. Todo se vuelve poroso en un país de canteras de polvo: si la guerra fue una tormenta de ceniza liberadora, ahora, se desmantela la democracia por sicópatas ulcerosos y se infla la fiesta como bestialidad de serpiente. Vivimos en un laberinto de apuntaladas flagrancias y tortuosos efluvios. Para que el dolor sea duradero, el ultraje y resquebrajamiento de la civilidad. Abrime una ventana para salvarme del tirano, o cortame de raíz, ojos y sueños.

 

Del libro: Fuego de llaves invisibles, 2021

©André Cruchaga


sábado, 12 de junio de 2021

DELETREO DE PUPILAS

 

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DELETREO DE PUPILAS

 

 

Un río de profecías muerde las ojeras de este tiempo y del viento

que se agolpa en las ventanas de ciertas noches con relámpagos

seductores, de ese aliento que ahorca la voz en dos mitades de ascuas.

En lo posible me aferro al menos peso posible, a la pluma o al vilano

que caben con disimulo en el bolsillo de cuero de la noche.

De cerca sigo la nebulosa de los días bisiestos y la rosa de furias

que se despierta junto al día mojado de tristeza.

Hay un goce de naufragios en los dientes sembrados en la cabeza

de ajo, o en la helada pared del cielo con un vidrio negro de viejo

aserradero donde uno rasga lentamente el cuerpo del crepúsculo,

donde bóvedas de lágrimas y hastíos parecen una tormenta de hormigas.

Nunca se extingue el dolor en un corazón de perenne ceniza,

ni la losa del abandono en el ave Fénix del cuerpo cubierto de óxido.

A la postre, uno encuentra la propia voz en un infinito de ruda desnudez.

Así me imagino hoy, el deletreo de las pupilas en la gota

de melancolía que se vierte en todo vuelo. En el aire roto del sueño.

 

Del libro: Fuego de llaves invisibles, 2021

©André Cruchaga


miércoles, 2 de junio de 2021

EL REINO DE ESTE MUNDO

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EL REINO DE ESTE MUNDO

   

Si pudieran oírme como hilo de luz,

si del fondo del tiempo me trajeran,

y mis memorias,

y las de quienes conmigo miraron el horror

de haber nacido, para morir

ni siquiera enteros.

Ana Luisa Amaral

  

Si acaso pervive el sueño ciego, es la luz que se queda en la piedra

de la vigilia, la gesticulación inaudita del tiempo, los objetos

que las aguas del rìo arrastran con esa velocidad parsimoniosa

de la artritis. Nada cuadra en esta razón de la locura. Nada es real

en la lógica de las ventanas: siempre hay calles nutridas de sombras.

En el humo de la respiración de los jardines contaminados,

los pájaros, densos, putrefactos,  picotean las zonas impuras

de la mesa: adentro, en el pecho, el corazón del país está vacío.

Veo las fotografías del tamaño del océano, de la piel de sombra

del martirio y su alba fría de risa ahogada en la turbiedad de periódicos.

Hoy es como la paciencia derruida de la casa.

Parto siempre con mis hastíos y sombras hacia un pedazo del paraíso.

—Por si acaso, le escribo cartas a la eternidad y a ese costal de ojeras

que se han ido acumulando como otro diluvio absoluto.

De mi, el espejo del reino de este mundo y su cárdena óptica.

En el lavatorio del patio trasero,  la perplejidad desafiante del vacío.

Y el humo que ha extendido sus raíces de metal irredento.

 

Del libro: Fuego de llaves invisibles, 2021

©André Cruchaga