sábado, 25 de agosto de 2018

SOLEDAD

Imagen cogida de la red






SOLEDAD




Y tantos recuerdos que el alma regresa al río de las quemaduras. Y tanto grito que oscurece los espejos. Y tanta penumbra en los brazos, cerraduras ateridas, y tantas hipotéticas cenas en medio del estiércol. (En los relojes se acaban las agujas punzantes de las antípodas.)

A veces es la noche la transparencia de la almohada, o la ficción del abrigo anhelado.

De la soledad, sólo la maleza del abandono y la historia baldía que hurgan los sentidos. (Nadie, después de todo, recordará la última tormenta ni hará acopio de las cobijas trilladas del agua.)


Del libro: “Antípodas del espejo”, 2018
©André Cruchaga

lunes, 13 de agosto de 2018

VUELO CIEGO

Imagen cogida de la red






VUELO CIEGO




La mudez hace sus ramas en medio del alud de la ceguera. Mañana era sólo un pretexto para fijar fronteras. ¿Quién puede darle vida a la alegría desde la carne triste? —Todo se va en el temblor que auspicia la muerte, en su olor a boca anochecida.

El dolor está hecho, también, de paredes dispuestas al olvido.

(Donde calla la sed, se vuelve imposible caminar. La devora mi olfato. Aunque haya expirado la inocencia, el desvarío hace sus propias pulsaciones. Alrededor, hay tatuajes que se aferran a los tuétanos.)

Del otro lado de tantos muelles degollados, el ala ciega, y visibles los difuntos, las bóvedas laceradas del gemido.

Al final, sólo veo pájaros irreconocibles y la declinación temprana de los parques; sobrevuela el eco desmoronado del viento.

Soy sombra, alarido y memoria: no veo en qué lugar amanece sin ocaso, ni en qué ceniza ha dejado de arder la destrucción.

De “Poemas del descreimiento”, 2018.
© André Cruchaga

miércoles, 8 de agosto de 2018

TRINCHERA

Imagen cogida de la red





TRINCHERA


A Mary Bell Díaz, poeta.



Ésa es toda la tierra elíptica del suspiro, el brote redondo de tus dedos en la sombra, el mar aprisionado en la gaviota de las ingles, el eco del viento en la arena calcinada.

(Todo es extraño cuando la madera se dilata en el tintero de cristal. Y la guerra se extiende hasta mi muerte. Después forcejeo con mis párpados para que la acritud no llegue hasta las ingles. Todo momento es único, aunque después nos envuelva la nostalgia.)

Siempre una trinchera está hecha de brasas y sombras. De destellos que se afanan en lo inefable.

Existimos en el instante que quiere la memoria. Y ahí se eriza el alfabeto encendido de la embriaguez posible.

Todo el fuego sabe a la audacia de las pulsaciones: la sombra parece un crimen en la ceniza de sangre que se arquea en los sueños.

Ahora es el agua rotunda como el clamor de lo inefable.


De “Poemas del descreimiento”, 2018.
© André Cruchaga

miércoles, 1 de agosto de 2018

MEMORIA DEL CUERPO

Imagen Pinterest





MEMORIA DEL CUERPO




Era el ala de los poros golpeándome los ojos, el blando misterio encendido de la linterna, la carne hundida en el hueco del sueño.

Desarmada la desnudez, el pulso ciego de la boca: alrededor, el agua de la noche en los espejos, el alma vertida en el pájaro de fuego, desde las sienes al sueño de los raptos. (Siempre supe de los cofres cifrados de la almendra y del reloj colgando de las paredes y del agua dejándonos tantos inviernos.)

Ahora busco embalsamar la orquídea de lo inexplicable: aquellas estaciones abrasadoras de los ataúdes, los diálogos de la brasa sobre el montículo de mis indigencias.