domingo, 4 de febrero de 2018

DELIRIO DEL FUEGO

Pintura: Zadzislaw Beksinski






DELIRIO DEL FUEGO






Sobre las tercas líneas que dibujan un rostro
ha de pasar la mano piadosa de los años
borrando letras, sílabas, palabras sin sentido.
José Luis García Martín





Del fuego manso, leve, entre brea y brasa, hoy, fuente de pesadillas,
el diario escribir en medio  de  tantas pesadillas:
debate del agua que espulga los poros,
trépanos donde los discursos
son la polilla del día,
extravíos de pensamiento sin asilo.

Hemos de soportar, a diario, la cara invertida de las monedas,
la confusión de ecos que no llega a palabra;
entre el subterfugio y el abismo,
existe poca diferencia.

De vez en cuando disfrazo
mis brazos y la risa:
hay días sólo para masticar alacranes,
sorteamos los corredores del sigilo;
lo inesperado no, pues ya sabemos todo
cuanto sucede en la esencia que la luz nos desvela.

El lodazal ha sido erigido para el desvarío;
todos sabemos,
y conocemos los tapetes y sábanas que el búho abyecto
descuelga desde su rama de olvido.

—El futuro ha perdido la identidad del presente;
no hay ojo mordido por la piedra de la duda,
ni lengua de agua sin heces. 

Hemos llegado hasta aquí con las córneas volteadas
escribiendo epitafios,
sombras ambiguas de una religiosidad asolapada;
hemos disfrazado el caos por Wall Street;
hacemos predicciones bajo la lupa de los zompopos,
pensamos en voz alta bodegas de hecatombe,
tratados de Libre Comercio,
infiltraciones de grandes
y pequeños abismos,
calles de comercio clandestino
donde nadie puede conciliar  el sueño,
mucho menos los bolsillos.

Hoy existen los consorcios para soterrar la vida,
al menos es lo que leo en los periódicos,
en la parálisis siniestra de las moscas,
en el transporte público de los cadáveres.

(Nadie queda ileso.
Nadie se salva de la fritanga arruinada de la noche,
de los chorizos con moscardones de Cojutepeque,
de las contradicciones del vómito en los amantes,
fábulas, leyendas de salvadores de la Patria,
estadísticas de precaria tinta,
domésticas legiones de azacuanes.
Me conmueve la plaza en ruinas del orgasmo,
sombras oblicuas del semen,
el sexo a deshoras sobre los vertederos:
así palpamos la fatalidad del fuego,
benigna en otros jardines.)

Un día seremos pus, no simple llaga,
llaga y pus en el punto cardinal de la evidencia.
Cuánto duele la fatiga de estar vivo,
junto al ajetreo ponzoñoso de la muerte;
el fuego, aquí,
convulso al encuentro del cierzo.

El aprendizaje de la brújula es lento:
puede tardar círculos,
calendario de muros;
sin duda debemos pasar por líneas inéditas, y hasta,
quizás volver a nacer,
descartar el epígrafe de las esquinas,
ahuecar las sombras,
evadir el péndulo del vaivén,
comer en pequeños fragmentos los monólogos,
vaciar el eclipse de los pájaros
dejar la sordera en la ranura de las carretas.

(En medio de tanto desangramiento,
la sombra de la angustia nos cobija:
nunca es fácil llevar el destrozo en el pecho.)

Barataria, 2011
Del libro “TRASPATIO”, 2011 (inédito). 119 pp
© André Cruchaga
Pintura: Zadzislaw Beksinski

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