viernes, 17 de marzo de 2023

COLLAGE

 

© Obra pictórica de Joan Miró.


COLLAGE

 

En el estante del almanaque, los imaginarios animados

de la irrealidad: la vida con sus arcanos, la historia y su lenguaje relativo. (Ulyses o Kafka dentro

de las mismas paradojas: el no ser dentro de la gota dispersa

de las geometrías. Siempre nos delinea el sinsentido,

miedo y mutismo nos acompaña, ningún vacío es terapéutico,

por más que nos vendan en franquitos la tan ansiada alegría.)

Disneyworld coexiste en la pluralidad de nuestros ojos.

¿A qué distancia habitamos

el far west en los parajes diversos de nuestro trópico?

Siempre regreso al juego

de los imposibles, ésta es mi única certidumbre.

Entre los velámenes de la ceniza, el acantilado y su imaginario genésico. Los discursos políticos nos recuerdan lo incomprensible que es la vida, las décadas de decadencia y grafiti,

el deseo libidinal por ciertos santuarios.

No puedo fiarme de la nube y su forma de mundo.

La misa aun comienza en la noche infinita, suena el cáliz

de las talabarterías. En el sofoco del tráfico, el papel periódico

con todas las celebridades. Parece que las moscas viven en perenne contubernio, lo dice la avidez urbana

del chanchuyo, la proclama de la patria en cucharaditas de aceite

de bacalao. Es pecado abrir los ojos ante los spots

y cierto vocabulario de proxenetas y publicitas del narcisismo.

 

 

Del libro: «Se han roto tantas cosas con el viento», Barataria, 2014, 2015

©André Cruchaga


domingo, 12 de marzo de 2023

CHARCO

 

© Obra pictórica de Joan Mitchell.


CHARCO

 

 En mi pecho sosegado, la moneda del charco de la tristeza ahogada en el lenguaje negro de la extrañeza. No hay salidas para este otro cielo de oscuras alquimias. Es sombra sin nombre, mientras en él amanece el suplicio, la densidad del aliento donde hundidas escarban las vértebras «con un trote obstinado de animal humano.»

¿Dónde están las aguas análogas?

¿En qué madera el tiempo no se pudre?

Nunca faltan los pájaros metálicos de la muerte.

Las manos torturadas junto al cuerpo y los cansancios de las llaves sin ninguna puerta: ahora el fango ha mutilado los dientes

de las semanas; a veces hay que sonreírle al puñal amargo del lodo, al cuerpo amarillo de la patria, a la miseria que se yergue

con todo su puño deformado.

Arrecia la tempestad con sus impudicias.

Los peces derruidos de la avidez.

Debajo de este mundo turbio, los bolsillos sólo con sus cansados días, y los sueños quebrados como la arcilla.

—Grita el tiempo junto con sus harapos de innumerable partida.

Ante la desnudez del despojo,

la libertad es un crimen de lesa humanidad.

Después de todo, el insomnio es como el tren vacío de la niebla. Como el reloj en la tinta china de la matemática.

Me distraigo siempre en lo inexplicable de los cráneos

y en el alfiler

               petrificado de las pesadillas en el abismo de la garganta.

 

 

Del libro: «Se han roto tantas cosas con el viento», Barataria, 2014, 2015

©André Cruchaga


miércoles, 1 de marzo de 2023

PRÓLOGO AL TREN QUE ZARPA

 

Obra pictórica de Joan Mitchell


PRÓLOGO AL TREN QUE ZARPA

 

Durante el frío, las fisuras de la intemperie y los tantos durmientes como médanos del sueño. A cierta edad, se pierde la fosforescencia de los jardines: evocamos el candil de los recuerdos para darle sentido a la ternura. Junto al poyetón de los días ebrios, jamás cerró el ojo sus tentaciones; entre los episodios interiores de la infancia, el viento con su hostal de campánulas. Luego la sal desorbitada de las estaciones y el mundo a ratos desvanecido de las sábanas. En la ventana de la niñez, desnudos los colores y la luz, el tronco encendido del invierno y sus trenes de muchas estaciones. A ratos, todo vuelve  a ser y no ser: ¿Qué aromas del sueño nos dan su clamor? ¿Qué agolpamientos nos arrancan el alma? ¿Hacia qué rumbo me llevan tus alas, estos enfurecidos cadáveres de un tiempo proscrito? —He diluido tanto las horas que todo es cruento y resbaladizo: voy salpicado de mundos incesantes y a ratos me precipito en sus desconciertos.

 

Del libro: «Se han roto tantas cosas con el viento», Barataria, 2014, 2015

©André Cruchaga

©Obra pictórica de Joan Mitchell


domingo, 19 de febrero de 2023

ECOS DEL GRITO

 

Obra pictórica de Joan Mitchel


ECOS DEL GRITO

 

 A la hora resignada, este remedo de voz, furtiva carne sin dioses,

ni rezos. A lo lejos, se oyen las imágenes grises de la niebla,

el diente del titubeo del mar detrás de la algarabía de la espuma,

el grito del presente en el misal de las afrentas.

En la cercanía del cuerpo, todas las monedas del disfraz:

la ruda sobre la joroba del acantilado, el «follaje delirante.»

El grito imprime su filo en el dorso y sangran las cortinas

de la eternidad. (A menudo, uno supone que no existen

más horizontes a la respiración ardiente del resabio,

y que se debe estar condenado al oráculo del silencio.)

Nunca he sucumbido al hoy y sus demandas, cada quien talla

su impronta, aunque muera en el intento de cada día.

Siempre ando desarmado como lo hace cualquier pacifista.

La culpa, que no es mi bufanda, retrata con cierta sutileza,

las diversas sombras que habitan en el dispensario de la hoguera.

(Hay que nacer de nuevo y no entre espejismos.)

Seguro que será mañana el desvaído del grito, sin ponzoña,

sin ninguna señal de proeza.

Pero siempre estará ahí el eco obstinado buscando una salida en los ojos.

O tal vez no.

O solo nos desuelle

la piedra

del cadalso.

 

Del libro: «Se han roto tantas cosas con el viento», Barataria, 2014, 2015

©André Cruchaga


viernes, 3 de febrero de 2023

ANTIGUAS VIGILIAS

 

©Obra pictórica de Joan Mitchell


ANTIGUAS VIGILIAS

 

 

Entre la noche y sus prolongados estertores,

esta brumosa estación de la vigilia.

Sobre la piel crepita el tiempo, crece la desnudez

y el despojo, las paredes donde los abanicos,

muerden la garganta sin ningún reparo.

Yo, entre los poros amarillos de lo subterráneo.

Me seduce la alucinación con sus nutrientes

de aforismos. En los antiguos rostros del hambre,

el cadáver prostituido de los ojos,

las heces del pecado de las semanas,

y la conciencia en el bisturí de la angustia.

(En la eternidad se torna intangible el incienso,

la carne incinerada y el destello del ocote:

tras la verdad, la oscuridad de los días

y el claro espejismo del calendario.

 ¿Cuánto pervive en la piedra del mundo?

¿Cuánto importa para llegar a amar?)

Yo, entre el cómic grotesco de las sombras

y el pájaro de fuego que arde en los ijares.

Escucho, despierto, el pálpito del fuego.

Alrededor de las aceras y mis zapatos,

ofrezco los despojos que me deja la lluvia.

 

Del libro: «Se han roto tantas cosas con el viento», Barataria, 2014, 2015

©André Cruchaga