sábado, 1 de abril de 2023

SEDICIÓN DE LA LOCURA

 

© Obra pictórica de Joan Miró.

SEDICIÓN DE LA LOCURA

 

A través del ojo el martillo líquido de las gotas y el humo

de la ciudad. Y el silencio de fango del horizonte.

Nunca he olvidado aquella antigüedad de la luz y el ocote

cerca de las rodillas y los ojos mitificados de lo sombrío.

Y los siglos de neblina que pernoctan en los trenes

y las palabras como una danza a merced del harapo.

Siempre están ahí los barquitos de cariño, la boca cautiva

de la arcilla, las grietas que ha ido produciendo el desuso

en las azoteas. O en los telegramas de tabaco de la tarde.

Siempre los poros abiertos sin borrones ni tachaduras

existenciales como una promesa incumplida en la cama.

Yo tengo en mis desatinos, un cuarto de temblorosas piscuchas,

y en mi locura, sudorosos rieles de juguetes de sed.

En el filo del orgasmo, aquella vigilia del lado de la cobija.

(—En algún lugar de Yosemite Ave o en la Farmintong Rd

o en Queen Village o en Point Breeze los amuletos

para otra fogata tan ávida como la fosa y sus consuetudinarias

malezas estoy muriendo aquí en las distancias cavadas

del oxígeno cómo no sangrar cuando se avanza sobre la acera

salobre y pantanosa de las conversaciones marchitas

mientras caminas siguen las ejecuciones:

humean los reptiles de la indiferencia los estruendos del plomo

y su grito desabrido de la locura.)

 

Del libro: «Umbral de la sospecha», Barataria, 2020

©André Cruchaga