sábado, 8 de diciembre de 2012

HORA DE ALAS

Imagen tomada de imagenzone.net





HORA DE ALAS




en esta hora de alas el telar marca mis pasos mientras las hojas del hemisferio caen indecisas en el péndulo del labio sangrante el tiempo nos envuelve con sus sábanas avaras: el algún momento nos hemos vuelto prisioneros del follaje enclaustrado al filo de tantas noches siempre buscando el cauce del desagüe y sin posible salida del fondo repetitivo de las sombras la tempestad nos ha hecho un himno de acribilladas inundaciones: golpes de relámpagos y relojes con rieles de lejanía gira el pulso en los anillos efervescentes de los poros todo es a través de esta escalera del trópico la red o el horizonte en los juegos del azar el rascacielos en el prisma subversivo de la ventana agigantada de los ojales: hoy es hora de alas al triangular la dimensión de los colores y pulverizar el cuello del zodíaco todo ya sobre la mesa las mañanas y el mosaico del cordaje la lectura de los poros con la pipa de la saliva y el ala intermedia del viento sobre el cuaderno abierto del pecho  somos como esos caminantes rotos en su herida: cada ventana fluye sin descanso ciertamente porque el destino es un insomnio de párpados quien quiera que perciba esta hora sabrá velar el sueño sin fatiga el despertar desde los escombros de la inmortalidad derramada acaso porque el pálpito en un oleaje anclado en el vuelo te miro desde las ramas del invierno encima de los pinos que nos arranca la boca justo donde juega el sinfín de los jardines ahí donde las aguas aletean al despertar desprendido del jadeo la trenza del eco en el nacimiento del espejo  si habríamos de nacer ya hemos nacido: la claridad no tiene fechas quizás cálices y esplendores frente al cuaderno insepulto del ungüento vos en el resplandor del mediodía y junto al almanaque que zurce el escote de los metales  la fuerza que nos  amarra  y el puerto que nos remonta a los corales a través de este desorden de la conciencia los alambres sin tregua de la desnudez el hambre del fermento  en temperaturas frenéticas los altos eucaliptos en la estación a contraluz de las aceras sólo la intrepidez es capaz de derribar las distancias del crepúsculo y las estanterías de los almacenes oscuros repartidos en la secularidad de los ladrillos yo sé que las calles y geranios envejecen de nostalgia pero también sé  que en el rapto hay caballos móviles que renuevan el galope sin las defunciones del azogue también sé que en la memoria la amatista talla malecones parecidos a la risa confío en eso más allá de los domingos y los primeros balbuceos del paisaje: no hay razón que impida profundizar en el aliento salvo la desesperanza anclada en una bicicleta

Barataria, 27.XI.2012



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