sábado, 16 de mayo de 2015

EBRIA VENDIMIA

Imagen cogida de la red




EBRIA VENDIMIA




¡Cuántas palabras en tu nombre Democracia! Si a ratos sólo veo tu caricatura,
tu remedo, el barco que nunca llega, los huesos que danzan en los funerales.
Frente al fuego enrarecido, las grietas zurcidas de la brega; allá el escombro
y los ojos sajados, los antros autómatas de la noche.
Hablas en silencio, tatuados los sentidos: eres inminente como los desiertos
del mundo, tiránica y extraña como Wall Street. Eres fácil para llorar de miedo
e imposible para la alegría, violenta en los rescoldos del invierno,
fértil para el miedo, mansa y dócil para el espejo de cenizas, para quien pulveriza
las alcantarillas y se goza del sollozo sin rendir cuentas a nadie,
para el que se lucra de las enfermedades venéreas,
para el que lleva frac y olor a perfume, (1 million, Acqua di Gio, Le male, 
L'eau D'Issey por homme, The One, Armani code, Black XS)
para el prolijo en las finanzas y los banquetes,
para el que augusto hace las leyes y se beneficia sin cargo de conciencia,
para los que no conocen las tormentas y se apasionan en la perversidad.
Ay, Democracia, dónde guardo mis harapos, la mosca sobre la tortilla,
las espinas que no escapan de los dientes, la sangre del odio y su salpicadura;
morimos mientras nos devoran las uñas secretas de los alfileres: a cada paso,
los pobres siempre desnudos con sus rincones, junto a los muñones
de una geografía desbocada.
Sobre la piedra oscura del presente, busco sin protocolos mi paraguas.
Todo es extraño: la acuarela póstuma de los ídolos en el destello violento
que vivimos. (Desde siempre es necesario quitarse los anteojos en las peluquerías; mientras el hombre espera en la ausencia…)
Barataria, 12.V.2015

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