sábado, 1 de mayo de 2010

FOTOGRAFÍAS

Tan pocos días para fotografiar la fuga insular de los capiteles.
Tan poco aire para cruzar la ignición de los pasillos,
Tan pocas puertas para entrar al almanaque de los dedos.
Tan poca azúcar para azucarar todo el odio del mundo.
Autor de fotografía: Pablo Hernández








FOTOGRAFÍAS







Hay un vértigo en el ángel que no es nuestro,
una curiosidad hambrienta que nos implica.
LEOPOLDO ALAS MÍNGUEZ







Tan pocos días para fotografiar la fuga insular de los capiteles.
Tan poco aire para cruzar la ignición de los pasillos,
Tan pocas puertas para entrar al almanaque de los dedos.
Tan poca azúcar para azucarar todo el odio del mundo.
Tan poca memoria para no caminar siempre de bruces.
Tan poca esencia para intentar ser mejores.
Tanto pavor que hoy cuesta ser discípulo.
Tanto abismo que no hay dónde orear las sienes.
Tanta amenaza por doquier que uno vive el miedo en todas partes.
Tantos sueños secos que la vida se ha vuelto sobrehumana.
Tantos adefesios que uno termina siendo remedo de todo.
Tantos adalides de la justicia que ésta sangra en su orfandad.
Tanta sal y espuma que uno no encuentra lugar firme para pararse.
Tantas bocas como alfileres que uno nunca termina ileso.
De pronto, tanto cansancio, ansiedades, despistes,
Que la lengua deja de respirar fragancias.
Tanta invocación a Dios cuando el desamparo es atroz.
Tantas almas gemelas perdidas en su propia escoria.
Tanta voz que el día se ha vuelto grito, astilla, herida.
Tanto espejismo en la cuerda floja de la saliva. En el nudo del aliento.
Tantas lenguas sueltas que son preferibles las ergástulas.
Tantos oídos aumentados que las parábolas se han vuelto ciertas.
Tanto hedor que en vez de barbechos se necesitan retretes.
Todo se ha dispuesto para que así sea el día y la noche y el horizonte.
Tanto viento que el cielo se ha vuelto herbazal.
Tanta piedra que ahora se pueden empedrar los bosques.
Tanto polen en chubascos como plumas. Como grúas los caballos
Sin cascos. Como látigo la luz azorada.
Los muñones de cansancio en el sacamuelas del tiempo.
La mirada oscura de los arpones o los taladros.
La sangre del pecho en el barranco de las gargantas.
Tanta ternura silenciada en nidos de ceniza. En sombras de deshora.
Tanta medianoche de muecas incendiadas. De besos cercenados.
Tanta malicia de huesos. Risas opacadas por la espera.
Tantos ríos de mortajas en muchas lenguas. Que uno caminando
Es otro instrumento de la muerte. Otro absurdo más de las pirañas,
—Demencia, acaso, del precipicio de las espigas.
Tantas canteras de hojalata, cloacas donde las serpientes
Hacen agonizar el horizonte…
Barataria, 21.IV.2010

No hay comentarios: