domingo, 20 de diciembre de 2009

Trascielo

Autor de la fotografía: Ruperto Morales Lugo



Trascielo




…los invisibles atrios están sembrados de hierbas
y las verdes delicias del suelo se pintan al siglo de un largo día.
SAINT JOHN PERSE




Los andenes bostezan en la remembranza de los zapatos.
Alguien lame las contradicciones de los lirismos con melcochas.
Un loco masturba sus ojos desde el estrabismo —En esa náusea,
El instinto suelta asfixiantes taburetes.
El vuelo es falso en la desesperación de los huesos. Uno vuela
Fascinado a la desnudez letal de las sombras, las catástrofes,
Los relámpagos y esas calles de cornisas sonámbulas
Donde impera el cielorraso del guaro, el tabaco y las paredes.
La indiferencia suele ser una gracia habitada por los demonios:
Tiene su propia tinta aunque sin misterio,
Sus llaves nocturnas, sus máscaras con múltiples cicatrices.
El tejido de los muelles es como las teclas de los poros.
Aguas adentro la luz se hace quejidos,
En la superficie los dientes muerden la corriente de los vientos.
[Hay momentos de completa ausencia en la memoria,
Una humazón de perros encalla en las pupilas:
Inasible el blanco en los cabellos, el labio que espera con aderezos
De fuego y rocío, con mimos de lengua en celo, con puntual
Sintaxis, con prevenciones cardíacas.
Ahora se habla de próceres sin someterlos a las lámparas:
No sé si nosotros llegamos a esa categoría sin volvernos tartamudos.]
A veces equivocamos la escoria de sal en los poros por la herrumbre.
La caja de Pandora es un gargajo por excelencia,
Aunque halla quienes la tomen como un trofeo de siniestras begonias.
Los paisajes urbanos están repletos de escupidas;
Un pantano de alacranes afelpa el sexo sobre la mesa.
¿Vendrán días sin epilepsia? Los dos estamos hasta el ombligo
De los peces, sumergidos en un mercado de moscas,
Sonriendo al engrudo pasional de los eructos después de recostar
El césped sobre los poros.
Cuando el aire está sosegado extrañamos el arroyo de chupamieles.
En el trino de la madera, la resina testimonia la desnudez de las piedras.
¿Desde cuando somos insectos con ganas de comernos las ventanas?
Todo acto de delirio es anárquico.
—Lo sabes cuando la cueva es nuestra fiebre y no usamos anfetaminas.
Ni inyección de insectos afrodisíacos.
A menudo los espejos se vuelven salvavidas —Eso me han dicho los que hablan
Con ellos en la soledad de su propio narcisismo.
Es una metamorfosis que no requiere de dentistas, ni de cirugía estética.
—Tú sabes que hay ciertos faroles irresistibles: no importan los poros
Rotos de la calles, ni la equidistancia de los transeúntes con sus tanteos.
Los ojos enloquecen frente a la codicia,
Aunque uno pase después una eternidad masticando hierbabuena.
Después de todo, los campanarios son prestidigitadores en el silencio.
Después de todo, —vos y yo— andamos siempre en el trascielo
De las redes, en el desmayo letal del braceo,
En esos naipes a golpe de atriles,
Queriendo explicar el zigzag del jadeo, cuando ya sabemos
Que la herida es insomnio permanente de sábanas…
Barataria, 25.IX.2009

2 comentarios:

Marian Raméntol dijo...

Perderme en tus imágenes, metáforas y versos es siempre una experiencia fabulosa, André.

Un abrazo
Marian

André Cruchaga dijo...

Marián, muchas gracias por tu visita y comentario. Escribo como vivo: y la vida es esa simultaneidad de imágenes y metáforas; de otro modo, los poetas no la podríamos respirar.
André Cruchaga