miércoles, 18 de mayo de 2016

SENDEROS DEGOLLADOS

Imagen cogida de la red





SENDEROS DEGOLLADOS




En los astros amurallados de los puntos cardinales, aquellas viejas consignas
de la hoguera con sus manteles clausurados.
Tal vez queden caminos para dibujarlos en la paciencia del follaje de la tinta;
el calendario se desmorona en su propia lengua de penumbras,
sobra la caducidad irremediable en los peces desesperados de las paredes,
─siempre pensé en este tiempo de asedios y abyecciones, de incontenibles despojos 
y polvaredas, de continuos litorales sajados,
de cadáveres y camuflaje.
Supongo que aun dentro del coágulo del calendario, existen otros itinerarios
sin máscaras, acaso sombras o agujeros donde se pueda enterrar la tristeza.
Sé que en las estrías del vértigo, están apostadas esos fuegos áridos
de las sombras, la ronca ceniza en el fango de la locura.
─No olvido esta piedra de sollozos, ni el tren oscuro de la lejanía,
ni esos senderos calcinados y degollados, ni la posta ácida del peñasco oscuro.
Llevamos ojales inenarrables de luto.
Llevamos en los hombros tombillas con inviernos de huesos.
Ahora veo las ventanas hacia habitaciones oscuras, hacia el pájaro gris
de la ceniza como el plato devastado por el hambre.
Uno no sabe si la miseria forma parte ya del orgullo nacional.
Entre tantos platos vacíos, el paroxismo abrasador de los guijarros.
Por doquier, el territorio siniestro de la ternura y su evangelio de pantomimas.
Uno se acostumbra a ver esta forma apelativa de la noche.
Barataria, 12.IV.2016.

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