martes, 19 de julio de 2011

MUNDO EN LA FRAGUA DE LA RESPIRACIÓN


De pronto nos hacen falta alas para respirar este mundo:
ganamos o perdemos la batalla, la memoria que rescatamos
de la fragua entre tantos vértigos y remolinos.
El tiempo suele ser un labio agrietado en el rostro,...
Rushing waters South Georgia island,
Imagen tomada de miswallpapers.net





MUNDO EN LA FRAGUA DE LA RESPIRACIÓN




Would you dare to take a little journey
All aboard, all ashore
At your leasure take a pleasure trip
On shore, ashore
Everybody needs a pleasure trip…
MAMAS & THE PAPAS, "MIDNIGHT VOYAGE"




De pronto nos hacen falta alas para respirar este mundo:
ganamos o perdemos la batalla, la memoria que rescatamos
de la fragua entre tantos vértigos y remolinos.
El tiempo suele ser un labio agrietado en el rostro,
metamorfosis del estupor atravesando raíces,
el idioma que aspiramos en la borrasca del muro,
las estrías rotas del cristal, los tantos bautismos circulares
de la extrañeza. —Diría que este mundo transpira múltiples laberintos
y después los disemina en el aliento de las aceras,
en la procesión acústica del polvo, en el casco estigmatizado
de los credos.( Ha sido, lucha desde tiempos remotos, buscar la luz
después del remolino de las oscuridades o sin presencia
de esos torbellinos, sólo que sin presencia de esas tormentas oscuras,
sería pose y no desgarrada entraña que tras pálpitos y pálpitos,
busca el alero —aunque sea del embudo—, para salir.
Y no es precisamente sólo tarea de místicos, ni de abades,
ni monjas mojadas silenciosamente en su sexo: San Juan,
Santa Teresa y tantos otros, que ya no están en este ámbito,
sino en la laicidad; Goethe, por ejemplo, pidiendo más luz,
envuelto en el frac de Mefistófeles: demonios tenemos
y en abundancia. Pero siempre hay un resquicio;
quizá el de nosotros más atormentado que el de la gente común
y corriente. Tampoco Descartes nos ayuda en esta búsqueda
o este sacudón del alma, con sus lengüetazos de racionalidad,
ni Spinoza, ni otros... la búsqueda sigue quizá en las aguas
del sueño de Perséfone, quizá en la claridad que queda después
que los vientos han arrasado con máscaras y labios insustanciales.
Aún así, subimos y caemos, Ícaros, sobre balcones,
verjas y céspedes: vaginas que nos abren al frío,
terribles catedrales de oscuridad. Al final, el poeta siempre respira:
ordena las semillas del aire en el odre de la rama del pájaro.)

Hay una especie de víscera rota en la lengua del brebaje
de la respiración: los poderes de la hojarasca y el hollín,
asumen la vida cotidiana, las consignas, las madrigueras,
el bajo vientre del orgasmo en un tablón de nostalgias.
A casi días de convocar, de nuevo, la alegría, viene el tanto por ciento
de la náusea, el cautiverio que el cauterio del estambre
del fuego en el espejo. Desde la ceniza o el humo,
remontamos los siglos del deslumbramiento; ¿Ha sido la lucidez,
nuestra arma secreta para enfrentar los coágulos grises
de la hostia, el quizá en pedazos de los cielos?

—Debo creer que todo, a fin de cuentas, es mero espejismo;
y que los jeroglíficos en las costillas son parte de la bestia
inscrita en las paredes, en la semilla del desvarío. Puede que,
al final del túnel, exista alguna respuesta, entre las tantas
respuestas que dan los politólogos, los tratadistas del derecho,
los economistas del espantapájaros de la levedad.
Sin duda el presente de las escaleras se mide por el número
de peldaños que tiene la esperanza.
Lo demás es la teoría pura de la inmolación.

Barataria, julio de 2011

4 comentarios:

Marina Centeno dijo...

Me contagias -André- con este mundo que creas tan verídico. Donde la levedad es un mástil donde aflojar el hambre y la desolación. Seremos indiferentes -quizá-, seremos náufragos en toda esta avalancha de titanes que se jactan de invensibles, pero no, ante la sociedad que habla como habla el Poeta, que pide a gritos la mano dócil y la vara rauda. Me contagias -André- de todo este estallido de luciérnagas que se salen de tus ojos para alumbrar al mundo que poco a poco queda en la oscuridad....


Besos, Poeta.


Marina Centeno

André Cruchaga dijo...

Gracias, Marina, por tus palabras, siempre abonando a mi página: el papel de todos los días, para sostener el espejo en la horqueta de la caligrafía. Es un reto desde el cierzo hasta la neblina del crepúsculo. La historia es un balido de fuegos artificiales y fuegos verdaderos: el poeta se adentra, sin fatiga, con un candil de campanas.

Un abrazo,

André Cruchaga

Marina Centeno dijo...

Siempre estoy -lo sabes- pendiente a lo que acontece en tu cuaderno, con la disposición de quién espera flores en los brazos amplios... sin cansancio y sin premura.

Siempre un placer leerte.

Saludos.

Marina Centeno.

André Cruchaga dijo...

Gracias, poeta, por los ojos, por las llaves, por la puerta: el poema siempre es conjuro y lección de trinos y cristales, aunque se escriba con las palabras más oscuras.

Un abrazo,

André Cruchaga