viernes, 1 de julio de 2011

CAVERNA VEROSÍMIL


Pueda que el ánimo de soñar haga verosímil la luz y deje,
al descubierto, el moho de todos los pronombres, salgan a flotar
los automatismos, crezcan las estrofas de mar
sobre las bandadas de rocío de la piel. El barranco de las espinas...
Imagen de André Cruchaga





CAVERNA VEROSÍMIL




Nothig seemed to go as planed
It makes no difference with the choices I make
I 'm convicted in life…
SEPULTURA [PUNK ROCK]




Pueda que el ánimo de soñar haga verosímil la luz y deje,
al descubierto, el moho de todos los pronombres, salgan a flotar
los automatismos, crezcan las estrofas de mar
sobre las bandadas de rocío de la piel. El barranco de las espinas
azota aquella decrepitud de la escritura; en la solemnidad
de la embriaguez, se hace visible la cripta de la noche,
la hermosura de las aldabas, las lianas de la metafísica.

Debo suponer que este mundo es posible aun con todas sus cuarenta
noches de iglesias, con las fosas saqueadas de incienso:
hay cavernas tan profundad que son necesarias las escaleras,
antorchas que conduzcan a la visibilidad de los cadáveres
soterrados en la conciencia. Es difícil explicar el arco iris sin aromas.
Es difícil la fantasía sin la semilla de los relámpagos.
La risa disfrazada de mundo feliz, justo donde se coteja a diario
la ceniza, donde no hay inmunidad para las gaviotas,
salvo la instantánea de moscas en el temblor del mantel de la caligrafía.
Sé que es posible filtrar la lluvia en el ojal del tejado;
en cada uno hay silenciosos musgos y hongos brotando,
erizados de aguas y llaves, tempestivos como el perro que ladra
con frío a las estrellas. (Caminamos, a menudo,
abriéndole caminos al viento; adivinando asombros
como en una romería de mapas y llaves, como el tránsito
entre trocitos de escamas.
—Vos y yo lo sabemos después de haber olvidado las solemnidades,
los cercos del barranco, la lluvia con sus presentes purificadores.
También en la caverna —lo sabemos—, hay verdades insoslayables,
la hora donde las tijeras flotan en el aire,
el hilo callado de la oscuridad en la garganta, la cara herida del alfabeto.
Nada es inverosímil; todo puede suceder: capitular el hambre
ante los trajines estridentes de las calles, hurgar el abandono
en la cocina, morder la virginidad de lo desconocido pese a que la sal
está regada por todas partes y, en cierto modo,
se ha perdido el asombro.)

En el cántaro de cada latido, las begonias se vuelven esenciales verdes,
clavos de olor para encontrar el puerto donde lo profundo
resucite de las criptas. Claro que en este cuaderno de sombras,
—vos y yo—, hemos sido esclavos de la oscuridad de nuestra época,
también de cierta claridad en las astillas de la madera.

No sé si podremos con todo el fuego del espíritu,
profetizar la piel de los jardines colgantes del alma,
modular la dicción de la misericordia, trepar al cuerpo
sin la penumbra de los matorrales. Sabido es que somos
nuestra propia caverna, forjada con nuestros propios silencios;
a veces, la ráfaga o el viento ha sido nuestra brújula.
Nosotros al compás de las oscuras relojerías de lo inmenso…

Barataria, julio de 2011

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