lunes, 29 de abril de 2024

CALLES DE ABSURDAS BISUTERÍAS

André Cruchaga

CALLES DE ABSURDAS BISUTERÍAS

 

 

Para aquella voz irrestañable que perdí, insoluble y bípeda,

—hoy, sólo calles de delirio—, quizás la vigilia afilada

sobre el asfalto, las aguas monocordes de los adioses y la duda

que volvió miseria los jardines.

C a l l e s de apariencia y espejismo, sofocos con eructos y bostezos,

calles con partitura de náusea, resonantemente pobres en un país

de alas achicadas y cansadas de bisutería.

 

A oscuras la última flama de kerosene, los papeles sucios y mojados

en las cunetas, la fragilidad pulsante de lo efímero en la punta

de la lengua, engusanados paréntesis de penumbra.

C a l l l e s     c a l l e s donde de verdad se agota la vida ciudadana;

la única certidumbre es desaparecer enteros o pedacitos,

el azar abre braguetas y escotes,

nada es absurdo ante el cinismo y sarcasmo del poder.

 

—Todo se repite con los espasmos y quebrantos:

las horas en las aguas sucias del reloj, el aliento de las baratijas

con sus escamas, el canto oscuro de los desheredados de la tierra.

C a l l e s   y   c a l l e s hijas de la miseria.

 

Vivo blasfemando en medio de la mendicidad, entre lo absurdo

y grotesco, junto a la nada cuya orgía duele.

Así, entre los zapatos obscenos de la noche que embiste.

 

 

Del libro: «Final de espantapájaros», 2013

©Fotografía André Cruchaga

©André Cruchaga


 

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