domingo, 17 de marzo de 2013

TIEMPO IRREDIMIBLE

Imagen cogida de la red





TIEMPO IRREDIMIBLE




Las continuas penurias han venido a ser una especie de entretenimiento.
JOSÉ MARÍA MÉNDEZ




(Siempre las diademas de los espejos en las raíces de las miradas rotos  y perezosos los tiliches la vuelta al tiempo repetido del puente desvestido del aire hasta el cuello la omnipresencia del azar las recaídas irrecusables de los irremediable: andar en el abismo de las puertas sin eternidad convertir la verdad en almácigos de ceniza frente al tapial del horizonte las máscaras encendidas la ficción transgresora de las llaves en la sangre el ímpetu de los témpanos de la saliva y todo cuanto persigo en la esquina de los pétalos de la muerte viaja el peñasco del aliento a través del ansia invisible de los verdugos en la callada tormenta de la muerte el alambique como un río sumergido en la campana lúgubre de las horas allí en la sombra del precipicio el ave oscura de la porfía y el río ateo de la concavidad de lo escabroso derramado en los resortes de la hojarasca —no vivo sino de la penuria que cuelga de mis dedos de las bujías deshechas en mis dientes de todo el tul lánguidos de mis tejados ¿hasta dónde se vuelve indecible la voz que me habita? El desierto ya ha sazonado mis espigas es inminente entonces el abrojo y el ciprés de la pupilas exprimidas aquí las otra orilla del torrente de la breña el mundo sepultado de lo angélico (el tiempo en mí no es sólo una simple travesía de olvidos ni la lengua anudada a las fosforescencias también es la cicatriz de lo sombrío un bostezo de naipes disfrazados el ojo camino a su nicho) nada es recuperable ni siquiera los mismos desasosiegos gimo ante la luciérnaga del imposible: todo es frágil verdaderamente frágil llegado al punto del alfabeto perdido las fechas los disturbios del espíritu construyen nuevos laberintos sobre el incesante movimiento del torrente llueven escalofríos en la sábana derruida llueve en el delirio mortal de las paredes llueve en los girasoles mullidos del aliento en lo invertebrado de la piel del horizonte donde la noche es un barco de círculos negros y el insomnio un sombrero ultrajado sobre el césped inmolado los cascos curvados  del camino acaso como la escama nona del océano: el agua ahonda el luto de mis torpes palabras el luto que ha crecido en la espalda como dos alas caducas el luto que golpea mis colmillos póstumos: todo tiempo aunque se prolongue tienes sus límites cada cosa convoca sólo a un instante de destellos y la brasa que parecía indeleble es sólo tiempo para hacerse párpado irredimible.)

Barataria, 10.III.2013 



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