sábado, 26 de febrero de 2011

INVENTARIO ÍNTIMO

Sobre la rama de los pinos, la sed de los armarios: el tallo arrancado
del subsuelo, la piedra desmoronándose en los dedos del cielo.
Cada gesto es una hondonada en la memoria, —el camino de las raíces
tiene fuegos inciertos, repisas encalladas en el agua
de los párpados: campanas líquidas donde la memoria se alimenta
del desecho de las sombras.


INVENTARIO ÍNTIMO




with night approaching
we all become vulnerable
everything seems to move slower
as time drifts apathetically…
A LIFE ONCE LOST




Sobre la rama de los pinos, la sed de los armarios: el tallo arrancado
del subsuelo, la piedra desmoronándose en los dedos del cielo.
Cada gesto es una hondonada en la memoria, —el camino de las raíces
tiene fuegos inciertos, repisas encalladas en el agua
de los párpados: campanas líquidas donde la memoria se alimenta
del desecho de las sombras.
A menudo hay necesidad de etiquetar los sueños:
masticar ciertas espesuras, deshacer las palabras en las baldosas,
triturar la apariencia de las ventanas, repensar el pudor del césped;
de pronto uno queda desarmado frente a las aguas de la idiotez:
—el ventarrón de los espejos como alquimista trasnochado,
la jaula decadente de los ojos,
la incoherencia de las puertas como símbolo aprehensible,
el escalofrío de los suspiros en guacales sepia de lunas: el tiempo
muerde el aroma de los encajes profanados, —la noche diurna
sostenida en las encías, el sudor sediento de polillas.
Todo el tiempo ha sido de recoger la chatarra acumulada
en los chupamieles, armar compulsivamente el desatino del zodíaco,
quitar la piltrafa que queda en la escoba,
guardan silencio, estupefacto, de las alas oxidadas, colgadas
de las paredes plurales de la intemperies del pánico.
Entre hacer y deshacer el desvelo, la ropa desteñida del aserrín,
pienso en los relámpagos irrestañables de los crucigramas,
bajo toda mi anemia acumulada: el polvo desprendido de las lechuzas,
el invernadero de la alacena sin dientes,
la taza de café olvidada en las hormigas, los dientes
imprevisibles de la claridad, feroz azúcar del esperma aglutinado,
en el mercenario inventario de las escaleras con sus peldaños oscuros,
a punto de ser, eucaliptus deshojado, simple ceja invadida
por los desajustes del espejismo: (cuando estoy próximo a tus brazos,
también viene la piedra arraigada de los minutos,
el derroche de la inclemencia, las aguas sin rumbo, viscerales
espejos sin cábalas, escarnios sin vaselina. Todo se vuelve pastosa
arena en los ojos: sillas de hiriente espera, taburetes de errática
orina, monólogos de húmedas estampillas,
semanas en frascos de nitroglicerina, inodoros de lejana respiración.
Al final, nada queda en el olvido: la hoguera desollada como un duende
en bicicleta; los archivos, recónditos en el alma: áspera urbanidad
para acariciar los despertadores, extensos, en el aliento.)

Barataria, 25.II.2011

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