miércoles, 11 de diciembre de 2024

CADA VEZ EL TIEMPO NOS INMOLA

 

Imagen pintura de Yves Tanguy

CADA VEZ EL TIEMPO NOS INMOLA

 

El mundo no te regala las horas ni los días

porque el paso del tiempo es aparente

y es aparente el aire que nos mira

y el reloj que quisiera atravesar los cuerpos

y la pantalla que en color nos ofrece

la más oscura perfección del deseo.

MARÍA CINTA MONTAGUT

 

Cada vez el tiempo nos inmola, perfecciona el deseo y te lo vende en sacos con piedras, bisutería colgada en las esquinas de una partitura de despojos, te bautiza con narcóticos, azules azúcares de desmemoria y espejos de pastillas en la almohada: caminamos quemando nuestras alas o llenando de palabras huecas los ojos que nunca nos devuelven los campanarios, ni el camino pedregoso del almidón del abismo. Seguro que la nada nos oscurece con su lengua derretida de sombras. Esa NADA que dispersa la alegría y se hermana con el luto; en nuestro haber tenemos brazadas de tierra amortajada y aleteos de un pájaro tuberculoso, nulidad y ausencia en la entraña fustigada por tatuajes. Cuando caminamos el país nos destierra los párpados: así hemos aprendido a amar nuestras heridas y cicatrices, ese laberinto de recuerdos en el pecho y su caudal de tortura. El humo de frío de los trenes nos arrincona hasta el agujero donde se decapitan las sombras interiores de la vigilia.


Del libro: «Paraíso de la demencia», Barataria, 2016
©André Cruchaga

Imagen pintura de Yves Tanguy


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